Indra, si no la más, es una de las empresas más estratégicas para España. Más allá de sus negocios relacionados con la consultoría a empresas privadas o administraciones públicas, o de su negocio de recuento electoral, que tiene fama mundial y es contrato en países de Europa o América (Estados Unidos, entre ellos), su punto clave es ser una de las tres mayores empresas nacionales (junto a Navantia y Airbus España) del sector de Seguridad y Defensa.
Todo país de primer orden debe tener una empresa de estructura pública o público-privada (con el objetivo de blindarla de los vaivenes del mercado o de operaciones de compra-venta que puedan hacer perder el control de la compañía) que sea capaz de satisfacer de forma más global posible las necesidades más sensibles que tiene el país tanto en materia de Defensa como de Seguridad (cuerpos policiales o agencias de inteligencia).
Hace años que Indra se ha convertido en España en esa empresa clave, pues se encuentra al máximo nivel mundial en desarrollos relacionados con las soluciones de vigilancia y control del espacio aéreo, tecnología radar, sistemas defensivos para gestión de amenazas, sistemas no tripulados o drones, soluciones de ciberseguridad, simuladores de entrenamiento militar, sistemas de obtención de inteligencia o sistemas de comunicaciones seguras, entre otros aspectos.
Todo ello, siendo capaz de cubrir necesidades en los cinco ámbitos de la Defensa (Tierra, Mar, Aire, Espacio y Ciberespacio) teniendo su poder de decisión en suelo español (Madrid). Algo que, por ejemplo, no puede hacer Navantia, especializada en temas relacionados con el mar, o tampoco pueden hacer otras grandes empresas como Airbus o Santa Bárbara-General Dynamics, con sus centros de poder fuera de nuestro territorio nacional.
En definitiva, una empresa que esté al servicio de las necesidades más sensibles del Estado sin que su gestión dependa de terceros países que pueden abandonarte en un momento dado o disponer de demasiada información sobre necesidades o carencias. Y que, además, esté gestionada de forma solvente con el objetivo de sacar los productos más competitivos posibles y solventes sin estar pensando únicamente en pelotazos económicos.
La oscura estrategia en Indra
Y precisamente por este motivo preocupa tanto la estrategia puesta en marcha sobre Indra y que podría terminar troceando esta compañía. Joseph Oughourlian, presidente del grupo Prisa y del fondo Amber Capital, fondo que entró en Indra en verano, poco antes de protagonizar el golpe de mano sobre el Consejo de Administración, instrumentalizando una estrategia junto al Gobierno (SEPI) y la vasca SAPA, que no escondieron su intención ni siquiera durante la Junta General de Accionistas en la que destituyeron a los consejeros independientes.
Este fondo fundado en Nueva York y con sede en Londres, que entra dentro de la categoría de los denostados "fondos buitre" aprovechó en 2014 el fuerte desplome de las acciones de Prisa para entrar en el grupo de comunicación fetiche del Gobierno socialista.
Desde entonces, Oughourlian se ha convertido en uno de los hombres clave en la estrategia mediático y financiera del Gobierno socialista. Una estrategia que, de nuevo tiene en Prisa una de sus protagonistas. Ya lo fue en tiempos de Zapatero cuando Moncloa cambió sus preferencias mediáticas por Mediapro para disgusto de Juan Luis Cebrián, quien denunció en 2007 el contubernio entre el Gobierno y "brujos visitadores de la Moncloa" para "hacerse con el espectro financiero y mediático".
Fueron los tiempos del asalto al BBVA (protagonizado por una "triangulación perturvadora", como denunció el entonces presidente de la CNMV, Manuel Conthe, entre su vicepresidente Carlos Arenillas, la oficina económica de Moncloa que presidía Miguel Sebastián y la cadena SER, con el periodista Javier Ruiz como colaborador necesario). También fueron los años en los que trataron de asaltar Endesa.
Aquellos intentos contaron con un management que se opuso con vehemencia al ataque. NO en vano, la Endesa capitaneada por Manuel Pizarro protagonizó una defensa numantina que multiplicó el valor de la compañía para los accionistas evitando que se malvendiera. Finalmente se vendió, pero doblando el valor de la acción.
Casualidad
Pues bien, en esta ocasión todo es diferente. Entre otras cosas, porque el accionista mayoritario es el Estado, a través de la Sociedad de Participaciones Industriales (SEPI), que sienta en el consejo de Indra, curiosamente, a uno de los protagonistas de aquel asalto al BBVA, aquel intento de hacerse con el espectro financiero y mediático en época de Zapatero: Miguel Sebastián. Representa a la SEPI en el consejo de Indra.
Pero estas no es la única casualidad que chirría en la operación de asalto a Indra. Es curioso que Oughourlian, cuando hizo público la pasada semana su interés en trocear Indra, valorase la parte de tecnología (la escisión que querría vender) entre 1.500 y 1.700 millones de euros. Esta cantidad representa poco más que el pasivo total de Prisa, auténtica losa del grupo de comunicación que mantiene una deuda financiera de 950 millones que alimentan un pasivo total de, oh casualidad, casi 1.500 millones de euros.
Casualidad o no, también llama la atención que ningún organismo regulador, ni responsable gubernamental se haya pronunciado para poner objeciones a la operación que confesó Oughourlian, y que, según fuentes consultadas por Libre Mercado, ya estaría en estudio en la CNMC. Mismos organismos o responsables gubernamentales que pusieron el grito en el cielo cuando el fondo de pensiones australiano IFM manifestó su intención de lanzar una OPA sobre Naturgy. Entonces, la operación se paralizó hasta obtener la autorización del Ejecutivo. "Es una empresa estratégica", justificaba el Gobierno.
Casualidad o no, la CNMV expresó su preocupación por el asalto a Indra un día después de que Amber, SEPI y SAPA dinamitaran el consejo de administración de Indra, para después dejar dormir el sueño de los justos la operación. Todavía hoy, cinco meses después, la CNMV sigue estudiando si hubo o no concertación (y eso que los protagonistas lo confesaron y los consejeros cesados lo confirmaron en sus cartas de queja a la CNMV).
Casualidad o no, el Gobierno ocultó y no publicó su autorización al fondo Amber Capital para aumentar su participación en Indra hasta rozar el 10%. Una decisión, que según Amber se tomó en Consejo de Ministros, pero que el Gobierno no ha publicado ni en la referencia ni en la rueda de prensa posterior.
Intereses estratégicos
Casualidades o no, lo cierto es que el futuro del gigante español de la defensa, Indra, preocupa y mucho en el sector. En conversación informal con Libre Mercado, algunas fuentes que ocuparon puestos de responsabilidad de Indra en el pasado, confiesan su asombro ante todo lo que está sucediendo en torno a Indra, los intereses del Gobierno en esta operación y el papel que juega el empresario fetiche del Gobierno, Joseph Oughourlian, quien podría, de alguna manera, obtener una doble ventaja, hacer caja con la venta, y fortalecer su posición sobre lo que quede de Indra.