En 2018, dos meses antes de alcanzar la presidencia del gobierno, Pedro Sánchez afirmó que el PSOE estaba "trabajando en una propuesta de reforma tributaria orientada a mejorar la recaudación impositiva en España". En conversación con diferentes medios como Cinco Días y El Economista, el entonces secretario general de los socialistas afirmó que la meta de un eventual gobierno suyo sería construir un modelo recaudatorio capaz de aumentar los ingresos fiscales en 40.000 millones de euros o, lo que es lo mismo, en cuatro puntos sobre el PIB.
Ya en verano, tras la moción de censura que desalojó del poder a Mariano Rajoy y llevó a la izquierda de regreso al poder Ejecutivo, Pedro Sánchez volvió a defender "la importancia de tener un sistema fiscal de primera, y no de tercera, para tener un estado de bienestar de primera". Nuevamente, la referencia era alcanzar los umbrales recaudatorios del resto de Europa.
Vale la pena, pues, plantearse cómo ha avanzado la recaudación desde que Sánchez ha llegado al poder y comprobar hasta qué punto la subida de los ingresos públicos se ha traducido en una mejora de los servicios públicos. El punto de partida es el año 2017, último ejercicio anterior a la llegada de Sánchez a la presidencia del gobierno. Ese año, los ingresos tributarios se situaron en 193.951 millones de euros.
En 2018, coincidiendo con la moción de censura que llevó a Sánchez a la Moncloa, los caudales públicos obtenidos por Hacienda alcanzaron la cifra de 208.685 millones de euros. En su primer ejercicio, los socialistas y sus socios comunistas de Podemos contaban con una mejora recaudatoria de 14.734 millones, es decir, el 37% del aumento de ingresos que Sánchez defendía como necesario para consolidar "un estado de bienestar de primera".
Llegado 2019, los ingresos tributarios volvieron a aumentar, situándose ahora en los 212.808 millones de euros. Se produjo, pues, una subida recaudatoria adicional de 4.123 millones. Sánchez ya había conseguido un repunte de los ingresos de 18.857 millones, lo que suponía el 47% de su meta general de crecimiento de las cifras que maneja la Agencia Tributaria.
Tras el leve retroceso de 2020 motivado por la pandemia del coronavirus, que redujo el dinero manejado por el gobierno hasta los 194.051 millones, la temporada 2021 se cerró con un nuevo aumento de los ingresos fiscales, que se situaron en 223.385 millones de euros. Esta cifra supone una subida de 29.434 millones con respecto a 2017, de manera que Sánchez ya había realizado el 74% de su meta de aumento de los ingresos en cuatro años de gobierno.
Este 2022, la actualización del cuadro macroeconómico publicada en octubre por el gobierno de España apunta que la recaudación se situará en 244.072 millones de euros. En comparación con el año anterior a la moción de censura que hizo presidente a Sánchez, la subida de los recursos a disposición de las Administraciones Públicas ha sido de 50.121 millones de euros. Se ha rebasado, pues, el umbral de 40.000 millones que Sánchez situaba como punto de referencia para construir "un estado de bienestar de primera", puesto que los ingresos ya son un 25% más altos de lo que eran antes de que el socialismo y el comunismo lograsen el mando del país.
Hay que tener en cuenta, por otro lado, que el gobierno de España ha disparado el déficit presupuestario y el endeudamiento público, de modo que los recursos que verdaderamente ha venido manejando el gobierno se sitúan 130.000 millones de euros por encima del umbral de referencia que se había marcado Pedro Sánchez como objetivo, un 325% más.
¿Cómo han evolucionado los indicadores socioeconómicos con semejante inyección de recursos? ¿Ha sido beneficioso lograr semejante mejora en los ingresos y los gastos del Estado? Veamos:
- Sabemos que, entrando en el último trimestre de 2022, la economía está por debajo de los niveles de actividad de 2019 y no va a recuperar dichas cotas de producción hasta 2024. Sabemos también que las listas de espera de la sanidad pública han subido un 21%,
- Sabemos, además, que el número de personas en situación de carencia material severa está subiendo a un ritmo de 3.000 pobres más cada día.
- Sabemos asimismo que el paro apenas se va a reducir en 2022, 2023 o 2024 y que cuatro de cada diez desempleados no cobran ningún tipo de ayuda,
- Y todo lo anterior hay que sumarle el aumento de la exclusión laboral, la desigualdad y los desahucios, así como la explosiva crisis inflacionista que está arruinando el poder adquisitivo de los hogares.
De modo que, con los datos encima de la mesa, parece evidente que el discurso según el cual la subida recaudatoria y de gasto era fundamental para dar un salto de calidad en materia de bienestar es un planteamiento total y absolutamente falaz.
España tiene hoy 50.121 millones de recaudación más que antes de la llegada de Sánchez al poder y, además, su gasto deficitario eleva el diferencial en materia presupuestaria a 130.000 millones. Pese a ello, la economía está mucho peor, la sociedad se está arruinando y los servicios públicos no han experimentado ningún salto adelante que justifique semejante despilfarro de recursos.