Pedro Sánchez se empeñaba en afirmar desde la tribuna del Congreso de los Diputados que su plan energético funciona. Toda la oposición lo negaba durante el debate del estado de la nación. Pero, posiblemente, la mayor desautorización a su discurso la ofrecía el propio mercado. Y es que el precio intradía de este pasado 14 de julio en el mercado ibérico MIBGAS era de nada menos que 136,90 €/MWh. Y ese precio era literalmente el resultado de multiplicar por 3,9 los 35,09 €/MWh del 14 de julio del año 2021.
Traducido: las familias y empresas españolas se enfrentan hoy a precios del gas que multiplican por cuatro los soportados hace sólo un año. ¿Es por el ataque de Putin a Ucrania? Evidentemente ese factor ha sido la guinda que ha reventado los precios. Pero los movimientos energéticos españoles se han convertido en un sinsentido que han contribuido a incrementar la dependencia del gas ruso, a perder los contratos de gas barato de Argelia, a no contar con fuentes alternativas de energía como la nuclear, o a que familias y empresas lleguen sin capacidad de afrontar esa escalada del mercado por culpa del saqueo fiscal imperante.
Pedro Sánchez se ha convertido en el mayor aliado de la dependencia gasista de Rusia. Tras su visita a Zelenski en el mes de abril, en la que congregó a medios nacionales e internacionales para demostrar su gran respaldo al pueblo ucraniano y su profunda crítica a Putin, España elevó la compra de gas ruso un 52%. Y en junio, el último mes contabilizado con cifras oficiales, Sánchez ha permitido que se multipliquen por cuatro las compras realizadas a la misma Rusia que ataca a Ucrania y que paga sus bombardeos con los ingresos procedentes del mercado de la energía.
En el mes de junio, y de forma más detallada, las compras de gas natural procedente de los yacimientos rusos ha sido de un total de 8.752 GWh. Y la compra en el mismo mes de junio del año pasado se limitó a 2.163 GWh. Traducido: este mes de junio, justo después de esa visita de Sánchez a Zelenski, la compra de gas ruso ha sido un 304,6% superior. Dicho de otra manera: la compra se ha multiplicado más que por cuatro veces.
Por el camino el Gobierno ha cometido otra serie de locuras energéticas. España se ha enfrentado a Argelia como consecuencia de haber regalado el Sáhara a Marruecos. La decisión fue unilateral de Pedro Sánchez, sin contar ni con el Parlamento, ni con el propio Consejo de Ministros del Gobierno. Y el resultado es visible.
Gas barato... para otros
Los datos oficiales del mes de junio también revelan una fuerte exportación de gas barato con destino a otros países, forzando a tener que adquirir gas caro procedente, sobre todo, de Estados Unidos. Y, todo ello, en medio de una alerta por el posible corte de suministro de gas. Los datos mensuales de exportación por medio de los gasoductos son los siguientes:
En cuanto a entrada de gas y procedente del norte de Europa, por medio del gasoducto pirenaico, España ha importado un 25% menos que en el mismo mes de 2021, pasando de 958 GWh/mes a sólo 721 GWh/mes.
Y, mientras, la exportación por este mismo tubo se ha disparado desde junio, con respecto al mismo mes del año pasado, desde 1.265 GWh/mes hasta 3.051 GWh/mes. Es decir, que la entrada de gas por ese tubo cae, y la salida se multiplica por 2,4 veces.
Con respecto al gasoducto de origen argelino que entra por Tarifa, no hay novedad beneficiosa en materia de importaciones: sigue literalmente cortado. A cero. Y por el otro gasoducto de origen argelino, el que entra en España por Almería, cada vez llega menos a España: cae un 5% el flujo y pasa de 7.711 a 7.345 GWh/día.
Por último, y para colmo, el mencionado tubo de Tarifa –cortado en la dirección de llegada de gas desde Argelia–, ahora se ha convertido en un medio de exportación de gas hacia Marruecos: salen 60 GWh/día.
Y todo ello hay que combinarlo con el hecho de que España mantiene vivo un plan para acabar por completo con la energía nuclear en 2035 y, de hecho, se va a gastar casi 27.000 millones de euros en cerrar las centrales nucleares.
Resultado: un gas caro, dependencia de países altamente inestables y peligrosos y, encima, sin alternativa energética. Traducido: el plan Sánchez.