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El largo historial de la intelectualidad izquierdista legitimando la violencia y el totalitarismo

La legitimación de la violencia de Hamas entronca con los vergonzosos posicionamientos de Sartre, de Beauvoir, Barbusse, Focault y tantos otros.

La legitimación de la violencia de Hamas entronca con los vergonzosos posicionamientos de Sartre, de Beauvoir, Barbusse, Focault y tantos otros.
Zizek, enésimo pensador de izquierdas que legitima la violencia comunista. | Cordon Press

Lamentablemente, existe una siniestra tradición de intelectuales de izquierda que justifican o incluso celebran la violencia "revolucionaria" o "antiimperialista". El 5 de septiembre de 1972, la organización terrorista palestina "Septiembre Negro" tomó como rehenes a los deportistas que participaban en los Juegos Olímpicos de Múnich representante a Israel. Los once fueron asesinados.

Jean-Paul Sartre, dramaturgo, filósofo y principal exponente del existencialismo, ha sido ampliamente reconocido como la figura más destacada de la intelectualidad francesa en el siglo XX. Pues bien, en un artículo titulado "Acerca de Múnich" que fue publicado unas semanas después del ataque terrorista, Sartre escribió: "En esta guerra, la única arma de los palestinos es el terrorismo. Es un arma terrible, pero los pobres y los oprimidos no tienen otra cosa y los franceses que aprobaron el terrorismo del FLN contra los franceses deben aprobar a su vez la acción terrorista de los palestinos. Ese pueblo abandonado, traicionado y exiliado solamente puede mostrar su coraje y la fuerza de su odio organizando ataques mortales".

Esta afirmación no es una excepción. Sartre y su compañera, Simone de Beauvoir, cuya obra feminista "El otro sexo" la convirtió en la pensadora francesa de mayor fama, eran fervientes admiradores de Mao Zedong y elogiaban la "violencia revolucionaria" que practicaba como expresión de moralidad superior. Sartre dijo: "un régimen revolucionario debe deshacerse de un cierto número de individuos que lo amenazan y no veo otro medio para ello que la muerte (…). Probablemente, los revolucionarios de 1793 no mataron a suficiente gente".

Sartre admiraba o defendía las acciones de cualquiera que se opusiera de alguna manera al capitalismo, desde el abanderado de la revolución cubana, Che Guevara, hasta el dictador camboyano, Pol Pot, que mató a dos millones de compatriotas (es decir, al 20 por ciento de la población de su país).

Entre los principales intelectuales del siglo XX, dictadores como Josef W. Stalin y Mao Zedong despertaban admiración que los principales líderes políticos e intelectuales del Occidente capitalista y democrático. Para estos pensadores, el odio hacia el capitalismo era tan grande que muchos de ellos se convirtieron en ciegos admiradores de los mayores asesinos en serie de su época.

No estoy hablando de meros outsiders o excéntricos, sino a los principales intelectuales del siglo XX. Un buen ejemplo es el del escritor francés Henri Barbusse, que se hizo mundialmente famoso por su diario de guerra Bajo el fuego, publicado en 1916. Fue traducido a más de 60 idiomas y le llevó a ganar el Prix Goncourt, el premio literario francés más prestigioso. Pues bien, Barbusse se convirtió en uno de los admiradores más fanáticos del dictador soviético Stalin, de quien escribió: "su historia es una serie de victorias sobre una serie de tremendas dificultades. Desde 1917, no ha pasado un solo año en su carrera en que no haya hecho algo que habría hecho famoso a cualquier hombre. Es un hombre de hierro. El nombre con el que se le conoce lo describe bien, pues Stalin significa "acero" en ruso".

El filósofo francés Michel Focault, uno de los principales defensores del post-estructuralismo y referente del análisis discursivo, expresó su ira contra la élite capitalista en un debate televisado que compartió con Noam Chomsky en 1971: "el proletariado no hace la guerra contra la clase dominante porque considera que esa guerra sea justa, no. El proletariado hace la guerra a la clase dominante porque, por primera vez en la historia, quiere tomar el poder. Y, cuando el proletariado tome el poder, es muy posible que ejerza hacia las clases sobre las que ha triunfado un poder violento, dictatorial e incluso sangriento. No veo qué objeción podría hacerse a esto".

La justificación de la violencia y el terror, siempre que estén dirigidos contra el capitalismo, continúa a fecha de hoy. Slavoj Žižek, uno de los intelectuales de izquierda más destacados de nuestro tiempo, aboga por un "nuevo comunismo" en su libro de 2021, Una izquierda que se atreve a pronunciar su propio nombre. "Lo que necesitamos hoy", escribe, "es una izquierda que se atreva a pronunciar su propio nombre, no una izquierda que cubre vergonzosamente su núcleo con una hoja de parra cultural. Y ese nombre es comunismo". La izquierda, sostiene, debería abandonar el sueño socialista de lograr un capitalismo más equitativo y "justo". En su lugar, habría llegado el momento de promulgar "medidas comunistas" más radicales. Así, como objetivo explícito, defiende que "la clase opositora tiene que ser destruida".

Según Žižek, el Gran Salto Adelante de Mao fue algo así como una oportunidad para "evitar el socialismo y entrar directamente en el comunismo". Desafortunadamente, mucha gente no sabe nada sobre aquel proceso de finales de la década de 1950, que supuso el mayor experimento socialista en la historia de la humanidad. El historiador Frank Dikötter ofrece la siguiente evaluación del proceso: entre 1958 y 1962, al menos 45 millones de personas murieron innecesariamente como resultado de este proyecto socialista; la mayoría murió de hambre, mientras que otros 2,5 millones fueron torturados, asesinados a golpes, privados deliberadamente de alimento, muertos de hambre, etc.; "se mataba selectivamente a personas por ser ricas, por hablar "de forma aburguesada" o, simplemente, porque no eran del agrado de los cuadros del régimen comunista. Pues bien, es precisamente este "Gran Salto Adelante" lo que Žižek ensalza con euforia.

En un artículo de The New York Review titulado "Las visiones violentas de Slavoj Žižek", se puede ver qué fotografía cuelga sobre la cama de Žižek: una estampa del asesino dictador Josef W. Stalin. En el fondo, eso ya nos dice todo sobre el personaje.

Rainer Zitelmann es autor de "En defensa del libre mercado" (Unión Editorial, 2023).

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