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La AIReF desmonta las proyecciones de Escrivá: ¿qué pasará si no se cumple el escenario del Gobierno?

La reforma de las pensiones se sustenta en unos supuestos muy optimistas. Si no se alcanzan, habrá que hacer ajustes (y rápido).

La reforma de las pensiones se sustenta en unos supuestos muy optimistas. Si no se alcanzan, habrá que hacer ajustes (y rápido).
El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá | EFE

Una reforma de las pensiones siempre es un asunto peliagudo. Por muchos motivos: para empezar, porque afecta a más personas que ninguna otra política pública. Pero, además, porque es imposible saber si es necesaria o no. O cuánto de necesaria es.

Por ejemplo, podemos imaginar un futuro optimista en el que España comienza a crecer al 5% cada año, la recaudación impositiva se dispara, las administraciones públicas comienzan a cuadrar sus presupuestos, los sueldos reales se duplican y, además, atraemos a mano de obra extranjera joven y cualificada, que mejora nuestra realidad demográfica. Si supiéramos que eso es lo que va a ocurrir, no tendría sentido recortar ahora las prestaciones a los jubilados, por muy altas que sean.

El problema es que también podemos imaginar el escenario contrario: el déficit público sigue disparado; no crecemos y los salarios se estancan; el gasto relacionado con la vejez (pensiones, dependencia, sanidad) sigue la misma tendencia ascendente; nuestro problema de envejecimiento se agrava porque siguen sin repuntar los nacimientos; la inmigración que llega es de muy baja cualificación, con lo que ni aporta mucho por el lado de los ingresos y, si acaso, presiona determinadas partidas de gasto. ¿Grecia 2010? Pues más o menos eso es lo que nos encontraríamos: crisis de deuda, incapacidad para financiarnos y recortes en las principales partidas del Presupuesto del 10-15-20% de un día para otro.

En este debate, ha entrado esta semana la AIReF, con la publicación del documento "Opinión sobre la sostenibilidad de las Administraciones Públicas a largo plazo: la incidencia de la demografía". Como no podía ser de otra manera, el informe no hace demasiadas afirmaciones categóricas. No puede hacerlas, porque cualquier previsión a futuro está siempre sujeta a una enorme incertidumbre. Y más una en la que se entremezclan tantos factores: decisiones legislativas sobre impuestos, control presupuestario de los diferentes gobiernos, inmigración, natalidad, evolución de los salarios...

Pero eso no quiere decir que no puedan hacerse lecturas interesantes. La primera, las reformas planteadas entre 2021 y 2023 por José Luis Escrivá no sólo no reducen el problema financiero, sino que lo agravan. La AIReF calcula que supondrán "un incremento del déficit de 1,1% del PIB en 2050 (unos quince mil millones de euros) respecto a un escenario sin esas reformas y con el Índice de Revalorización de las Pensiones (IRP) y el Factor de Sostenibilidad (FS)". Por ejemplo, la decisión de ligar las prestaciones al IPC y de eliminar el IRP implicará una subida del gasto de 2,7 puntos del PIB en los próximos 25 años.

En este punto, se podría matizar que la reforma presentada hace unas semanas por Escrivá contiene en su interior lo que casi podríamos considerar como la aceptación de sus limitaciones. Precisamente porque la mayoría de medidas que plantea son de aumento del gasto, incluye también la famosa cláusula sobre la revisión automática cada tres años de la evolución del déficit. Pero esto sólo en parte es realismo (no sabemos cómo irán los gastos e ingresos), porque también hay una cierta sensación de patada para adelante: lo fácil (subir pensiones) se decide ya; se plantean escenarios muy optimistas que casi ningún otro analista cree posibles; y se dejan las decisiones más complicadas (subir todavía más los impuestos o tocar algo las prestaciones) para los ministros que vengan en el futuro.

Los escenarios de la AIReF

Por eso, lo que la AIReF plantea no es tanto un esquema cerrado, sino una serie de escenarios. Que pueden variar (ya lo están haciendo) tanto en función de las decisiones del Gobierno como de elementos externos. Eso sí, en la mayoría de los casos, apuntan hacia el lado preocupante, aquel en el que no se cumplen los supuestos optimistas.

En este punto, retomamos la cuenta que más hemos utilizado en Libre Mercado para explicar los retos de la Seguridad Social. La ecuación de las pensiones:

  • Ingresos = (Sueldo medio * Cotizaciones * Número de trabajadores) + Impuestos (MEI, transferencias del Estado, etc...)
  • Gastos = Pensión Media * Número de beneficiarios

Como vemos, son muchos apartados, que podríamos agrupar en tres grandes epígrafes: demografía - mercado laboral - gasto público.

A continuación, destacamos las principales advertencias o proyecciones de la AIReF en cada punto:

1 Demografía

1.1 Natalidad: "El índice sintético de fecundidad en España se encuentra en registros muy reducidos desde hace ya casi tres décadas. El número de hijos por mujer se mantendrá en 1,19 en 2023 y 2024 y ascendería después hasta la media de los países europeos (1,5 hijos por mujer)". Como vemos, el informe no es nada catastrofista. De hecho, anticipa una recuperación de la natalidad que no se apoya en ningún dato (nada de lo observado en la última década permite anticipar que vaya a ocurrir) excepto las encuestas en las que las españolas declaran que desearían tener más hijos (algo que llevan afirmando desde hace años sin que se haya traducido en una mejora de los datos). Pero ni siquiera esa mejoría, que en cualquier caso nunca llegaría a los 2,1 hijos por mujer que supone la tasa de reemplazo, serviría para tapar demasiados huecos del agujero de las pensiones.

1.2 Envejecimiento: aquí se recuerda lo que ya sabemos, vamos a ser uno de los países más envejecidos del mundo. Con un añadido que no siempre tenemos en cuenta: nuestras dificultades financieras actuales no parten de que ya lo seamos. En realidad, como puede verse en los gráficos de la AIReF, la tasa de dependencia a la vejez (población de más de 64 años respecto a la población en edad de trabajar) es bastante inferior en España a la de Italia, Francia o Alemania. Sin embargo, de aquí a 2050 adelantaremos a franceses y alemanes y empataremos con los italianos. Lo que quiere decir esto es que el saldo financiero de la vejez empeorará de forma más rápida y acusada en nuestro país que en los de nuestro entorno en las próximas tres décadas.

1.3 Inmigración: más de lo mismo. La AIReF no vaticina un futuro catastrófico, en el que el bajo crecimiento económico no sólo no atrae inmigrantes sino que, como en el período 2009-2015, los expulsa. En su escenario central, el organismo prevé la llegada de unas 235.000 personas al año entre 2020 y 2050: unos siete millones de personas en total en términos netos. Pues bien, incluso así (y vemos que no son cifras despreciables), la población en edad de trabajar comenzaría a descender en términos absolutos en 2030 y la tasa de dependencia de los mayores pasaría de estar, como en la actualidad, en el entorno del 25% a superar el 50% a mediados de siglo.

2 Mercado de trabajo

2.1 Número de trabajadores: este indicador puede moverse por dos razones. Población en edad de trabajar y porcentaje de ese colectivo que tiene un empleo. España está limitado en el primero de los factores. Como decíamos antes, la AIReF prevé que el número de personas de entre 20 y 64 años descienda a partir de 2030; y hay pocos escenarios en los que esto no se produzca. Pero sí tendríamos más posibilidades en lo primero (incrementar la tasa de empleo). Esto último depende de muchos elementos: cuándo entramos al mercado laboral (cada vez lo hacemos más tarde), períodos de baja en el mismo (paro, estudios, cuidado de familiares...) y cuándo nos retiramos. Quizás sea el apartado en el que la AIReF hace menos hincapié en este informe, aunque normalmente el escenario que se toma por defecto es aquel en el que convergemos hacia las tasas de empleo de los países del norte de Europa, algo que no hemos conseguido hasta ahora. De nuevo, incluso con ese supuesto optimista, el déficit ligado a la vejez sigue subiendo, pero menos de lo que lo haría si no mejoramos las cifras del mercado laboral.

2.2 Productividad-salarios: la clave de casi todo. Si lográsemos disparar nuestra productividad (1) subirían los salarios (y las cotizaciones y el resto de impuestos); (2) se crearían más y mejores empleos (esto es causa y efecto); (3) seríamos capaces de atraer más inversión y mano de obra cualificada... Todo muy bonito. Pero hay que hacerlo. Y en las últimas tres décadas no lo hemos hecho. De hecho, la AIRef muestra en uno de sus gráficos como el crecimiento medio de la "productividad de los factores entre 1999 y 2019" ha sido del 0,2% anual, una tasa muy baja y que sólo está por encima de la de Italia, Chipre, Grecia y Luxemburgo en la Eurozona. Si no tenemos más trabajadores y no mejoramos nuestra productividad, ¿cómo vamos a crecer?

3 Cuentas públicas

3.1 Deuda: siempre que se habla de pensiones sale el tema del déficit y la deuda pública. Y es lógico, porque sea cual sea la consideración que uno tenga acerca del sistema de reparto, lo que es evidente es que la Seguridad Social va a necesitar recurrentes transferencias por parte del Estado para sostenerse (en Libre Mercado creemos que no podemos hablar de la Seguridad Social como un ente independiente y con cuentas separadas; pero hoy no entraremos en esa discusión).

3.2 Gasto público total: el montante dirigido a pagar pensiones va a subir, pero también lo harán otras partidas relacionadas con la vejez (sanidad, dependencia) y otras derivadas del descuadre en las cuentas públicas que hemos vivido desde 2008 (gasto en intereses de la deuda).

Al final, el resumen de estos dos apartados (que nosotros hemos llamado 3.1 y 3.2) es que no se anticipa ningún ejercicio con superávit en las próximas tres décadas (incluso más, pero nos quedaremos con las proyecciones hasta 2050). Salvo que algún Gobierno dé un golpe de timón muy importante y no realizado con anterioridad, España irá acumulando números rojos en sus administraciones públicas. ¿Lo podrá financiar? Si puede, será disparando la deuda pública (en el escenario central de la AIReF se va a cerca del 150% del PIB a mediados de siglo) y el gasto en intereses de la deuda, que podría tocar el 5% del PIB antes de 2050.

¿Y las pensiones?

Tras todo esto, ¿qué pasará con las pensiones?

Pues hay muchas cosas que decir. Lo primero es que esto no dejan de ser proyecciones. Ahí tiene razón el ministro Escrivá cuando dice que las cosas pueden cambiar mucho en tres décadas. Eso sí, lo que no suele decir es que pueden cambiar a mejor o a peor. Miren ustedes los siete puntos en los que nosotros hemos ido desglosando aquellos aspectos que influyen en la sostenibilidad de las pensiones: ¿creen que España, con este Gobierno o con otros, va a mejorar sensiblemente en alguno de ellos? ¿Y si empeora?

Además, hay un segundo factor relevante. La tasa de cobertura (pensión media / salario medio) va a caer del 63-65% de la actualidad a cerca del 50% para mediados de siglo. Es decir, al menos en términos relativo se va a producir, sí o sí, un empobrecimiento de los pensionistas respecto del conjunto de la sociedad. Es inevitable y sería bueno que se produjera. Si no ocurre, es que los salarios están subiendo menos que las pensiones, y no, no queremos vernos en este escenario.

Con todo esto, la pregunta sería qué margen tenemos. En el siguiente cuadro pueden ver el resumen que hace la AIReF para el gasto en pensiones y la deuda pública en diferentes escenarios. Los números en rojo son aquellas situaciones en las que las cosas (desde un punto de vista financiero) irían a peor; los verdes, al contrario, serían las buenas noticias. Como ven, el escenario central es preocupante, el bueno no nos saca de problemas y el malo nos sitúa en el borde del abismo: insostenibilidad del gasto público, rescate de la UE, ajuste duro de un día para otro.

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Ahí está el gran problema de la reforma del ministro Escrivá. Por un lado, hace más probable ese escenario (dispara los gastos y sube la carga fiscal al trabajo) y por el otro deja las decisiones difíciles a un sucesor que puede encontrarse en una coyuntura muy complicada. Como hemos apuntado en otras ocasiones, lo hemos apostado todo a que todas las noticias sean positivas. Y no es fácil ser optimista con la economía española, porque en ninguno de estos aspectos lo hemos hecho bien en el último cuarto de siglo. Ahí ya no queremos ni mirar: en la mayoría de los casos, este tipo de informes se hacen presuponiendo que vamos a converger con los países europeos en todo aquello (tasa de empleo, natalidad, control del gasto público) en lo que no lo hemos hecho desde el año 2000. Sería lo mínimo, dejar de ser el enfermo de Europa (junto a Italia y Grecia), el país estancado que no crece y cada día es menos rico en términos relativos. Pues bien, ni siquiera eso está asegurado.

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