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Diego Barceló Larran

Aclarando el lío de los fijos discontinuos

Antes, un temporal que acababa su contrato pasaba a estar parado. Ahora, un fijo-discontinuo inactivo es un "demandante ocupado" y no un parado.

Antes, un temporal que acababa su contrato pasaba a estar parado. Ahora, un fijo-discontinuo inactivo es un "demandante ocupado" y no un parado.
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, este martes 10 de enero. | Europa Press

El contrato fijo-discontinuo existe desde hace más de 25 años. Es "fijo" porque la relación laboral es indefinida, pero con la particularidad de alternar períodos de actividad (cuando el empleado trabaja) con otros de inactividad. Es útil, por ejemplo, para empresas que requieran personal estacionalmente, en particular en sectores donde la mano de obra puede ser escasa. Para el trabajador, la ventaja radica en la seguridad de contar con un empleo, aunque sea estacional, que puede compatibilizarse con otro. Además, en los momentos de inactividad, el empleado puede cobrar la prestación por desempleo.

Hasta comienzos de 2022, su utilización era marginal. En 2021, solo el 1,3% de los contratos firmados fueron fijos-discontinuos (una media de 21.800 contratos mensuales, mientras el total de contratos firmados superaba los 1,6 millones por mes). Solo el 2,1% de los asalariados trabajaba en 2021 con uno de estos contratos (una media de 351.200 personas).

Todo cambió con la reforma laboral de Yolanda Díaz, que impulsó los contratos fijos-discontinuos en detrimento de los temporales. Sus argumentos para hacerlo eran dos: 1) "reducir" la temporalidad y 2) "bajar" el número de parados. Desde la reforma, en los últimos nueve meses de 2022, los contratos fijos-discontinuos fueron el 15,7% del total: se firmaron, de media, 237.700 por mes. El promedio total de contratos firmados bajó a 1,5 millones.

Los defensores de la reforma de Yolanda Díaz y Pedro Sánchez alegan que, comparando los datos del tercer trimestre de 2021 y 2022, puede verse que el número de asalariados temporales cayó en 889.000 y el de indefinidos aumentó en 1,38 millones. De estos últimos, 190.500 son fijos-discontinuos. Con esos números, esgrimen que "bajó la temporalidad" desde 26% a 20,2% (casi toda la caída se produjo en el sector privado, pues en el sector público la temporalidad se mantiene por encima del 30%).

El problema viene porque el haber reducido la posibilidad de contratar de modo temporal llevó a una reducción de las horas trabajadas: en el tercer trimestre de 2022 hubo un 4,3% de ocupados más que en el mismo período de 2019 (831.800 nuevos empleos) pero se trabajó un 0,6% menos de horas. De media, cada ocupado trabajó un 5% menos, ajuste que se concentró en los contratados a lo largo de 2022. Para compensar el mayor coste de contratar de manera fija, las empresas tuvieron que reducir el número de horas trabajadas. Si se trabajan menos horas, obviamente, se cobra menos.

En 2021, cada contratado de forma fija firmó, en promedio, 1,01 contratos; los contratados de forma temporal firmaron 1,38 contratos. En los últimos nueve meses de 2022, los indefinidos firmaron 1,06 contratos (1,10 en el caso de los part-time) y los temporales 1,38. La reforma laboral apenas bajó la rotación entre los temporales, al precio de aumentarla entre los "fijos".

Vayamos ahora al tema del paro. Los fijos-discontinuos que no están trabajando NO se cuentan entre los afiliados; es un error pensar que se está inflando el número de ocupados. El "pase mágico" de la reforma es que tampoco cuentan como parados. Antes, un temporal que acababa su contrato pasaba a estar parado; ahora, un fijo-discontinuo inactivo es un "demandante ocupado" y no forma parte del paro registrado. El truco consiste en reclasificar una parte de los parados sin cambiar la metodología de registro.

En diciembre último, el paro registrado fue de 2,84 millones. Pero habría que añadir 273.600 "parados con disponibilidad limitada" (buscan un empleo con características específicas) y otros 198.100 "no ocupados" (cursan FP y otras situaciones). Con ellos llegamos a 3,31 millones de parados. Pero la cosa no acaba ahí, pues nos quedan 20.600 personas en ERTE y unos 200.000 fijos-discontinuos que no están trabajando. Estos últimos dos grupos forman parte de los "demandantes ocupados" (gente que tiene un empleo y busca otro, a los que se suman los ERTE y los fijos-discontinuos, cuyo número no se informa por separado). Todos juntos son más de 3,5 millones.

¿La reforma laboral bajó la temporalidad? Estadísticamente sí, al precio de hacer que la gente trabaje menos horas, distorsionar las estadísticas de contratos y aumentar la rotación entre los "indefinidos". ¿Bajó el paro registrado? Sí, pero menos de lo que dice el gobierno (6% interanual en lugar de 8,6%) y con más de 3,5 millones de parados (y no 2,8 millones). ¿Están mejor los trabajadores? ¿Tú qué crees, amigo lector?

Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados(@diebarcelo)

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