
Waymo es una empresa filial del grupo Alphabet, propietaria de Google, dedicada a la producción de coches de conducción autónoma. Constituida en 2009, fue lanzada con el apoyo de diversos innovadores vinculados a la Universidad de Stanford, que en 2005 y 2007 participó con éxito en una serie de torneos automovilísticos sin conductor.
Aunque este servicio aún parezca cosa de ciencia ficción a este lado del Atlántico, lo cierto es que Waymo lleva tiempo sumando cada vez más zonas de operación y, desde sus primeros viajes en 2020, ha venido ofreciendo su particular servicio de taxi en las ciudades de Phoenix, San Francisco y Los Ángeles. El pasado mes de octubre, la empresa sumó su viaje de pago número 150.000 y anunció acuerdos para llevar su servicio a nuevos mercados como Austin o Atlanta.
La empresa echó a andar con capital aportado directamente por Google. Cuando la iniciativa empezó a coger tracción, fue separada del buscador y constituida como una filial distinta dentro del grupo Alphabet, lo que ha facilitado la captación de hasta 11.000 millones de dólares de financiación externa entre los años 2022 y 2024, así como la firma de varios acuerdos de colaboración con fabricantes de vehículos como Stellantis, Mercedes-Benz, Jaguar Land Rover o Volvo.
Waymo One is now providing over 150,000 paid trips and driving over 1 million fully autonomous miles every week. The future is here, it’s growing, and it’s taking riders safely to their destinations every day. pic.twitter.com/NZYeT72l7u
— Waymo (@Waymo) October 29, 2024
Otra de las compañías que más ruido está haciendo en el ámbito de la innovación es Boom Supersonic, que ha puesto en marcha un proyecto de vuelos supersónicos con la que pretende tomar el relevo del Concorde y realizar viajes a una velocidad de vértigo. En lo que va de 2024, la empresa ha realizado los cinco primeros vuelos de su programa de pruebas con aparente éxito, lo que ha invitado a la esperanza a aerolíneas como United Airlines, que ya se ha comprometido a adquirir quince modelos XB-1, o Japan Airlines, que quiere hacerse con dos decenas de artefactos.
Los primeros viajes del XB-1 han tenido una duración limitada (hasta 55 minutos), se han desarrollado a unos 7.000 metros de altura y han permitido alcanzar velocidades de crucero de 1.012 kilómetros por hora. La idea de Boom Supersonic es seguir elevando sustancialmente estas rúbricas hasta llegar al umbral de los vuelos supersónicos, que en opinión de la compañía podrían llegar a ser unos 2.200 kilómetros por hora por un rango de hasta 7.900 kilómetros de distancia.
La empresa es consciente de los retos que enfrenta la aviación en clave de requisitos medioambientales, de modo que sus aeronaves funcionarán con combustible sostenible SAF y pondrán en práctica los mismos protocolos de reducción de sonido que vemos hoy en día en la mayoría de rutas comerciales que surcan nuestros cielos. Además, será capaz de aterrizar en las pistas convencionales de nuestros aeropuertos, sin requerir las pistas de extensión ampliada que necesitaba el Concorde. Si todo va bien, el avión Overture será una realidad en 2025, tomando el relevo del XB-1, de modo que los primeros vuelos de prueba completa se harán en 2027 y, si todo va bien, la comercialización será factible en torno a 2029.
Tanto Waymo como Boom Supersonic son algunas de las compañías que pedirán la reducción de regulaciones onerosas y obsoletas al nuevo gobierno de Donald Trump, que ha delegado esta cuestión en manos de Elon Musk. El propietario de Tesla, SpaceX, Starlink o la red social X (antes Twitter) sabe bien lo que es lidiar con el exceso de burocracia en primera persona, de manera que sus ideas a este respecto son interesantes. Musk también ha propuesto impulsar un tren bala conocido como Hyperloop, una idea que de momento no ha cuajado.
El transporte está indudablemente llamado a protagonizar algunas de las innovaciones más vistosas. Un caso evidente es el de los taxis aéreos y eléctricos operados por compañías como Archer, que no solamente busca expandir su negocio en Estados Unidos sino también en Japón.
Pero la movilidad es solamente una parte de la conversación. No en vano, el mundo de la I+D estadounidense también mira con entusiasmo a otros sectores como el de la energía, donde cada vez hay más inversiones volcadas en el desarrollo de nuevas tecnologías nucleares, como las que ofrecen los minirreactores SMR que están financiando compañías como Google, Amazon o Microsoft, con el respaldo de numerosas firmas del ramo especializadas en estas prometedoras soluciones.
Otro campo fértil para la innovación es el de la salud, donde el éxito de fármacos como Ozenpic, empleado originalmente para tratar la diabetes y usado cada vez más como solución contra problemas de obesidad y sobrepeso, o la introducción de las vacunas ARN, desplegadas por primera vez a gran escala a raíz del covid-19, han abierto las puertas a múltiples experimentos que se darán a conocer en los próximos años y que estarán volcados en los campos del envejecimiento y las enfermedades degenerativas, así como en la incorporación de la robótica a prometedores tratamientos con células madre que, por ejemplo, podrían restaurar la visión de personas con daños severos en sus capacidades oculares. Otra línea de trabajo interesante es la de los tests genómicos, que podrían llegar a detectar casi cualquier tipo de infección de manera rápida y precisa.
Por descontado, las miradas se dirigen también hacia la aplicación de la inteligencia artificial, que ha demostrado ser una herramienta muy prometedora en todo tipo de ámbitos y ramas de aplicación a las que ha aportado un plus de productividad.
Consolidar todas estas promesas y llevarlas a la realidad requerirá una actitud más laxa por parte de los reguladores estadounidenses, que a partir de enero de 2025 responderán a la Administración de un Donald Trump que no ha dudado en pedir a Musk un gran esfuerzo en materia de simplificación. Quien ya fuera presidente del país de 2017 a 2021 logró eliminar cuatro normas por cada regulación nueva que puso en vigor, de modo que Musk tiene ante sí el reto de ir aún más lejos.
El propietario de Tesla no está solo, sino que trabajará hará acompañado de Vivek Ramaswamy, con el que compartirá el protagonismo de dirigir la Comisión del Departamento de Eficiencia en el Gobierno. Este emprendedor de origen indio puso en marcha una empresa farmacéutica, Roivant Sciences, y construyó una fortuna de 960 millones de dólares a base de sus inversiones en biotecnología y en distintas operativas del sector financiero, donde fue uno de los promotores del fondo de cobertura Strive Asset Manegement.