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Bruselas se inventa el "derecho a reparar" cosas viejas mientras dispara los costes para no poder comprarlas nuevas

Una de las últimas campañas salta directamente al campo del ridículo, eso sí, no dejará de contar con defensores ‘ecosumergidos’.

Una de las últimas campañas salta directamente al campo del ridículo, eso sí, no dejará de contar con defensores ‘ecosumergidos’.
La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, llega a una cumbre de la UE | Europa Press

Llega el "right to repair" o derecho a reparar cosas viejas de la mano de la UE más intervencionista nunca jamás vista. Se trata de uno de los últimos descubrimientos de Bruselas en el mundo del derecho y de los últimos lemas de un ecologismo enloquecido que pretende ahora imponer a la población la reutilización de las cosas viejas y destrozadas, en vez de favorecer un tejido productivo, económico y laboral, que permita a cada cual comprar lo que quiera o parchear lo que le dé la gana. Es más, encima pretende que la población aplauda el hecho de llevar pantalones con petachos y calcetines remendados, en vez de ganar dinero suficiente y sin saqueo fiscal como para comprarse unos nuevos.

Una de las últimas campañas de Bruselas salta directamente al campo del ridículo. Eso sí, un ridículo que no dejará de contar con defensores ‘ecosumergidos’. "En el marco del Pacto Verde Europeo, la Comisión Europea adoptó en marzo de 2023 una nueva propuesta de normas comunes que promueven la reparación de productos", señala Bruselas. "El objetivo es que la opción de reparar un producto sea más fácil y rentable para los consumidores que sustituirlo por otro nuevo", explica. El problema es que no lo está haciendo por la vía de rebajar los impuestos a las reparaciones, sino por la de subírselos y disparar los costes medioambientales de quienes fabrican esos mismos productos nuevos.

Traducido: no permite una libre opción por el producto nuevo o el reparado. No: dispara los costes de los nuevos de forma que la población no vaya teniendo más salida que poner remiendos a los pantalones o calcetines.

Y en esa línea surge el último gran invento de la factoría europea: que la reparación y el remendón no sean vistos como una escapatoria a una Europa de crecientes costes productivos y fiscales. Todo lo contrario, que sea visto como un derecho.

Y es que las nuevas palabras mágicas en la UE son "economía circular". ¿Y qué significan? Pues todo lo que hasta ahora nadie quería: tener que reutilizar la ropa vieja y, encima, con un impuesto de por medio para financiar los costes del reciclaje de la ropa. Porque, según la UE, tenemos que "asumir la responsabilidad de reducir, reutilizar y reciclar los residuos textiles e impulsar los mercados de textiles usados". Porque, por lo visto, volverán los pantalones de campana y los jerséis de cuello vuelto. Y no por gusto, sino porque la ropa nueva será demasiado cara para poder comprarla. Y es que el objetivo de la UE es conseguir que reutilicemos la ropa vieja, por mandato.

Una reciente comunicación señalaba lo siguiente: "La Comisión ha propuesto normas para que los productores sean responsables de todo el ciclo de vida de los productos textiles y para apoyar la gestión sostenible de los residuos textiles en toda la UE". "Esta iniciativa acelerará el desarrollo del sector separado de recogida, clasificación, reutilización y reciclaje de textiles en la UE, en línea con la Estrategia de la UE para Textiles Sostenibles y Circulares. Se espera que el aumento de la disponibilidad de textiles usados cree puestos de trabajo locales y ahorre dinero para los consumidores de la UE y más allá, al tiempo que se alivia el impacto de la producción textil en los recursos naturales", decía la UE. Por supuesto, lo dice sin evaluar el golpe en la industria textil por el hecho de dejar de vender prendas nuevas.

Y es que "la Comisión propone introducir planes obligatorios y armonizados de Responsabilidad Ampliada del Productor (EPR) para los textiles en todos los Estados miembros de la UE. Los planes de EPR han tenido éxito en la mejora de la gestión de los residuos de varios productos, como envases, baterías y equipos eléctricos y electrónicos. Los productores cubrirán los costes de la gestión de los residuos textiles, lo que también les dará incentivos para reducir los residuos y aumentar la circularidad de los productos textiles, diseñando mejores productos desde el principio", aseguraba Bruselas. Es decir, que habrá nuevos impuestos que pagarán los usuarios con absoluta certeza y que deberán "cubrir los costes de la gestión de los residuos textiles".

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