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Daniel Rodríguez Asensio

Así interviene Sánchez la economía y así fracasan estrepitosamente todas sus medidas

Vivimos en un país cuyas recetas para salir de la crisis van del intervencionismo económico de la URSS hasta una vuelta al dirigismo del sistema productivo de Franco.

Vivimos en un país cuyas recetas para salir de la crisis van del intervencionismo económico de la URSS hasta una vuelta al dirigismo del sistema productivo de Franco.
Pedro Sánchez | EFE

La pandemia ha supuesto un antes y un después en la forma de hacer política. En muchos países del mundo, pero muy especialmente en España, los que toman las decisiones políticas han tomado nota de algo muy preocupante: con asustar mucho a la gente es suficiente para sacar adelante medidas totalitarias, incluso contrarias a la Constitución.

Sobra recordar los decretos de estado de alarma que se pusieron en marcha en nuestro país. Además de inconstitucionales en algunos casos, fueron un desastre en términos tanto económicos como sanitarios. Pero, al parecer, para el Gobierno de España esto no fue suficiente. No sólo ha seguido por la senda del intervencionismo, sino que está usando el apocalipsis que ellos mismos crean y tratan de vender para otoño (algo que no es del todo cierto, como hemos explicado aquí) para justificar medidas totalitarias, contrarias a la democracia liberal que nos hemos dado en Europa y, por supuesto, con efectos nefastos para la gran mayoría.

Desafortunadamente, vivimos en un país cuyas recetas para salir de la crisis van del intervencionismo económico de la URSS hasta una vuelta al dirigismo del sistema productivo que ya puso en marcha Franco con el Instituto Nacional de Industria. Las cestas de la compra dictadas por papá Estado y la descentralización de organismos institucionales por la gracia de Sánchez son dos buenos ejemplos de lo anterior.

Tras más de una década en la que el dinero barato ha inundado la economía, ha deprimido la productividad y ha enterrado la iniciativa reformista en prácticamente todo el mundo (especialmente en los países muy endeudados, como el nuestro) ha aparecido la inflación y los desequilibrios que esta situación anómala estaba escondiendo. Nos echamos las manos a la cabeza, tildamos la situación de "emergencia"… y volvemos a las recetas autoritarias. Veamos los efectos de algunas de ellas:

Tope al gas

El debate sobre la energía en España ha sido, probablemente, uno de los que más demagogia se ha desplegado en los medios. La energía en toda Europa ha subido por exceso de intervencionismo y por una política energética equivocada desde hace décadas. En España, además, hemos cometido un error estratégico al alejarnos de Argelia para acercarnos a Marruecos por unas razones que aún no se ha esclarecido.

Por si todo lo anterior fuera poco, se ha manipulado la psique de la gente. Todos recordarán cuando a diario aparecía el precio mayorista de la electricidad en España. Los afines al Gobierno decían que era una maniobra para que el pánico se instalara en la ciudadanía. Los "agoreros de derechas" (así nos llaman ahí fuera) decíamos que había que tomar los datos con precaución porque una parte muy importante de los hogares (en torno al 85%) tenían tarifas del mercado libre y, por lo tanto, no estaban sufriendo la subida de la luz en sus facturas.

La estrategia del Gobierno de la Nación ha sido más que evidente: Primero se inventaron una tarifa regulada que es un absoluto desastre; el precio mayorista de la luz se disparó, y quienes estaban adscritos a esta tarifa sufrieron los efectos adversos de esta política nefasta; y para "proteger" a este 15% de los hogares adscritos a la tarifa regulada, inventaron la excepción ibérica, el famoso tope al gas.

¿Cuáles han sido los efectos del tope al gas? La luz no ha bajado. Ha seguido subiendo en el mercado mayorista. La luz se está pagando un 8% por encima de los niveles de mayo y un 53% más que hace un año.

Ahora la inmensa mayoría de los consumidores finales pagamos más. Los que operan en el mercado regulado y los grandes consumidores, porque sigue subiendo el precio mayorista; y los que estamos en la tarifa libre porque ha aparecido un nuevo cargo en la factura de la luz, que se refiere al Real Decreto en el que se aprobó el tope al gas, que nadie sabe ni de dónde sale ni cómo se calcula, pero que se añade al montante total a pagar.

La demanda de gas ha subido. Concretamente, un 5% en lo que va de año. La razón no es que nos hayamos vuelto locos, ni que nos guste consumir más porque el gas está por las nubes. La razón es que se ha disparado un 85% la demanda de gas para producir energía eléctrica.

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Sin ninguna duda, todo un éxito del tope al gas. Factura de luz más cara para todos, más demanda de gas, que cada vez está más caro y, para colmo, hemos pasado de depender de Argelia a hacerlo de Rusia.

Tope al alquiler

El tope al alquiler ha sido otro de los grandes caballos de batalla de este Gobierno. Al parecer, con el estrepitoso fracaso de Berlín, San Francisco o Barcelona no era suficiente, e impusieron una norma por la cual los alquileres no podían subir más de un 2%.

¿Resultado? Según Idealista, el precio medio del alquiler de un inmueble de dos habitaciones haya pasado de 680€ al mes a 726€, es decir, una subida de 46€ mensuales y más de 550€ al año.

Además, como ha advertido la Agencia Negociadora del Alquiler esta misma semana, los propietarios están incrementando las rentas de partida de los nuevos alquileres para poder cumplir con la normativa. Esto, por no hablar de la reducción de oferta de las viviendas en alquiler, que ya es un problema de primer nivel, especialmente en las grandes ciudades.

Control sobre los productos de alimentación

Otra gran idea de este Gobierno ha sido el control de precios productos básicos para la alimentación. Como si esta no fuera una política aplicada con estrepitoso fracaso en Argentina. Sólo en 2021 el Gobierno argentino impuso un precio máximo a más de 1.400 productos de primera necesidad y el resultado es una inflación que supera el 50%. ¿Quién lo iba a imaginar, verdad?

Afortunadamente, la Ministra Díaz se ha caído de la burra y se ha dado cuenta de la barbaridad que supone esta propuesta. No sólo puede suponer un incremento de la inflación, sino que puede provocar los cierres masivos de empresas a lo largo de toda la cadena de distribución (agricultores, transportistas, etc.) y la proliferación de un mercado negro en el que los controles de calidad no están garantizados.

Lo que ocurre en Argentina y en todos los lugares donde se ha aplicado esta medida. La falacia de que tenía algo que ver con lo que se aprobó en 2010 en Francia es eso, una falacia: 1) En Francia se aprobó un mecanismo para aumentar la transparencia y la competitividad; y 2) Hay estudios que prueban que no mejoró nada porque el mercado ya era competitivo.

Justo lo que ocurre en España, donde el margen medio para la cadena de valor alimenticia es del 3%.

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Tope a las hipotecas

Otra de las grandes ideas de los miembros del Gobierno ha sido topar las hipotecas. ¡Cómo no se nos había ocurrido antes! Mientras los tipos siguen al 0%, todo el mundo a endeudarse, a inflar artificialmente los precios y a pagar por supuestos derechos adquiridos que no nos podemos permitir.

Como si la barra libre fuera a ser infinita. ¿Para qué nos vamos a molestar en incentivar el mercado laboral, o en hacer propuestas como la dación en pago, pudiendo intervenir aún más los mercados financieros?

España es un país en el que, afortunadamente, no está permitido que alguien agreda a otra persona. A eso se le llama seguridad física. Intervenir un acuerdo entre dos partes como una hipoteca es una agresión jurídica, y lo debemos evitar.

Afortunadamente, esto se ha quedado en nada. Pero si se saca adelante, va a suponer un encarecimiento aún mayor de las hipotecas que no se intervengan (la gran mayoría), además de un proceso de carestía de crédito que afectará especialmente a los más necesitados. ¿Quién va a volver a prestar dinero, a cualquier tipo de interés, a alguien a quien han intervenido su contrato hipotecario? Nadie. Nunca.

Reforma laboral

¿Recuerdan aquello del "no se puede despedir" y de "dignificar el trabajo"? La reforma laboral venía a dignificar el trabajo. Y, al parecer, no iba a tener efecto sobre la generación de empleo. Veamos los últimos datos que conocemos:

España sigue siendo el país con mayor tasa de paro de toda Europa. Hemos sido la economía que más empleo ha destruido en el segundo trimestre del año de toda la Unión Europea, según Eurostat.

Los contratos indefinidos a jornada completa fueron el 43% del total en agosto de 2022, 20 puntos menos que un año antes. Los contratos indefinidos a tiempo parcial se han disparado un 300% en el último año. Y se ha disparado un 900% la rescisión de contratos "indefinidos" que no superan el período de prueba y un 500% los fijos discontinuos que pasan a la inactividad, según el sindicato USO.

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La evidencia de los datos es demoledora: ninguna medida de intervención económica ha funcionado en España. Como no lo ha hecho en ningún lugar del mundo ni momento de la historia. Lo que sí que hacen es cercenar derechos fundamentales y acabar con principios básicos de las democracias liberales como es el libre mercado, la seguridad jurídica o el trato al ciudadano como un individuo libre y responsable.

La gran pregunta, a la luz de lo anterior, es: ¿Es esto lo que quiere "copiar" Europa? Y, en caso afirmativo, ¿justifica el hecho de que cualquier organismo europeo adopte medidas similares que debamos adoptarlas para España como si fueran positivas? Permítanme dudarlo.

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