
En los últimos días, se ha hecho viral un tuit que es muy ejemplificador de la locura ecologista. Una periodista, Julia Pérez Lozano, ha denunciado que se alojaba en una habitación por 350 euros la noche y que el hotel utilizó el compromiso con el medioambiente para ofrecerle no limpiar su habitación a diario.
"¿Me cobran 350€ por noche y me hacen sentir culpable? Perpleja" publica la periodista, que denuncia también que, encima, la hacen "sentir culpable" por exigir un servicio básico.
Segundo hotel en el que me ofrecen alojarme en una habitación sin limpiar cada día apelando a mi compromiso con el medioambiente. Me cobran 350€ por noche y me hacen sentir culpable.
— Julia Pérez Lozano (@juliaplozano) July 17, 2024
¿Sucio sinónimo de sostenible?
Cada vez más perpleja 😳😳😳 pic.twitter.com/XTMGgbndZC
Esta situación no es nueva y se suma a otras medidas impuestas en nombre de la sostenibilidad. Por ejemplo, en los últimos años, muchas cadenas hoteleras han implementado políticas de limpieza reducida bajo el pretexto de proteger el medioambiente.
Estas políticas incluyen la limpieza de habitaciones cada dos o tres días en lugar de diariamente, la sustitución de toallas y sábanas solo bajo petición y la limitación del uso de ciertos productos de limpieza. Aunque estas medidas se presentan como ecológicas, muchos clientes las perciben como una manera de reducir costes a cambio de mermar el servicio y la comodidad del cliente.
De hecho, en las redes sociales abundan las quejas sobre la falta de limpieza y el deterioro de la calidad del servicio en establecimientos que cobran precios premium. Este descontento refleja un rechazo generalizado a la idea de que la sostenibilidad deba alcanzarse a costa de la calidad y el confort.
Estas medidas no solo vienen por parte de los hoteles. Lo cierto es que se enmarcan en una serie de recomendaciones y normas promovidas por organismos internacionales como el Foro Económico Mundial (WEF), que buscan imponer nuevos hábitos de consumo con la excusa de la sostenibilidad.
Por ejemplo, el WEF ha publicado recomendaciones sobre la reducción del lavado de ropa para ahorrar agua y energía. Según sus indicaciones, los vaqueros deberían lavarse solo una vez al mes, los jerséis cada quince días y los pijamas una vez a la semana. Estas recomendaciones, que parecen sacadas de un manual de austeridad extrema, se alinean con la retórica anticapitalista del WEF y su famosa frase: "En 2030 no tendrás nada y serás feliz".
El debate sobre estas medidas pone de manifiesto una tensión fundamental en la agenda de sostenibilidad promovida por el WEF y otros organismos internacionales. Mientras que sus defensores argumentan que es necesario adoptar nuevos hábitos para proteger el medioambiente, los críticos señalan que muchas de estas recomendaciones ignoran la calidad de vida y las necesidades básicas de las personas. La idea de que debemos aceptar servicios reducidos y comodidades limitadas en nombre de la sostenibilidad es vista por muchos como un retroceso en términos de progreso y bienestar.