La graven situación de estanflación que atraviesa España está poniendo de relieve la asfixiante presión fiscal que enfrentan los agentes económicos. Así, mientras que las previsiones de crecimiento se han reducido de forma drástica, pasando del 7% anunciado por el gobierno a comienzos de año al 4% que anticipan ahora la mayoría de servicios de estudios, los datos de recaudación tributaria no paran de dispararse, al calor de una inflación desbocada.
El IPC de febrero apuntó que los precios están subiendo casi un 8%, mientras que el de marzo elevó la subida a una tasa cercana al 10%. En cambio, los niveles de producción están un 4% por debajo de los niveles previos a la pandemia, lo que confirma que la salida de la crisis nos llevará dos años más que al resto de países de nuestro entorno. La situación del sector privado, pues, se revela de lo más agónica.
Sin embargo, el Ministerio de Hacienda sí enfrenta la presente coyuntura con satisfacción, puesto que los niveles de recaudación están creciendo con fuerza, aupados por las continuas subidas de impuestos que ha decretado el gobierno de Pedro Sánchez y por el efecto que tiene la deriva inflacionista en las cifras de ingresos de la Agencia Tributaria.
Ya en 2021, la combinación de más impuestos con más inflación hizo que los ingresos de Hacienda se disparasen un 15% mientras la economía crecía tres veces menos, a una tasa del 5% que, de hecho, se situó un 50% por debajo del crecimiento anunciado por el gobierno a comienzos del ejercicio, cuando los Presupuestos Generales del Estado plantearon que la economía se expandiría casi un 10%.
Pues bien, esta situación va a peor en 2022 y, entre los meses de enero y febrero, las cifras de recaudación comunicadas por la Agencia Tributaria hablan de un repunte del 21,4% en sus ingresos, al calor del acelerón que se observa en gravámenes como el IVA o el Impuesto de Hidrocarburos, donde se están dando subidas superiores al 20%.
Por tanto, mientras que la producción económica crece a una tasa del 4%, los ingresos fiscales se disparan cinco veces más rápido, con una subida que supera el 20%. Un escenario muy preocupante que confirma la durísima situación que atraviesa un sector privado asfixiado por los impuestos, la mediocridad económica y la inflación.