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Garzón ataca cinco sectores en cinco meses tras su cruzada contra el azúcar y el turismo

El ministro de consumo no da tregua a todo lo que se consuma: ahora, roscones, juguetes, ganadería y hasta contestadores automáticos.

El ministro de consumo no da tregua a todo lo que se consuma: ahora, roscones, juguetes, ganadería y hasta contestadores automáticos.
El ministro de Consumo, Alberto Garzón. | Europa Press

El rumor que corre por el Ministerio de Consumo y que filtran fuentes interesadas a los periodistas es que el titular de la cartera, el comunista Alberto Garzón, no es muy amigo de la sana costumbre de trabajar. Otros cuentan que apenas sale del despacho o del ministerio, donde tampoco se sabe muy bien a qué se dedica, salvo a pergeñar campañas ideológicas, sacar libros de recetas y publicar ocurrencias que van directamente en contra del consumo en sectores clave de nuestra economía.

La última de las polémicas ha sido la entrevista que Garzón concedió al diario británico The Guardian, en la que insinuaba que España producía carne de baja calidad en macrogranjas que estropean el medio ambiente y devalúan la calidad del producto que exportamos. Sus palabras dejan lugar a pocas dudas:

"Lo que no es para nada sostenible son estas macrogranjas. Encuentran un pueblo en una parte despoblada de España y ponen 4.000, o 5.000, o 10.000 cabezas de ganado. Contaminan el suelo, contaminan el agua y luego exportan esta carne de mala calidad de estos animales maltratados".

La polémica no se ha hecho esperar. En esta entrevista, Garzón daba un paso más en su cruzada contra el consumo de carne, contra el que se ha pronunciado en varias ocasiones, sino que atacaba directamente al sector ganadero español que ha pedido su dimisión. Garzón ha dejado sin palabras al presidente del Gobierno y ha provocado la cólera del ministro de Agricultura, Luis Planas, que se despachaba a gusto en una emisora de radio este martes contra el ministro Garzón. Sólo su compañera comunista Yolanda Díaz salía en su defensa.

Contra el consumo, en general

Es sabido que a los comunistas no les gusta el consumo. Es más, dentro de este espectro ideológico hay una corriente ecologista que dice que para salvar el medio ambiente hay que intentar reducir al máximo el consumo, en general. Cabría pensar que, a juzgar por su desempeño como ministro de Conusmo, Garzón se habría marcado precisamente ese objetivo, reducir el consumo en general y hacerlo de la peor manera, atacando los sectores donde se producen esos bienes y servicios que se consumen.

En Libre Mercado, Beatriz García ha publicado puntualmente sendos resúmenes de las "víctimas de Garzón", que van desde la carne hasta el Red Bull, pasando por la banca o el turismo.

En apenas dos años que lleva como ministro, Garzón ha conseguido enfadar al sector turístico, del que dijo que tenía bajo valor añadido, con una actividad precaria y estacional. Unas declaraciones muy en línea con las de otro de sus ya excompañeros de gobierno, Pablo Iglesias, quien dijo que España debería reducir el peso de su sector turístico.

Además del turismo, Garzón atacó al sector hostelero. De los bares, restaurantes y cafeterías, Garzón también dijo que "era un sector de bajo valor añadido y precario".

Otro clásico, las empresas eléctricas, han estado en su punto de mira. A ellas lsa ha culpado de la subida del recibo de la luz al tiempo que rechazaba la bajada del IVA del recibo eléctrico.

Las bebidas energéticas es otro de los caballos de batalla del comunista Garzón al "identificar un patrón de consumo de riesgo potencial para la salud". Hace ahora un año, aprobaba la subida del IVA de las bebidas azucaradas o edulcorantes añadidos que estaba en el 10% al 21% con la excusa de "fomentar hábitos más saludables" entre la población. Además Garzón gastaba recursos públicos en una campaña publicitaria con el eslógan "el azúcar mata". Los remolacheros, entre otros afectados por esta cruzada contra el dulce, no daban crédito a lo que estaba haciendo su gobierno.

Y así todo: contra una marca de galletas que patrocinaba a la selección esapñola de fútbol o contra la comida rápida, a quienes intentó subir el IVA sin éxito. Hasta el 20 de julio, el último de los sectores atacados por garzón fue el de las casas de apuestas, a quien también quería combatir subiéndoles la fisacalidad.

Cinco meses cinco causas

Desde aquel magnífico recopilatorio que publicó Libre Mercado en el mes de julio han pasado algo más de cinco meses, y Garzón ha tenido tiempo de profundizar en sus ataques.

Septiembre: contra la industria juguetera. Tras el parón veraniego, ya en septiembre, Garzón volvió con una de sus obsesiones: el sexismo en los juguetes con los que juegan los niños. En un abierto ataque al a industria, despilfarró más de 80.000 euros de recursos públicos en un vídeo que buscaba concienciar a los publicistas de que no deben mostrar niñas en los anuncios de muñecas. Se ve que para el ministro las niñas suelen preferir jugar con muñecas porque en los anuncios de televisión son las niñas las que juegan con ellas. Uno se pregunta entonces ¿por qué nuestras abuelas y madresjugaban con muñecas antes incluso de que la televisión llegara a sus hogares?

Pero lo que buscaba Garzón con esta ocurrencia era "sensibilizar a la ciudadanía española sobre la presencia de estereotipos de género en la publicidad de juguetes en España" y concienciar "a las empresas de juguetes sobre la necesidad de no emplear estereotipos de género a la hora de emplear estereotipos de género a la hora de realizar sus campañas de publicidad para niños y niñas".

Más tarde, aprobó una guía para padres, que orientara a los progenitores sobre qué juguetes deben comprarle a sus hijos de "manera crítica y no sexista".

Tanto obsesiona este asunto a Garzón que este mes de diciembre en plena temporada navideña lanzó una campaña con el eslógan #HuelgaDeJuguetes y en la que se exhibía un anuncio que pretendía imitar la estética de las películas de pixar, en la que los juguetes lamentaban que sólo quieran jugar con ellos un "50% de los niños". El grito pancartero era: "¿Qué somos? ¡Juguetes! ¿Qué queremos? ¡Igualdad!". "Nosotros, aunque seamos de plástico o de peluche, también tenemos nuestro corazoncito. Ha llegado el momento de decir basta, de reivindicar nuestro derecho a jugar con el 100 % de los niños y de las niñas", dicen los jueguetes en otro momento. Sí. En esto se ha gastado el dinero que pagamos con nuestros impuestos el señor Garzón.

Octubre: contra la industria alimentaria y publicitaria. Obsesionado con el azúcar, Garzón anunciaba en octubre que prohibiría la publicidad de alimentos y bebidas que él considera "no saludables" cuando se dirigen a menores de 16 años. Esta medida suponía el fin para los anuncios publicitarios en todo tipo de medios de comunicación de dulces, postres, chocolates, helados o zumos, entre otros productos.

La norma, que entra en vigor este año 2022 va a afectar a distintas categorías de productos que no podrán anunciarse en ningún medio televisivo, radiofónico, digital o de cualquier otro tipo que contenga programación u ofrezca acceso para menores de 16 años, independientemente de su contenido nutricional. Así, productos como chocolates, azúcar, dulces y postres, galletas confitería, pastelería, bebidas y barritas energéticas, bebidas azucaradas, zumos y helados, según ha asegurado Garzón, "estarán radicalmente prohibidos".

Su obsesión por la comida y la "desigualdad" le llevó a editar un libro de recetas saludables y para evitar que "aquellos con menos renta" se vean obligados a consumir alimentos ricos en grasa y azúcares.

Noviembre: cruzada contra los contestadores automáticos. Entre ataque y ataque a sectores industriales trascendentes en España, Garzón encontró tiempo para cargar contra los mensajes automáticos que tienen las empresas en sus teléfonos de atención al cliente. Sí. Esto parece que le molestaba mucho al ministro. Tanto, que conseguía que el Consejo de Ministros aprobase el día 16 de noviembre un anteproyecto de Ley de servicios de atención al cliente cuyo objetivo no era otro que acabar con los contestadores automáticos que usan las compañías en su día a día para gestionar llamadas y abaratar costes.

Instauraba así garzón el derecho de todo cliente a ser atendido de manera personalizada y cercenaba, con ello, la libertad empresarial para, por ejemplo, reducir costes mediante el empleo de esta tecnología. Según el argumento empleado por el Gobierno, "esta ley profundiza en esa atención que ha de recibir el cliente de manera personalizada de tal forma que incluso se tiene derecho a ser atendido por una persona física y no por un robot a través de los contestadores automáticos". A esta norma estarán obligadas las empresas de más de 250 trabajadores, un negocio anual de más de 50 millones de euros o un balance superior a más de 43 millones de euros."

Diciembre: contra los roscones. Llegado el mes de diciembre y dada su animadversión con los dulces, Garzón no ha dejado pasar el dulce por excelencia de la Navidad, con permiso de los turrones: el Roscón de Reyes. Desde la cuenta oficial del ministerio, Garzón sembró la duda sobre los fabricantes de estos dulces y alertaba a los consumidores de que tuvieran cuidado con la nata de los roscones "si contiene aceites de palma, coco u otras grasas vegetales no es nata, nata", decía Garzón en RRSS.

Diciembre: contra la industria ganadera. La última polémica, es la conocida entrevista en The Guardian ya no contra la carne, sino contra las explotaciones agrarias en España.

El presupuesto de garzón crece casi en un 50%

Pese a todas estas polémicas, Garzón va a gestionar en 2022 un 46,7% más que el año pasado. Así, Sánchez premiará la labor del comunista con 60 millones de euros al año para que siga atacando a la carne, el azúcar o… a los roscones.

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