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Manuel Fernández Ordóñez

¡Salvemos las nucleares!

Aquí estamos y somos imprescindibles, producimos más del 20% de la electricidad de España, somos un referente internacional, un ejemplo a seguir.

Aquí estamos y somos imprescindibles, producimos más del 20% de la electricidad de España, somos un referente internacional, un ejemplo a seguir.
Central nuclear de Almaraz | Foro Nuclear

Hay algo maravillosamente mágico en la energía nuclear. La conquista, por parte del ser humano, de la parte más íntima del interior de los núcleos atómicos. El aprovechamiento, para el bien de la humanidad, de la fuente de energía más poderosa del Universo. Una energía miles de veces más intensa que cualquier otra fuente energética conocida. Una energía capaz de nutrir a las sociedades más avanzadas de grandes cantidades de electricidad, pero también de salvar millones de vidas en todos los hospitales del mundo.

No se trata únicamente de un milagro científico desarrollado por las mentes más brillantes del siglo XX, sino también de un prodigio de la ingeniería, muestra del ilimitado potencial del ser humano. Cualquiera que haya entrado en una central nuclear se empequeñece -es inevitable- ante el despliegue técnico necesario para hacer funcionar, como un reloj suizo, la miríada de sistemas y equipos existentes en cada uno de nuestros reactores. Kilómetros y kilómetros de tuberías y cables, miles y miles de válvulas y amortiguadores, toneladas y más toneladas de componentes, todos en perfecto estado de revista, todos inspeccionados hasta el más mínimo detalle, todos cuidados y mantenidos con el mimo que únicamente el sector nuclear sabe dar a sus activos.

Escribo estas líneas desde Almaraz, donde estamos trabajando en la recarga de combustible del reactor número 2 de la central nuclear extremeña. Ojalá todos ustedes pudieran ser testigos de lo que sucede en su interior. Una danza continua, vertiginosa, interminable, en la que cientos de personas trabajan de manera coordinada para llevar a cabo miles de trabajos con una precisión fascinante, una profesionalidad incuestionable y una seguridad sin igual en ningún otro sector industrial. Son mis colegas de profesión, mis compañeros, personas con una formación y cualificación deslumbrantes, profesionales de incalculable valor que trabajan a lo largo y ancho del mundo merced a la reputación que se ha ganado, año tras año, la industria nuclear española.

Nuestra industria exporta conocimiento y tecnología a todos los continentes, genera riqueza y proporciona empleo de alta calidad a unos 30.000 profesionales que merecen, al menos, el mismo respeto que el resto de los trabajadores de nuestro país. Un respeto que nos niegan de manera continua, desde las instituciones y desde el propio gobierno. Nosotros, que tenemos que aguantar cada día cómo se nos declara inútiles, inservibles, accesorios. Nosotros, a los que el gobierno ha acusado de ser un riesgo, de ser inseguros, de ser un peligro. Nosotros, que llevamos décadas soportando la insidia, la repulsa y las mentiras… sobre todo las mentiras.

Pero aquí estamos. Y somos imprescindibles. Producimos más del 20% de la electricidad de España, somos un referente internacional, un modelo de excelencia, un ejemplo a seguir. Siempre estamos aquí, de día, de noche, cuando no llueve, cuando no hace sol, cuando no hay viento o cuando nieva demasiado, cuando el gas y el carbón son caros, cuando el precio del petróleo se dispara o cuando los sátrapas del mundo nos cortan el grifo energético.

Siempre estamos aquí, las veinticuatro horas del día, todos los días del año, produciendo electricidad sin emisiones de gases de efecto invernadero, de manera segura, de manera estable y de manera competitiva. Siempre estamos aquí porque somos todo lo que pasa antes de que aprietes el interruptor de la luz. Somos eso que no sabes que está, pero siempre está. Somos eso que echarás de menos cuando el sectarismo se salga con la suya… cuando sea ya demasiado tarde.

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