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Cordero a precio de lechal o marca blanca a precio de Central Lechera: el suplicio de hacer la compra que ignora Calviño

Ir al super se ha convertido en una actividad prohibitiva y la mayoría de consumidores son conscientes. La excepción la encontramos en el Gobierno.

Ir al super se ha convertido en una actividad prohibitiva y la mayoría de consumidores son conscientes. La excepción la encontramos en el Gobierno.
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La partida de "Alimentos y bebidas no alcohólicas", que es el componente más importante del IPC, se disparó el pasado diciembre (último mes con los datos disponibles) hasta niveles nunca vistos. En concreto, el epígrafe de la cesta de la compra se elevó cuatro décimas, hasta el 15,7%, la cota más alta desde el comienzo de la serie, en enero de 1994.

"Este comportamiento es debido, principalmente, a los incrementos de los precios de la leche, queso y huevos, los aceites, el agua mineral, los refrescos, los zumos de frutas y la carne, mayores que en diciembre de 2021" explicaba el Instituto Nacional de Estadística (INE) junto a la publicación de los datos. Según estas cifras, el aceite se ha encarecido en el último año un 38,1%; la leche, un 37,2% o las patatas, un 22,6%, pero son muchos más productos los que suben a doble dígito.

Acudir al supermercado se ha convertido en una actividad prohibitiva y la mayoría de consumidores son conscientes. La excepción parece que la encontramos en miembros del Gobierno como Nadia Calviño, que han hecho declaraciones tan desafortunadas como que ella va "al súper y los precios han bajado".

Los mil y un efectos de la inflación

Sin embargo, el encarecimiento de un mismo producto no es la única consecuencia cuantificable para el ciudadano durante una crisis inflacionaria como la actual. Como ya hemos publicado en Libre Mercado, la escalada de precios provoca todo tipo de fenómenos en el consumo. La llamada cheapflación es uno de ellos. Se trata de un efecto que se da cuando el fabricante sustituye los materiales o los ingredientes que conforman el producto que comercializa por otros de menor coste, lo que supone una disminución de su calidad.

Jerséis que pasan de tener 100% de algodón a 70%, cocktails de encurtidos con menos aceitunas y más cebolletas porque son más baratas, ensaladas preparadas que traen más lechuga y menos atún… la lista de ejemplos que podemos encontrar hoy en día es infinita. La razón no es otra que la mera supervivencia empresarial.

Cordero a precio de lechal

Pero como el consumidor también tiene que sobrevivir, de la misma forma, se ve obligado a adaptar sus hábitos de consumo a esta vorágine de precios. Por ejemplo, por menos de los 14,18 euros el kilo que costaba la primera semana de enero de 2023 el cordero, en el mismo periodo de 2021, se podía adquirir la categoría de un cordero lechal (estaba a 14,07 euros el kilo y el cordero normal a 11,8 euros), según los datos del Observatorio de Precios Agrarios de Navarra. Así, si el consumidor no quiere aumentar su gasto en la compra, tendrá que conformarse con un producto de categoría inferior.

Situación similar ocurre con los 16,62 euros el kilo que costaba en mayo de 2021 el entrecot (con datos de la OCU) y ese es el precio que rondan ahora los filetes de cadera o babilla. Con la leche ocurre algo similar, ya que los 80 céntimos que cuesta ahora un cartón de marca blanca en el supermercado, aproximadamente, era lo que costaba hace dos años el mismo producto de una marca de gama media, como Central Lechera Asturiana. Otro ejemplo, es el de los huevos, donde hace dos años se podía adquirir una docena de huevos camperos por unos 1,80 euros y, ahora, ese precio lo rondan los de gallinas criadas en suelo tamaño M.

Nueva polémica en el INE

Hace poco más de una semana, el INE volvió a ser objeto de debate cuando anunció diferentes cambios metodológicos en el IPC que han llamado poderosamente la atención. Este organismo tradicionalmente ha pasado desapercibido ante la prensa, pero ya ha protagonizado varias polémicas en lo que va de año.

Uno de los principales cambios es la revisión anual de la estructura de ponderaciones que forman el IPC. Cada año, el INE ejecuta cambios en el peso que otorga a los 12 grupos principales que forman la inflación, aunque sorprende que esta vez haya quitado relevancia al precio de los alimentos, que es el componente más importante del IPC (el que más pesa) y cuyo precio se ha disparado en el último año un histórico 15,7% (según vemos en el dato de diciembre).

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Así, si el año pasado la partida de Alimentos y Bebidas no alcohólicas tenía un peso del 22,6% en el IPC, este año, será del 19,6%. También el pasado año, el INE rebajó el peso de la alimentación en la inflación desde el 23,6% en 2021 al 22,6% en 2022. Entonces, esa partida sufría un encarecimiento del 5%. ¿Tiene sentido rebajar la importancia de la partida de la inflación que más se está encareciendo?

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