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El miedo a una crisis alimentaria mundial desata el interés europeo en la potasa española

La invasión rusa de Ucrania ha desatado una crisis de los fertilizantes que pone en peligro la producción de alimentos básicos.

La invasión rusa de Ucrania ha desatado una crisis de los fertilizantes que pone en peligro la producción de alimentos básicos.
Campo de trigo. | Cordon Press

El temor a una crisis alimentaria crece en todo el mundo y España podría jugar un papel decisivo para evitarlo a nivel europeo. El coronavirus desató una crisis de suministros que se agravó con la invasión rusa de Ucrania, un país clave para el sector agroalimentario europeo por sus exportaciones de trigo, maíz y girasol. Ahora, la amenaza se extiende hacia los fertilizantes porque Rusia y Bielorrusia (ambos sancionados) son dos de los mayores productores de potasa, uno de los componentes claves del abono.

La potasa, o cloruro de potasio, es esencial para la fabricación de fertilizantes necesarios para alimentar y potenciar los cultivos. Es imprescindible para la producción de alimentos básicos como el maíz, la soja, el arroz o el trigo y su ausencia podría poner en peligro el rendimiento de la agricultura mundial. La potasa también se utiliza en otros sectores industriales como la medicina, la elaboración de detergentes o como material fundente para la recuperación de aluminio.

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Potasa policristalina con un centavo estadounidense como referencia

Cada año, la UE consume una media de siete millones de toneladas de potasa, de las cuales hemos dejado de recibir unos tres millones (el 40%) que se importaban desde Rusia y Bielorrusia, dos de los mayores productores de potasa junto con Canadá. Esta situación ha provocado que todos los compradores, temerosos de una crisis alimentaria mundial, se estén lanzando al mercado dispuestos a conseguir cargamentos de potasa, cuyo precio se ha disparado un 300% en los últimos meses hasta alcanzar los 1.000 euros la tonelada.

España podría satisfacer al menos un tercio de la demanda europea gracias a la potasa que acumulamos en Cataluña, Aragón y Navarra. Actualmente solo hay una empresa dedicada a la extracción de potasa: la catalana ICL Iberia, integrada en el grupo británico Industrial Chemical Limited, que opera desde hace un siglo en lo que se conoce como Cuenca Potásica Catalana. En breve se sumará un nuevo competidor, la navarra Geoalcali, propiedad de Highfield Resources (Australia), que este mismo verano comenzará a construir la Mina Muga.

"Ahora se está poniendo de manifiesto el aspecto estratégico de la potasa. En un primer momento se alertó de la dependencia energética de la Unión Europea con respecto al gas de Rusia. Pero cada vez está más claro que la crisis alimenticia y la crisis de fertilizantes también va a ser tremenda, sino peor", explica Ignacio Salazar, director general de Geoalcali.

Mina Muga: un tercio de la potasa que necesita Europa

La mina se encuentra dentro de los términos municipales de Undués de Lerda y Urríes (Aragón) y de las localidades de Sangüesa y Javier (Navarra). Obtuvo el visto bueno como concesión minera por parte del Gobierno central y los dos Ejecutivos autonómicos a principios de julio de 2021 y este verano está previsto que empiece la construcción de la boca de la mina subterránea y un centro de procesado, según ha explicado Salazar.

Durante la primera fase, que está previsto que arranque en 2024, la producción estimada será de 500.000 toneladas al año de potasa. La producción de la segunda fase alcanzará el millón de toneladas al año, un tercio de lo que la Unión Europea ha dejado de importar de Rusia y Bielorrusia.

"El proyecto Muga lleva gestándose ocho años. Con una inversión de 600 millones de euros, calculamos que durante la primera fase vamos a generar unos 500 empleos directos, que llegarán hasta los 800 durante la segunda fase. Es una generación de riqueza impresionante", afirma Salazar.

El mercado de la potasa ha sufrido numerosos altibajos en los últimos años. Desde Geoalcali, Salazar insiste en que la mina Muga es un proyecto que tendrá una vida de 30 años (como mínimo), "auditados y definidos" al margen de los precios artificialmente disparados por la invasión de Ucrania y con un claro objetivo en mente: el autoabastecimiento que nos permita dejar de depender de terceros países.

"Hay un cambio de mentalidad en Europa. Tenemos que contar más con nuestros propios recursos en vez de confiar en otros porque el mundo está avanzando en esta línea", señala Salazar. "Y en el ámbito de los fertilizantes, China y EEUU ya están concienciados. Europa seguía una línea mucho más fragmentada y con menos conciencia de unidad, pero este golpetazo ha sido una llamada de atención. Por eso se ha marcado como objetivo el autoabastecimiento y este producto siempre ha sido estratégico".

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