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Daniel Rodríguez Asensio

El órdago encubierto de Lagarde a la razón de ser del BCE

Los resultados empresariales en Europa van a ser muy débiles. El endeudamiento se está disparando y la recuperación económica no llega. España está siendo el estandarte de una evolución económica muy preocupante.

Los resultados empresariales en Europa van a ser muy débiles. El endeudamiento se está disparando y la recuperación económica no llega. España está siendo el estandarte de una evolución económica muy preocupante.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde | Europa Press

Europa es, probablemente, la principal amenaza para la estabilidad macroeconómica a nivel mundial en estos momentos. No sólo porque la segunda ola de la pandemia acecha y la confianza se derrumba cada vez que alguno de los políticos habla de "confinamiento" o similares. También, recordemos, porque ha sido la región con una recuperación más débil y la que antes está mostrando una debilidad económica evidente. 

Preocupa, sin duda la evolución. Casi tanto como la respuesta ofrecida desde las instituciones supranacionales, y muy especialmente desde el BCE. Si la semana pasada ya advertía en esta columna de que la conversión de un programa de estímulos concebido como "extraordinario" en uno ordinario era un error con consecuencias estructurales sobre la Eurozona, el hecho de abrir la puerta a una relajación del objetivo de inflación supone ir un paso más allá e incidir en el error de subsanar una crisis producida por un exceso de estímulos con más intervencionismo.

Primero, porque el único objetivo del BCE es el de mantener la inflación en niveles por debajo, aunque cercanos, al 2%. Es decir, las palabras de Lagarde son un órdago encubierto a la propia razón de ser del BCE. 

En segundo lugar, porque todo parece indicar que está copiando la estrategia de la FED, que ya hizo un análisis similar hace algunas semanas. Una estrategia, la de copiar los movimientos del máximo organismo norteamericano, arriesgada por dos razones:

  • El BCE ha ido mucho más lejos en su política monetaria extraordinaria que la FED (55% PIB europeo vs 35% PIB norteamericano).
  • Estados Unidos es la primera potencia mundial y el dólar no sólo la moneda más usada de todo el mundo, sino también uno de los activos refugio contra la represión financiera aplicada por los propios bancos centrales. 

La traducción de todo lo anterior es sencilla: la capacidad de influencia de Lagarde como máxima responsable del BCE cuando anuncia de nuevas medidas es notablemente inferior a la de Jerome Powell. Europa está más cerca de Japón que de Estados Unidos, y por eso la reacción en los mercados financieros ha sido prácticamente inexistente. 

Y en tercer lugar, aunque no por ello menos importante, la llamada (casi a la desesperada) para conseguir reavivar la inflación en la Eurozona es un arma de doble filo que puede volverse en contra. Como ya hemos comentado en alguna ocasión en esta columna, es cierto que el IPC (el indicador más usado para medir la inflación) evoluciona a la baja y que está en niveles cercanos al 0%. No obstante, no es menos cierto que la pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos durante los últimos años ha sido un hecho (bienes de inmovilizado de primera necesidad y con necesidades de apalancamiento han subido mucho de precio, como la vivienda) y que un repunte de la inflación, en un entorno de incremento del paro y reducción de los salarios, supone un nuevo hachazo al poder adquisitivo de las familias y una presión adicional para los costes empresariales. 

Lagarde es consciente de todo esto. Hay avisos emitidos desde su propia institución sobre las anteriores cuestiones, que no suponen un riesgo menor. Por lo tanto, lo que en realidad está dejando entrever el BCE es:

  • Que espera un incremento de la inflación.
  • Que Europa es absolutamente dependiente de los estímulos monetarios y es incapaz de seguir creciendo sin ellos. 

No es difícil, teniendo en cuenta lo anterior, darse cuenta de que Europa está en una situación grave. El BCE está copando portadas por sus llamadas (casi a la desesperada) para la consolidación bancaria a nivel nacional, por pedir más planes de estímulo fiscal y para insinuar (que no ejecutar) que van a continuar con una política monetaria que es poco menos que suicida. 

Los resultados empresariales en Europa van a ser muy débiles. El endeudamiento se está disparando y la recuperación económica no llega. España está siendo el estandarte de una evolución económica muy preocupante, pero no seremos los únicos. Francia fue la sorpresa negativa de esta crisis y está experimentado también una recuperación muy débil; Italia ya arrastraba un elevado endeudamiento y ahora su capacidad de crecer es limitada; en definitiva, vienen curvas y no tenemos nada más que medidas intervencionistas. Notable error.

La Unión Europea es un éxito de la democracia liberal nacida tras la II Guerra Mundial.  Gracias a la UE, con sus defectos y sus virtudes, España es un país desarrollado con capacidad de salir adelante y no Argentina o Venezuela. El crédito es amplio y confiable, pero no infinito. Continuar ahondando en políticas de desunión y de desincentivo de la actividad económica es el camino directo a la ruptura del modelo que nos ha dado la mayor etapa de prosperidad de nuestra historia. 

Recuerden al Banco Central alemán generando dudas sobre lo conveniente de la actuación del BCE. Recuerden a los "frugales" enfrentándose a España, Italia y Francia por el reparto de los Fondos de Recuperación europeos. Eso daña a la UE y, de continuar por esta senda, podría llevársela por delante.

La única forma de evitarlo es volver a lo que nos unió: Maastricht y el esfuerzo de países libres e iguales que tienen objetivos comunes.

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