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"Cada nuevo edificio es un delito ambiental": qué hay tras la cruzada ecologista contra los chalets

Los ecologistas más radicales abogan no por la construcción eficiente sino por dejar de construir nueva vivienda.

Los ecologistas más radicales abogan no por la construcción eficiente sino por dejar de construir nueva vivienda.
La construcción, en el punto de mira ecologista | Pixabay/CC/Gaspartacus

Las posturas más radicales para combatir el cambio climático, las que abogan por "decrecer", es decir, producir y consumir menos como fórmula para salvar el planeta, van abriéndose paso poco a poco en medios, partidos e incluso instituciones. Es el caso del melón que abrieron hace un par de años Los Verdes alemanes con la vivienda, llamada a ser una de las claves de la política europea para reducir emisiones. El partido ecologista, además de abogar por la eficiencia energética para ahorrar recursos, defendió poner coto a la construcción de vivienda unifamiliar e impulsar otro modelo de ciudad.

"Las casas unifamiliares utilizan mucho suelo, mucha energía, muchos materiales de construcción e implican el uso de más medios de transporte", señaló en una entrevista que generó mucha controversia Anton Hofreiter, el líder del grupo parlamentario ecologista en el Bundestag. Aunque muchos políticos se posicionaron en contra, y el dirigente de Los Verdes se abstuvo de proponer prohibiciones, lo cierto es que ya hay ciudades alemanas que están poniendo límites a la nueva construcción de chalets, un modelo poco implantado en nuestro país en comparación a otros vecinos europeos.

Para Los Verdes, como señaló Hofreiter en la misma entrevista, el modelo ideal de ciudad es aquel "con un centro vivo", en el que "se vive, se trabaja y se compra en el mismo sitio", con "poco espacio para los coches" y un buen transporte público. El líder verde, que abogaba así por el concepto de "ciudad de 15 minutos" tan de moda entre la izquierda, avisó del peligro de las ciudades "dónut", aquellas con un centro vacío y una periferia muy poblada.

Ecologistas contra el cemento

El debate continúa en los medios que recogen cómo una casa con jardín en propiedad sigue siendo un sueño para muchos ciudadanos alemanes a pesar del cambio climático al tiempo que ciudades como Hamburgo o Münster impulsan limitaciones. Entre tanto, la idea se sigue alimentando entre autores referencia de la izquierda verde como la periodista Ulrike Hermann, autora del libro El fin del capitalismo en el que además de plantear un límite de ingesta de calorías diario lanza otras propuestas para racionar y limitar el consumo que incluyen la vivienda. A los partidarios del decrecimiento no les basta con propuestas verdes para construcción sostenible: como señalaba Hermann en un reciente artículo, "cada nuevo edificio es un crimen contra el medio ambiente", una afirmación que incluye también las casas más ecológicas. Una vivienda eficiente, señala, aunque use poca electricidad, "emplea gran cantidad de energía gris para levantarse", dice la periodista en alusión al "mucho CO2" que implica fabricar hormigón y cemento.

La gurú ecologista señala que a su juicio no falta vivienda sino que está "mal distribuida": "La nueva construcción no ayuda" sino que "arruina el medio ambiente", dice al tiempo que apuesta por una solución "radical": una "redistribución" de las casas para evitar seguir urbanizando suelo. Recoge cómo a cada alemán le corresponderían 47 metros cuadrados de espacio habitable en función de la vivienda ya construida en Alemania.

En defensa del suelo

Precisamente el Ejecutivo de coalición alemán se ha propuesto este año poner límites al uso del suelo: tras constatar que el suelo ocupado por viviendas, infraestructuras de transporte o parques crece 55 hectáreas al año ("casi 78 campos de fútbol"), el Gobierno formado por socialistas, liberales y verdes se marcó como objetivo el pasado mes de febrero reducir ese crecimiento a 30 hectáreas al año en 2030 y que en 2050 el crecimiento sea cero.

El objetivo es mantener "espacios verdes" que sirvan para "retener CO2 y gases con efecto invernadero" y preservar "paisajes y biodiversidad". "Cada día se pierden valiosos parajes naturales y tierras de cultivo", señaló al anunciarlo el Ministerio de Medio Ambiente que también defendió la conveniencia de preservar suelo para las "necesarias medidas relacionadas con la transición energética".

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