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Por qué ya no nos compramos coche: las cifras detrás de un cambio que va más allá de lo económico

En España se vendieron el pasado año la mitad de vehículos nuevos que hace una década y media. Estamos en números de finales del pasado siglo.

En España se vendieron el pasado año la mitad de vehículos nuevos que hace una década y media. Estamos en números de finales del pasado siglo.
Un camión con coches para vender en un centro de concesionarios, el pasado martes en Bilbao. | EFE

El año pasado se matricularon en España 813.396 turismos para pasajeros, 119.506 vehículos comerciales ligeros y 25.911 vehículos industriales-autobuses (cifras de Anfac, la patronal del sector). Como vemos, un total ligeramente superior a las 950.000 unidades. Hace quince años, en 2007, estábamos rozando los dos millones (1,61 millones de turismos y casi 325.000 comerciales según cifras de datosmacro.com). En realidad, ahora mismo se venden los mismos coches que hace un cuarto de siglo: sí, aunque parezca mentira, en este sector estamos en cifras de mediados de los noventa. ¿Cómo puede ser?

En las conversaciones informales, al menos en los últimos meses, el consumidor culpa en primer lugar al propio sector. Desde 2019, se han disparado los tiempos de entrega. Lo que antes se resolvía en un trimestre poco más o menos, ahora nos lleva 6 o 7 meses (y eso si no hemos pedido muchos extras). Esto, por ejemplo, ha impulsado la demanda de coches de segunda mano, que han tenido unos buenos meses post-pandémicos.

Es verdad que comprarse un coche ahora no es tan inmediato, pero el impacto de este hecho tampoco puede exagerarse. El problema no viene sólo de los últimos años y las ventas de coches de segunda mano no han sustituido a las que no se han hecho de nuevos. Por ejemplo, en 2006, se vendieron en España 1,63 millones de coches usados (por cierto, nota al margen curiosa: en las noticias de aquellos días, como ésta de El Mundo, la novedad era que los vehículos de ocasión superaban, aunque ligeramente, a los nuevos, algo a lo que no estábamos acostumbrados). Mientras, el año pasado las ventas de vehículos usados ascendieron a 1.885.553 unidades, un 5,6% menos que en 2021, pero muy por encima que los nuevos, el doble aproximadamente (cifras de Ganvam, la asociación que agrupa a los concesionarios).

Lo que vemos es que se venden algunas unidades más de vehículos de segunda mano que en 2005-2006 (tampoco muchas más y, en cualquier caso, en línea más bien a la baja respecto a las cifras pre-pandemia) pero a cambio se han desplomado a la mitad las ventas de los que estrenan sus compradores.

Como todos... pero peor

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Eurostat

Miren la imagen de la derecha (click para ampliar), tomada directamente de la web de Eurostat. Muetra la antigüedad del parque de vehículos en Europa. La parte verde de cada barra recoge los coches de menos de 5 años; a partir del rosa, comienzan a aparecer los que tienen de 5 a 20; y en azul, los que superan las dos décadas de vida.

Ahora reparen en la posición de España y la de los países con los que normalmente nos comparamos: Italia, Francia, Alemania, Holanda... Llama mucho la atención. La diferencia es brutal en algunos casos. Así, mientras los vehículos con menos de dos años de antigüedad suponen el 18% del parque automovilístico en Alemania y el 15% en Francia, no llegan al al 8%. Es verdad que el Covid ha tirado estas cifras hacia abajo en la mayoría de los países; porque en 2020 se compraron pocos coches y por los problemas de suministro de los que hablábamos antes. Pero incluso si tomamos los datos previos a la pandemia, la diferencia es importante: en 2019 estábamos en el 10% de coches de menos de dos años, muy lejos de alemanes (21%) o franceses (18%). Al mismo tiempo, el porcentaje de vehículos muy antiguos (de más de 10 y 20 años) en nuestras carreteras es muy superior al que tienen nuestros vecinos galos o germanos. Y sí, la renta per cápita en estos países es más alta, pero no tanto como para esas diferencias. O no lo habríamos pensado antes de ver los datos. En lo que hace referencia a las características de nuestro parque automovilístico, nos parecemos mucho más a los países de Europa del Este.

Los datos de ventas de coches usados nos dan una explicación. No es sólo que se vendan más vehículos de segunda mano que antes. Es que, además, los que se venden son más viejos. De hecho, de los casi 1,9 millones de unidades de turismo y todoterreno que se colocaron en 2022, 727.597 tenían ¡más de quince años! de antigüedad y otros 415.724 tenían de 10 a 15 años. Es decir, más del 60% de estas compraventas tenían como protagonista a un coche muy viejo (cifras de Ganvam).

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Eurostat

Una de las consecuencias de esta falta de renovación del parque automovilístico la tenemos en este otro gráfico (click para ampliar), también de Eurostat. Como vemos, a finales de 2021 España era uno de los países europeos con menor porcentaje de coches eléctricos sobre el total en circulación. Es verdad que en estas clasificaciones también importa cómo repartas las categorías. Por ejemplo, los híbridos e híbridos enchufables, muy comunes en nuestro país, ¿cuentan como eléctricos o no? En esta tabla no lo hacen (si el motor considerado como principal es de gasolina o diesel, el coche se engloba como tal). Pero, de nuevo, nos engañaríamos si pensáramos que esto es sólo una cuestión de cómo se realiza la estadística. Estamos muy lejos de los países europeos más avanzados, a pesar de todos los planes de impulso y ayudas aprobadas desde el Gobierno.

Las razones

¿Y qué razones se aducen desde el sector? Hay un poco de todo.

Para empezar, está claro que la economía no ha ayudado. España lleva una década y media en una crisis que ya parece crónica. No hemos recuperado el nivel de empleo de 2007 y a duras penas podemos decir lo mismo en términos de PIB per cápita real. Sí, somos algo más ricos que cuando estalló la burbuja inmobiliaria... pero poco más y, desde luego, hemos perdido pie en términos relativos frente a nuestros vecinos europeos. Pero esto como mucho debería llevarnos a cifras de ventas como las de entonces o a una caída en línea con la de otros mercados europeos, no a la mitad que apuntábamos al comienzo del artículo.

Luego están los cambios sociales, que se notan en todos los países, no sólo en España. Por ejemplo, ya es un lugar común que los jóvenes no tienen ese apetito por poseer y conducir un coche que tan habitual era en los setenta u ochenta. Incluso para los mayores, parece que tener un coche no te proporciona el estatus que te garantizaba hace tres o cuatro décadas. En muchos libros de finanzas, por ejemplo, se habla de esta compra casi como sinónimo de malgasto: esa idea de que al día siguiente de salir del concesionario ya vale menos de lo que te costó y, además, seguirá generando gastos constantes.

También se citan mucho las alternativas de movilidad urbana (desde las bicicletas eléctricas a los coches compartidos o el desarrollo de las compañías de transporte de viajeros), que han podido influir en este fenómeno. Además, en casi todos los países sigue creciendo el porcentaje de población que vive en las grandes ciudades, que necesita menos el coche y que cada vez tienen más restricciones al coche particular: está claro que todo esto empuja al ciudadano a buscar otras opciones.

Puede pesar que los coches actuales son mejores (en el sentido de más resistentes) que los de hace unos años, por lo que la renovación no nos parece tan urgente como antes. Y la incertidumbre regulatoria-tecnológica está ahí: comprarse o no un coche 100% eléctrico es una decisión complicada. Por una parte no hay toda la infraestructura de recarga que hace que el usuario se sienta cómodo con un eléctrico; por otra, adquirir un gasolina te hace sentir como si fueras el último que se compró un VHS.

Con todo esto sobre la mesa, no es tan raro que los números de 2021-22 estén por debajo de los de 2006-2007. Lo que destaca en el caso español es la magnitud de la caída. En Reino Unido, EEUU y varios grandes países de la Eurozona también estamos en cifras récord negativas (en algún caso, mínimos de dos y tres décadas), pero casi nadie está tan lejos de sus máximos como nosotros. Así, en Alemania ahora se venden 2,6 millones de coches nuevos frente a los 3,1 millones de 2007 (hemos cogido este año por ser el último pre-crisis financiera); en Francia son 1,7 vs 2,1 millones; en Italia, 1,5 vs 2,5 millones; en España, algo más de 800.000 frente a 1,6 millones en aquel momento (para esta comparativa entre países hemos tomado las cifras de ACEA - European Automobile Manufacturers’ Association).

Como vemos, ni el desplome ha sido tan grande en los demás grandes países de la Eurozona ni, como apuntábamos anteriormente, tienen el parque automovilístico tan envejecido como el nuestro. Sólo Italia se aproxima. Y si cogiéramos otros países de Europa occidental como ejemplo para la comparativa, veríamos cifras más parecidas a las de Alemania o Francia.

En este punto hay que hacer un recordatorio. Lo del envejecimiento del parque de automóviles es un aspecto muy relevante y lo será cada vez más: según se vayan endureciendo las restricciones, veremos más coches que no pueden entrar en el centro de las ciudades. ¿Será éste un nuevo elemento de conflictividad política? Si lo es, España estaría entre los países con más posibilidades de que se plantee esta cuestión.

Por último, la producción y exportación de vehículos y componentes es uno de los pocos sectores industriales en los que nuestro país es puntero. Según Anfac, "la automoción en su conjunto demuestra de manera continua su alto valor como motor económico para este país, representando el 10% del PIB y dos millones de empleos". Es verdad que hay mercados, desde los asiáticos o los africanos a los del este de Europa que pueden sustituir en parte la caída de los grandes países europeos. Pero incluso así, esta tendencia generalizada de la que hablamos supone un nuevo reto para una economía a la que no le sobran las buenas noticias.

En Libre Mercado

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