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Daniel Rodríguez Asensio

Europa se enfrenta a la carestía energética: cuatro lecciones que aprender

En este nuevo escenario hay un recurso que se va a volver especialmente escaso: La energía.

En este nuevo escenario hay un recurso que se va a volver especialmente escaso: La energía.
Fracking en Lancashire (RU) | Alamy

Europa ya lleva 1 mes de invasión a Ucrania. Ojalá tuviera alguna perspectiva de remitir, o, al menos, de tener un final a corto plazo. Pero lejos de eso, todo parece indicar que avanzamos hacia una cronificación del conflicto. O, dicho de otra manera: La "nueva normalidad" sólo puede construirse en uno de estos dos escenarios:

  1. La invasión continúa hasta que Ucrania caiga.
  2. La invasión remite, pero las nuevas normas económicas y geopolíticas persisten.

En este nuevo escenario hay un recurso que se va a volver especialmente escaso: La energía. Europa ha basado su estrategia energética en el supuesto de que el mundo era un lugar maravilloso en el que el riesgo geopolítico no existe o, en su defecto, podía ser comprado a través de intercambios comerciales. Nada más lejos de la realidad. Ahora nuestro principal suministrador de gas ha decidido emprender un ataque contra Occidente, y el petróleo ha iniciado una escalada de precios que, por el momento, no parece tener visos de cambio de tendencia.

En un conflicto bélico siempre van a perder las dos partes implicadas. En este caso, Rusia y Ucrania. Ahora bien, más allá de eso, ¿Cómo quedan las fuerzas geopolíticas en el tablero mundial? Veamos:

China ha mantenido una posición ligeramente favorable a Rusia en las formas, aunque neutral desde el punto de vista económico bélico. El gigante asiático es el principal destino de las exportaciones e Rusia, y uno de sus principales tenedores de deuda y reservas, por lo que sin duda tendrá un impacto, aunque limitado porque el Yuan no se encuentra entre las monedas bloqueadas para Rusia. Además, se puede beneficiar por el efecto sustitución de bienes y/o servicios con destino a Rusia que antes provenían de Europa y ahora no. En cuanto a sus relaciones con Occidente, es difícil pensar que vayamos a renunciar (también) al liderazgo tecnológico chino, con lo que, en mi opinión, el balance de China en el nuevo tablero geopolítico es neutral.

La Unión Europea, por el contrario, es la más afectada por este nuevo contexto internacional. Más allá del impacto económico a corto y medio plazo, el Viejo Continente va a ver los efectos de una sucesión de malas decisiones de política energética mantenidas en el tiempo.

En esta columna venimos advirtiendo de que la transición energética como tal nunca debió ser un objetivo, si no se hace de forma proporcional, razonada y, sobre todo, supeditada al bienestar y normal funcionamiento de la vida de las personas. De nada sirven proclamas vacías pero muy altisonantes si no van acompañadas de raciocinio por detrás, tampoco en materia energética.

¿Recuerdan el debate que hubo en España en relación al fracking? La fracturación hidráulica es una manera novedosa de extraer petróleo y otros combustibles (como gas natural) de la tierra de forma menos agresiva con el medio ambiente y, sobre todo, más eficiente.

En España, como en buena parte de Europa, se tomó la decisión de politizar la política energética hace ya décadas, demonizar al petróleo y cerrar la puerta al fracking. Error.

Estados Unidos, el tercer gran agente en discordia en este análisis decidió caminar por el camino contrario y… ¡oh! ¡Sorpresa! Es el gran vencedor (si es que hay alguno, claro) de esta guerra.

Esta semana hemos conocido que Estados Unidos se ha comprometido a incrementar en un 68% las exportaciones de gas natural licuado a la Unión Europea. Merece la pena recordar que esta decisión se produce tan sólo unos días después de que también Estados Unidos presionara para que Europa cambiara las importaciones de petróleo desde Rusia por Norteamérica.

Desde el punto de vista geoestratégico, indudablemente Estados Unidos siempre va a ser un socio más fiable que Rusia (o Argelia) y, por supuesto, el agente que mejor defiende los valores de las democracias liberales en todo el mundo. No en vano durante mucho tiempo fue considerado el guardián de Occidente.

Esto, sin embargo, no debe hacernos perder la perspectiva: No es nuestro mejor escenario. Que nuestro abastecimiento energético dependa en gran medida de uno u otro socio nunca será una buena noticia para la Unión Europea.

La gran pregunta es, por lo tanto: ¿Cómo lo está haciendo Estados Unidos? ¿Siempre ha sido un país autosuficiente desde el punto de vista energético? La respuesta es un "no" rotundo. Es más, la dependencia del petróleo mexicano y argentino ha sido, tradicionalmente, uno de sus mayores talones de Aquiles.

Pero el fracking lo cambió todo. Esta técnica permitió que geografías que no eran tan ricas en yacimientos petrolíferos pudieran explotar sus recursos y equilibrar el tablero geopolítico. El resultado es que Estados Unidos ha pasado de ser una economía altamente dependiente del petróleo a ser un exportador neto del oro negro en septiembre de 2019.

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Desde entonces, su fortaleza internacional ha seguido ganando terreno y, según la AIE, en 2021 su capacidad exportadora fue de 160.000 barriles al día.

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¿Qué nos dice este ejemplo?

  1. Que gobernar bajo dogmas ideológicos siempre tiene consecuencias a largo plazo.
  2. Que una posición sólida en algo tan importante como es el abastecimiento energético sólo se puede construir a muy largo plazo (Estados Unidos comenzó en 2008).
  3. Que, a pesar de que el mundo cada vez es menos dependiente del petróleo, la autosuficiencia energética debería ser un objetivo político también en Europa.
  4. Que los regímenes autoritarios, como el ruso o el chino, siempre acaban desequilibrando el terreno de juego internacional, con graves consecuencias en el medio y largo plazo.

Daniel Lacalle tiene un libro excelente en el que cuenta muy bien el funcionamiento de los mercados energéticos y sus consecuencias. Se titula "La Madre de Todas las Batallas", y es de obligada lectura para quien quiera tener una idea clara de las fuerzas económicas que subyacen desde los mercados energéticos a la geopolítica mundial.

Europa se enfrenta a una situación de carestía energética sin precedentes, y en el corto plazo lo único que podemos hacer es cambiar a un socio por otro… y pagar todos los europeos la factura. Mientras, la crisis financiera continúa sigilosa su camino y los índices de estrés financiero a nivel global ya han recuperado los niveles de la pandemia… a pesar de que los bancos centrales apenas han iniciado la retirada de estímulos.

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La tormenta perfecta se está gestando cada vez más cerca, y seguimos centrados en los árboles que no nos dejan ver el bosque. Lo pagaremos, como siempre, usted y yo.

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