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Sánchez ordena a sus alfiles en el Banco de España presionar para evitar que sus datos revelen las trampas del INE

El Banco de España elabora sus propios datos y si muestran una realidad opuesta a la del futuro INE dejará en evidencia a este organismo.

El Banco de España elabora sus propios datos y si muestran una realidad opuesta a la del futuro INE dejará en evidencia a este organismo.
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, la semana pasada, en el XXVI Encuentro de Economía de S'Agaró. | EFE

Las estadísticas del INE tienen un cotejo: los datos del Banco de España. No son lo mismo, pero acaban mostrando una fotografía similar de España. O deberían. Pedro Sánchez ha ordenado ya el control del INE con el fin de retocar las estadísticas con mayor influencia en la opinión pública y, por lo tanto, en la deriva electoral: IPC, EPA y PIB —precios, paro y crecimiento—. Pero los asesores económicos de Moncloa han alertado a Sánchez de un serio problema. ¿Y si el Banco de España muestra unos datos contrapuestos a los del INE? ¿A quién creerán los españoles tras un obsceno desembarco en el INE? La solución ya está en marcha: Moncloa quiere que sus alfiles en el Banco de España, Margarita Delgado y Soledad Núñez, hagan lo posible para evitar que los datos del banco revelen las trampas en los indicadores del INE. El Gobierno ha iniciado ya su asalto al Instituto Nacional de Estadística (INE). El que fuera hasta hace nada presidente de esta institución, Juan Manuel Rodríguez Poo, ha presentado ya su dimisión, forzado por las presiones del Ejecutivo.

Los hombres de Sánchez deslizaron que los días laborales de Rodríguez Poo serían breves y el propio afectado prefirió dimitir para evitar desprestigios mayores.

El desencadenante de esta expulsión fue un par de datos negativos para el Gobierno y tan realistas como la pérdida de poder adquisitivo que sufren los españoles: el dato del PIB (0,2%) y el del IPC (10,2%) que, eso sí, han tumbado de un plumazo el optimismo del Gobierno en materia económica.

El Gobierno no acaba ahí: quiere aprovechar los cambios para forzar una remodelación de todos los cargos decisivos en el INE y de ese modo poder retorcer mejor los datos.

Pero, claro, en esa labor, el Banco de España puede convertirse en todo un problema: el organismo elabora sus propios datos. Y si muestran una realidad opuesta a la del futuro INE, toda España confirmará la evidencia de una manipulación en los datos del Instituto Nacional de Estadística.

El plan del Gobierno afecta a tres indicadores. PIB, IPC y EPA. Los tres de más relevancia en la opinión pública. Los que revelan la marcha de la actividad económica, de los precios y del paro. La labor del INE en esos indicadores se sujeta por completo al mandato del servicio estadístico europeo (Eurostat), pero es verdad que la elaboración y cálculo de estos indicadores se apoya en una parte estadística que permite cierta modulación.

Esa labor estadística es más evidente en la EPA, que se realiza por encuesta. Y este indicador, a su vez, tiene repercusión en los datos de consumo, que influyen igualmente en el PIB. Y el cálculo de los precios tiene una fase decisiva en la composición de lo que se denomina la cesta de la compra, donde la estadística vuelve a jugar un papel decisivo.

El plan del Gobierno pasa por retirar parte de ese peso estadístico y sustituirlo por lo que denominan big data y datos administrativos. Y en ese momento es donde la información remitida al INE por el Gobierno puede alterar los cálculos finales.

Traducido: sí. El Gobierno sí quiere un mayor control de esos indicadores clave en la percepción de la economía en la opinión pública.

Y es ahí donde el Banco de España pasa a estar en el centro de la diana. Los estatutos del Banco de España establecen que su gobernador tendrá un mandato de seis años, sin posibilidad de renovación "haciéndose particularmente estrictas las posibles causas de cese". Traducido: Sánchez no puede forzar a dimitir al gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. A De Cos lo nombró Mariano Rajoy en mayo 2018 y su cargo expira en mayo de 2024 (después de las elecciones generales).

Hernández de Cos se ha convertido ya en un objeto de odio para el Gobierno. Es independiente y no pasa por exigencias extrañas. Y, menos aún, por órdenes cuando menos irregulares. Sus advertencias sobre los precios, el SMI, la deuda o los déficits descontrolados ya han amargado unas cuantas fiestas a Sánchez. Pero el Gobierno no lo puede quitar.

¿Cómo intentar sortear este problema? Pues con otra persona: la subgobernadora del Banco u otros alfiles cercanos. Porque, mientras De Cos intenta no sucumbir a las presiones del Gobierno, dentro de la institución, el Ejecutivo de Sánchez cuenta con otros apoyos, ya sea por la cantidad de cargos que ha nombrado (el más poderoso es precisamente el de la subgobernadora, Margarita Delgado) como por la relación directa de algunos de ellos con el PSOE, como el de Soledad Núñez, miembro del Consejo de Gobierno y la que fuera directora general de Política Económica de la Oficina Económica de Presidencia con Zapatero entre mayo de 2004 y febrero de 2005.

Si Sánchez ganara las elecciones, de hecho, Núñez sería una de las candidatas a la gobernación del banco. Y Sánchez quiere que sus alfiles presionen para que los indicadores del Banco sean más cercanos a los de su INE.

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