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Por primera vez en la historia de España nacen más niños de padres que no están casados

El INE certifica que el saldo vegetativo negativo sigue creciendo. Entre las españolas de origen, la tasa de natalidad se mantiene mínimos históricos.

El INE certifica que el saldo vegetativo negativo sigue creciendo. Entre las españolas de origen, la tasa de natalidad se mantiene mínimos históricos.
Una anciana cuida de su nieta, en San Gimignano, Italia. | Alamy

Tener niños es malo. Este mensaje, más o menos edulcorado, más o menos explícito, ha calado en nuestra sociedad. A veces con acompañamiento feminista (los hijos son un lastre para la mujer); a veces centrado en el dinero (tener hijos es muy caro); en otras ocasiones con la excusa del cambio climático (los niños son malos para el planeta porque consumen muchos recursos); y de forma más implícita, pero muy constante, en lo que tiene que ver con el ocio (tener hijos limita tus posibilidades). Da igual cuál sea el formato o la excusa: la idea que se transmite es que tener hijos es negativo. Sí, de vez en cuando te dan alegrías, pero la vida es mucho más sencilla sin ellos. Tienes más opciones, menos restricciones y, en general, una existencia menos complicada.

No es algo nuevo. Podríamos remontarnos medio siglo. Desde 1968 al menos, ha triunfado la idea de que tener hijos no tiene por qué ser la alternativa por defecto. Que mejor te lo piensas y, si no lo tienes muy claro, si todas las piezas no encajan a la perfección... no lo hagas. Tampoco es algo privativo de España, aunque nuestro país destaca como alumno aventajado de ese Occidente postmoderno.

Esta semana, el INE publicaba las estadísticas demográficas de 2022. Como es habitual, durante unos días se hablará algo (lo normal es que tampoco mucho) de ellas y se volverán a sacar a la palestra los argumentos habituales: precariedad laboral, pocas guarderías públicas, problemas en el mercado de trabajo o el coste de la vivienda. Cualquiera que recuerde cómo se vivía en los años 60 o 70 se dará cuenta rápidamente que ese análisis no resiste el más mínimo escrutinio. Tampoco la comparativa entre pueblos, ciudades o provincia de la España actual: ni en los lugares con menos paro nacen muchos más niños, ni en los municipios de renta per cápita más alta hay una explosión de natalidad, ni las profesiones con un perfil más estable (por ejemplo, funcionarios) hay embarazos por doquier. Si fuera una cuestión económica, debería verse alguna diferencia en este sentido: y no, no se ve nada (en ocasiones, incluso ocurre al contrario: a mejor situación económica, peores datos demográficos).

En cualquier caso, sobre las razones, cada uno tendrá la suya. Pero el acumulado es el que es: España es una sociedad en un retroceso demográfico muy evidente. Y en el que la inmigración sólo en parte sostiene las grandes cifras. Estamos ante un enorme reto económico (y no nos referimos sólo al manido tema de las pensiones) y social (ahora que estamos cerca del cuarto de siglo, ya tenemos la evidencia de que la sociedad del año 2050 no se parecerá, en nada, a la del año 2000). ¿Cómo será? ¿Mejor? ¿Peor? Cualquiera sabe. Por ahora, lo único que tenemos son estas grandes cifras:

- En 2022 nacieron en España 329.251 niños. Diez años antes, la cifra era de 454.648: estamos ante un descenso del 27,6% en una década.

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Al contrario de lo que ocurre en otras estadísticas económicas, en la demografía (especialmente en la natalidad) no es sencillo que se produzca un rápido cambio de tendencia. Desde comienzos de los ochente estamos viendo una caída en picado del número de nacimientos y de las tasas de fecundidad (hubo un ligero paréntesis en el cambio de siglo, pero luego la tendencia se acentuó). Esto quiere decir que en el año 2000 nacieron menos niñas que en el año 1980. Por lo tanto, hay menos jóvenes que entren cada año en edad de procrear. Si, además, ese colectivo menguante tiene tasas de natalidad bajas (menos hijos por mujer), la solución se antoja complicada: para revertir la tendencia necesitaríamos más jóvenes (que no han nacido) y que cada una de ellas tuviera más hijos (nada apunta a que esto vaya a ocurrir).

- El Indicador Coyuntural de Fecundidad (número medio de hijos por mujer) sigue también cayendo. Aquí lo más significativo es que el descenso viene de cifras que ya eran muy bajas. En 2012 estábamos en 1,32 hijos por mujer y ahora estamos en 1,16 (recordemos, la tasa de reemplazo es de 2,1). No sólo eso, si miramos por nacionalidad, la cosa pinta peor para las españolas: 1,12 hijos por mujer para las que tienen DNI y 1,35 para las madres extranjeras. Y si mirásemos a las españolas nacidas en España (para eliminar el efecto de las dobles nacionalidades) la cifra sería todavía más baja.

Como decíamos antes, no hay un patrón claro en cuanto a ingresos o desempeño económico. Así, este ICF es de 1,16 a nivel nacional. ¿Qué provincias superan el 1,4? Sólo tres: Murcia, Almería y Melilla, en todos los casos con una fuerte presencia de población (inmigrante o de nacionalidad española) de origen magrebí. En el resto, tenemos provincias ricas, como Madrid o Barcelona, con tasas de fecundidad inferior a la media (1,14 en los dos casos), y otras en las que las cosas son algo mejores (aunque siempre en números muy bajos). Enfrente, cinco provincias andaluzas (Almería, Granda, Córdoba, Sevilla o Huelva) están por encima del 1,2, aunque no son, ni mucho menos, las que tienen una renta per cápita más alta o mejor desempeño en el mercado laboral.

- Otro dato interesante: por primera vez en la historia, nacieron más niños de madre no casada que de madre casada. La diferencia es pequeña -164.189 de madre casada frente a 165.062 de madre no casada- pero llama mucho la atención. Con un elemento añadido: entre las españolas hay bastantes más hijos de madre soltera que de madre casada (134.458 frente a 118.924). Son las extranjeras las que compensan un poco la estadística, porque ellas sí tienen bastantes más hijos dentro del matrimonio. Como nos explica Alejandro Macarrón, director de la Fundación Renacimiento Demográfico: "Cuando empezó a venir la inmigración, había un porcentaje más elevado de hijos de madres no casadas entre las inmigrantes. Ahora no es así, hay más madres solteras entre las españolas, sobre todo porque asiáticos y magrebíes, que tienen muchos hijos, sí se casan".

¿Y qué tipo de familia conforman esas madres no casadas y sus hijos? Pues hay de todo: parejas de hecho (no constan como matrimonio, pero padre y madre viven con el hijo), pero también madres que viven solas con sus hijos (familias monoparentales).

- De los 329.251 niños, 253.382 fueron hijos de madre española y 75.869 (el 23%) de madre extranjera. Pero esas cifras pueden ser algo engañosas, en el sentido de que cuando uno piensa en madre española o extranjera piensa en nacionalidad de origen. Macarrón ha realizado sus propios cálculos con los microdatos del INE y lo que le sale es que el 29% de los nacimientos son de hijos de madre no nacida en España. Esto quiere decir, que en 2045, casi el 30% de los veinteañeros que estudien o busquen trabajo en España tendrán un origen extranjero. De nuevo, sin entrar en valoraciones, éste es un cambio social enorme del que quizás no siempre somos conscientes (y que, desde luego, ocupa muy poco del debate público).

Como curiosidad, ahora que la cuestión catalana está tan presente. Macarrón muestra algunos datos muy interesantes: el 49% de los niños nacidos en Cataluña en 2022 tenían al menos un progenitor nacido en el extranjero. En Gerona, hablamos del 53%. Y un 4,3% de los menores de cinco años de la región también habían nacido en el extranjero. Es decir, más de la mitad de los niños que ahora crecen en Cataluña o son nacidos en el extranjero o tienen padre-madre extranjero (normalmente, los dos). Está claro que la Cataluña del futuro no será igual a la que Oriol Junqueras o Carles Puigdemont tienen en la cabeza cuando recuperan lo ocurrido en 1714 para su Ley de Amnistía. Esto no es algo que ocurra sólo en Cataluña, aunque sí es cierto que esta región es una de las que tiene las cifras más llamativas.

- Como no podía ser de otra manera, el saldo vegetativo es negativo. No hablamos de la población total, que se compensa por la llegada de inmigrantes. Sino del saldo nacimientos-muertes entre los residentes en España. Es decir, cómo evolucionaría la población si no llegase ni un sólo inmigrante (y ningún residente marchase al extranjero). En 2012, el saldo era positivo en 52.226 personas. El último años, el saldo ha sido negativo en 133.250 personas: es decir, en nuestro país hubo muchas más muertes que nacimientos.

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Por supuesto, esto no se debe a un empeoramiento de nuestra salud. España es uno de los países con mayor esperanza de vida del mundo (en Madrid, la región con mejores cifras en este sentido, estamos ya en 84,8 años). De hecho, esta estadísticas de esperanza de vida ha recuperado los niveles pre-Covid. La clave del saldo vegetativo negativo son los pocos nacimientos. De nuevo, Macarrón, probablemente la persona que más y mejor ha estudiado estos temas en España, pone el dedo en la llaga con algunas cifras de las que incomodan: "Ya hay provincias, como Zamora, que están 4 a 1 en la relación muertes/nacimientos si contamos sólo a los nacidos en España. Hace catorce o quince años, cuando me puse a mirar estos datos por primera vez, me asusté porque las peores provincias estaban en una relación de 2 a 1 (muertes/nacimientos contando sólo a los nacidos en España). Ahora hay unas cuantas con una relación 3 a 1; y muchas otras de 2 a 1". Un país que se muere. Y no es sólo una forma de hablar.

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