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Susana Criado

El dividendo, el refugio de los cautos

Cuando en bolsa pintan bastos, desaparecen de nuestro vocabulario algunas palabras como audacia y riesgo, y entran en nuestras carteras valores que ofrecen una elevada rentabilidad por dividendo. Si hace un par de años, en plena “exhuberancia irracional de los mercados”, el dinero entró en empresas de crecimiento –aquellas que nos hicieron creer que el dividendo era una antigualla y que lo más rentable era destinar la mayor parte de sus benéficos a su expansión internacional y a la diversificación de sus negocios– ahora, en plena incertidumbre bursátil el dividendo nos alegra el bolsillo.

Autopistas, eléctricas, alimentación y bancos son los sectores que presentan un dividendo más atractivo para sus accionistas. También empresas de mediano y pequeño tamaño que en algunos casos tienen escasa actividad en el mercado y que en ocasiones pasan desapercibidas entre los inversores. Aldeasa, la propietaria de las tiendas de los aeropuertos, es la compañía del mercado continuo español que ofrece la mayor rentabilidad por dividendo, del 7,87% en los últimos doce meses; le siguen Dinamia (6,67%), Aragonesas (5,97%) Duro Felguera (5,38%) Omsa (5,55%) Vidrala (5,24%) Global Steel (5,10%) y Uralita (5%).

Entre los grandes, eléctricas y autopistas se llevan la palma. Red Eléctrica ofrece una rentabilidad por dividendo del 4,37%, Endesa del 3,82% y Acesa del 4,55%. De los bancos, el más atractivo por este concepto es el Santander Central Hispano con un 3,45%, seguido del Popular con un 3,24%. Así, el inversor que compre acciones de estas compañías se asegura un rendimiento superior al de la renta fija a corto plazo, con la seguridad de adquirir buenos valores. Telefónica, el valor de mayor capitalización del mercado, decidió suspender en noviembre de 1998 bajo la presidencia de Juan Villalonga el pago de dividendos y adoptar la fórmula de las ampliaciones de capital para mimar la accionista.

El dividendo siempre ha sido una alternativa interesante para aquellos inversores poco amantes del riesgo. En los últimos años, excepto en 1993, ha crecido de forma ininterrumpida y ahora las importantes pérdidas que acumula la renta variable, del 40% desde marzo de 2000 y del 14% desde enero de 2001, ha dejado atrapados a muchos particulares que apuestan por esta fórmula para compensar las posibles caídas en las cotizaciones.

Sin embargo hay que andar con pies de plomo porque los beneficios empresariales podrían crecer menos de lo esperado en la recta final de este ejercicio como consecuencia de la ralentización económica que vive Europa. Aún así mucho tendría que deteriorarse la economía española y las ganancias de nuestras empresas, para que éstas dejaran de pagar dividendo. Para este año, la media estimada se sitúa en torno al 2,1%.

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