
Hace un año, Emmanuelle Macron anunció un millonario plan para reindustrializar el país, dotado con 30.000 millones de euros. Entre menciones a la transición ecológica, la crisis energética y la necesidad de modernizar e impulsar la industria gala, el presidente Macron lanzó una promesa: convertir a su país en líder de la producción de hidrógeno renovable. Un objetivo que suena muy similar al del Gobierno de Pedro Sánchez, que justificó así el pacto para construir el hidroducto submarino BarMar ante el "no" francés al Midcat.
El "corredor verde", que uniría Barcelona y Marsella, contribuiría, según el Ejecutivo de Sánchez, al objetivo de que España se convierta "en una de las principales potencias europeas en producción y exportación" de hidrógeno verde. Sin embargo, las declaraciones y decisiones del ejecutivo francés de los últimos meses apuntan más a Francia como un competidor que como un aliado en la futura industria del hidrógeno "renovable", una tecnología aún en desarrollo y aún lejos de implantarse de forma masiva.
El Gobierno de Sánchez quiere utilizar el potencial de la eólica y la solar en España para ser líder en hidrógeno "verde", aquel obtenido mediante energías renovables y que por tanto se produce sin emisiones. El Gobierno de Macron, mientras, también aspira a ser líder en hidrógeno, pero rosa: el hidrógeno, incoloro, recibe distintas etiquetas en función de su origen y el rosa sería aquel producido mediante energía nuclear.
En un discurso de otoño del año pasado, Macron auguró un gran futuro a la industria del hidrógeno como exportadora al resto de Europa aprovechando el parque nuclear francés, recordando cómo el hidrógeno obtenido mediante la energía nuclear está también libre de emisiones y cumpliría por tanto los objetivos de descarbonización europeos. "Vamos camino de ser grandes productores", señaló el presidente galo. Francia cuenta con 56 reactores a los que se sumarán varios pequeños reactores o SMR en los próximos años.
En estos meses, el Gobierno francés ha anunciado potentes inversiones en el sector, las últimas hace poco más de un mes, cuando la primera ministra, Eilisabeth Borne, prometió 2.100 millones para diez proyectos relacionados con el hidrógeno, tanto para la fabricación de pilas de combustible para vehículos como de producción de hidrógeno a partir de las nucleares.
En paralelo, para cumplir con el objetivo de "hacer de Francia uno de los líderes mundiales del hidrógeno descarbonizado", el gobierno francés está presionando para que la UE apoye el hidrógeno obtenido a partir de las nucleares y lo incluya en su plan para reducir la dependencia de combustibles fósiles e impulsar la transición "verde", en sintonía con la decisión europea de incluir la energía nuclear entre las energías verdes.
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