Suenan tambores de recesión en España. Cada vez son más las casas de análisis que avanzan una entrada en recesión entre finales de 2022 y principios de 2023, así como una subida generalizada de los precios que se prolongará todavía más en el tiempo.
Mientras tanto, en el Gobierno siguen empeñados en negar por activa y por pasiva cualquier escenario pesimista. Es más, el propio Pedro Sánchez ha llegado a admitir que la recesión en Europa es una posibilidad, pero cree que España se librará de ella. Así lo indicaba Sánchez hace varias semanas en el Senado: "No se puede descartar que la eurozona sufra una recesión. Una recesión corta" lamentaba el líder de PSOE.
En esa misma intervención, Sánchez celebró que España "va a seguir creciendo muy por encima de los países europeos" y calificó de "temeridad" los pronósticos de Alberto Núñez Feijóo sobre que "España se asome a una recesión" porque "es una afirmación que descarta Funcas, el panel donde están las principales instituciones financieras y económicas del país" aseguraba el presidente del Gobierno. Sánchez insistió en que las palabras de Feijóo son una "temeridad" en la que hay "mala fe" porque "dañan los fundamentos de la economía española".
Aumentan las probabilidades de recesión
Pero a pesar del optimismo exacerbado de Sánchez, varios organismos alertan de que la economía española se encamina hacia la recesión. Aunque no hay bola de cristal que anticipe lo que va a ocurrir al llegar el invierno, las probabilidades de que el PIB pueda registrar próximamente los temidos dos trimestres consecutivos de caídas (la definición técnica de recesión) siguen aumentando sistemáticamente.
En la agencia de calificación S&P ya hablan abiertamente de esta posibilidad. Según su último informe sobre la actividad del sector servicios, "la economía de España se encaminó hacia el estancamiento en agosto, ya que el sector servicios siguió la tendencia del sector manufacturero al registrar solo un crecimiento marginal" señaló el director económico de S&P Global Market, Paul Smith.
"La alta inflación y la inestabilidad general del mercado nuevamente dominaron los informes de las empresas sobre su situación actual, y los temores de que este factor continúe impactando negativamente a los clientes en los próximos meses se suma a la preocupación de que la economía se dirige hacia un invierno de desafíos y una posible recesión. De hecho, los volúmenes de nuevos pedidos ya se han vuelto negativos y, en consecuencia, el crecimiento de la contratación de personal se está ralentizando" añade el analista.
A la agencia de calificación estadounidense le ha seguido BNP Paribas, que espera que la economía española entre en recesión técnica y hasta da números. El banco francés vaticina que el PIB nacional caiga un 0,4% en el último trimestre de este año y un 0,2% en el primero del que viene. La recesión en Europa "es inevitable" sentencia BNP.
En una línea similar va la Airef, que en agosto anticipó una caída del 0,2% del PIB en el tercer trimestre del año, lo que supondría el primer paso para la entrada de nuestro país de la grave recesión de la que el Gobierno no quiere oír ni hablar. Sin embargo, tan negro ha visto ya en septiembre el organismo el panorama, que ha rebajado la caída de la actividad en ese periodo todavía más: hasta el -0,4%.
Aunque Sánchez se escudaba en Funcas para negar los peores presagios económicos, hace unos días, los analistas de Funcas rebajaban sus estimaciones con un crecimiento tan débil en el tercer trimestre, que apenas llegaría al 0,1% para después caer dos décimas en el cuarto, con lo que España rozaría la recesión.