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Qué quiere decir y qué no que España tenga una presión fiscal inferior a la de la media de la Eurozona

En las últimas décadas, nuestro país va acercándose en presión fiscal a sus vecinos cuando crece y se separa cuando deja de hacerlo.

En las últimas décadas, nuestro país va acercándose en presión fiscal a sus vecinos cuando crece y se separa cuando deja de hacerlo.
El ministro Félix Bolaños junto a las ministras Yolanda Díaz (i) y María Jesús Montero (c) posan para la foto previa al primer Consejo de Ministros del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez | EFE

"La media ponderada de la presión fiscal en la Unión Europea (41,2%), y la Eurozona (41,9%) está por encima del 38,3% español". Ésta es una de las principales conclusiones del excelente informe La presión fiscal en España y en la UE, de Miguel Ángel García Díaz, que esta semana publicaba Fedea. Es un trabajo muy claro y accesible, que recopila las principales cifras del sistema tributario español y las compara con las de nuestros vecinos (y una bendición para los periodistas, que ya tenemos resumidos en una tabla datos de esos de los que nos viene bien tirar casi cada día).

El problema no son los datos, sino la interpretación. Porque con ese titular con el que comenzábamos este artículo, parece que no hay mucho más que hablar. Como casi siempre que se anuncian estas cifras, se repiten los argumentos: la presión fiscal en España es "baja", tenemos "margen" para subir impuestos y ese incremento tributario sólo nos llevaría a equipararnos con nuestro grupo habitual de comparación.

Bueno, no tan deprisa. Tres claves que casi siempre se olvidan en este debate:

En primer lugar, como explica el propio autor, "el signo de la diferencia cambia en caso de utilizar la media simple y la presión fiscal española habría sido en 2022 superior en 1 punto de PIB a la media de la UE (38,3% vs 37,3%) y en 0,4 puntos a la de los países de la Zona euro". Y por qué cambia este signo: pues básicamente porque la media ponderada le otorga un peso a la presión fiscal de cada país en función de su población. Tiene sentido para saber cuántos impuestos paga el ciudadano medio de la UE. Pero también distorsiona el análisis, porque en muchos elementos relevantes la población tiene una importancia relativa: por ejemplo, si una empresa se plantea una inversión entre los diferentes países europeos, uno de los aspectos que mirará es la legislación tributaria de cada uno de ellos (lo de la población será un elemento menor a la hora de tomar la decisión).

Pero es que, además, en este caso hay otro factor relevante: la media ponderada sale más elevada que la simple porque dos de los estados más grandes de la UE (Francia e Italia) están entre los que tienen una presión fiscal más elevada (los franceses lideran la tabla casi cada año). Y el otro gran país por número de habitantes (Alemania) suele estar más o menos en la media o ligeramente por encima. Enfrente, los pequeños (Irlanda, países del Este...) tienen impuestos mucho más bajos.

Segunda pregunta: ¿debemos compararnos con la Eurozona o la UE? Sí, lo sé, parece lo lógico, porque siempre nos comparamos con ellos; por ejemplo cuando analizamos las condiciones de vida (desde el PIB per cápita a la calidad de los servicios públicos. Tiene sentido que nos preguntemos si en estas cuestiones estamos mejor o peor que ellos. Pero fijarnos en la presión fiscal de Francia o Italia no sé si tiene demasiado sentido. Por una cuestión muy simple: desde el punto de vista económico, estos países no son ejemplo de casi nada. Cuando debatimos de impuestos, las posiciones son: los socialdemócratas alegan que es necesario subirla porque sólo así habrá mejores servicios públicos y que esto no dañará el crecimiento (que incluso puede impulsarlo porque mejora la situación económica y la estabilidad de muchos colectivos). Enfrente, la postura liberal es que una presión fiscal excesiva dañará el crecimiento y el dinamismo.

Por qué digo entonces que me importa más bien poco la presión fiscal de la Eurozona: pues, entre otras razones, porque nuestros vecinos no son ejemplo de casi nada en el terreno económico. Cuando debatimos sobre educación, miramos los resultados de PISA de los mejores (de Corea o Singapur a Finlandia, Estonia o Polonia). No nos vamos a comparar con los mediocres. Pues eso es lo que hacemos en fiscalidad: parece que el objetivo es parecernos a la zona económica que peor lo ha hecho en las últimas dos décadas (la Eurozona) y, dentro de esa región, a los países que destacan para mal (Francia, Italia, Grecia). Sí, sé que hay ejemplos mejores (de Dinamarca a Suecia), pero ni siquiera estos están para tirar cohetes en cuanto a crecimiento y la media ponderada de presión fiscal de la Eurozona sale como sale por los primeros. Decir que "hay que igualar la presión fiscal española a la de nuestros vecinos" es ponerse como objetivo alcanzar a los últimos de la clase. De hecho, si miramos a la Eurozona, tenemos buenísimos ejemplos (desde los bálticos hasta Irlanda) de bajos impuestos y elevado crecimiento. ¿Por qué quedarnos con el ejemplo francés?

Por último, un recordatorio con un gráfico del informe:

presion-fiscal-esp-eurozona.jpg

En general, España va acercándose en presión fiscal a sus vecinos cuando crece y se separa cuando deja de hacerlo. Con la excepción del Covid (que ha sido algo extraordinario), lo que vemos es que la recaudación se dispara cuando generamos crecimiento y se desploma con las recesiones. Es decir, sin tocar los tipos, nuestros socialdemócratas patrios podrían ver cómo la cifra final se parece a la que ellos buscan simplemente a base de más productividad, empleo, inversión, etc... En parte es lógico, en un sistema fiscal como el nuestro, si logras que más contribuyentes salten a los tipos superiores, estás subiendo la presión fiscal sin subir impuestos. A mí, que el modelo no me gusta, siempre me ha parecido que la respuesta era obvia: si quieres presión fiscal muy elevada, primero tienes que lograr una economía dinámica. En ese momento, el dinero te llegará sin hacer nada. Desgraciadamente, nuestros socialistas han escogido el camino contrario: primero subo impuestos y luego espero a que la economía crezca por arte de magia. Pregunten a griegos, franceses o italianos: les dirá que no... que así no funciona.

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