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Argentina, territorio suicida: las ideas de Massa que han arruinado el país

El candidato peronista, Sergio Massa, vence en la primera vuelta de las elecciones argentinas, tras disparar la pobreza y la inflación.

El candidato peronista, Sergio Massa, vence en la primera vuelta de las elecciones argentinas, tras disparar la pobreza y la inflación.
El candidato peronista a la Presidencia de Argentina, Sergio Massa. | Cordon Press

La enfermedad de Argentina se llama peronismo y su gran tragedia es que se ha mantenido en el poder durante cerca de 80 años, de forma más o menos continuada, gracias al apoyo de buena parte de la población, a pesar de que esta nueva variante del socialismo ha cosechado unos resultados desastrosos a nivel político, económico y social.

Prueba de ello es la sorprendente victoria electoral que ha vuelto a cosechar el peronismo en las urnas de la mano de su candidato, Sergio Massa, actual ministro de Economía del Gobierno que preside Alberto Fernández y responsable de la calamitosa situación económica que atraviesa el país desde hace años.

Massa ha vencido en la primera vuelta de los comicios presidenciales del pasado domingo, con casi el 37% de los votos, por delante del economista libertario Javier Milei, que obtuvo el 30%, de modo que ambos disputarán una segunda vuelta electoral el próximo 19 de noviembre.

La clave de su éxito es que logró unificar el voto peronista, el movimiento político creado en los años 40 por el general Juan Domingo Perón y que, desde entonces, domina la política argentina. Esto demuestra que el peronismo, hoy bajo la etiqueta del kirchnerismo, sigue estando profundamente arraigado en la sociedad argentina a través de sus amplias redes clientelares, ya que son muchos los argentinos que dependen del extendido sistema de subsidios y ayudas que aplica el Estado, a costa, eso sí, de empobrecer al conjunto de la población.

No en vano, Argentina era uno de los países más ricos del mundo a comienzos del pasado siglo XX y se mantuvo en el top 10 hasta los años 40, momento a partir del cual, tras la irrupción del peronismo, empezó su particular declive. Hoy, ocupa el puesto 70 del ránking mundial en cuanto a PIB per cápita, y bajando…

Y lo más curioso es que el actual mandato kirchnerista, con Massa al frente del Ministerio de Economía, ha sido especialmente negativo desde el punto de vista económico y social. Massa se asoció con Cristina Fernández de Kirchner y el actual presidente, Alberto Fernández, con quienes llegó al poder en 2019 con la coalición peronista Frente de Todos, desbancando de la Presidencia a Mauricio Macri.

La estrategia funcionó y Fernández asumió el papel de presidente, Kirchner de vicepresidenta y Massa de presidente de la Cámara de Diputados. A mediados del año 2022, tras el estallido de la crisis inflacionaria generada por la emisión récord de dinero, el entonces ministro de Economía, Martín Guzmán -abiertamente enfrentado a Kirchner-, renunció y fue entonces cuando Massa, aupado por sus otros dos socios, asumió la gestión económica del país, convirtiéndose en una especie de "súper ministro".

Más inflación y pobreza

Sin embargo, su gestión, lejos de mejorar la situación, ha agravado la crisis económica. El PIB acumuló una contracción del 1,8% hasta el pasado mes de julio y todo apunta a que terminará el año con una recesión próxima al 3%.

Aunque el principal problema no es tanto la caída de la actividad como la imparable y vertiginosa subida de los precios. Con una inflación del 138% en septiembre, las previsiones privadas recabadas por el Banco Central avanzan una hiperinflación superior al 180% a cierre de 2023, la tasa más alta desde la crisis de 1989-1990, un fantasma que pesa, y mucho, entre los votantes.

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El causante de esta histórica inflación es la combinación de políticas monetarias y fiscales muy expansivas durante el presente mandato kirchnerista. La economía argentina está prácticamente hundida, con un peso que ha perdido 15 veces su valor en los últimos cuatro años y una pobreza generalizada que ya afecta a más del 40% de la población y ha sumido en la más absoluta indigencia al 9,3% de los argentinos.

Pese a que la tasa de paro oficial es del 6%, la economía sumergida es norma, con casi 8 millones de empleos en negro, y los sueldos, por mucho que se trabaje, no alcanzan debido a la descontrolada escalada de precios. Massa, sin embargo, ha obtenido el 36% de los votos gracias, en parte, a su firme apuesta por reforzar la presencia del Estado en la vida diaria de los argentinos, donde las ayudas y los subsidios constituyen desde hace décadas el eje estratégico de los diferentes gobiernos.

La idea de "justicia social", que no es ni más ni menos que la enfermedad que padece Argentina desde los años 40, está tan arraigada en el subconsciente social de buena parte de la población que resulta hartamente complicada su erradicación. Y eso es lo que ha explotado Massa durante la campaña electoral, azuzando el miedo entre los electores que reciben prestaciones a la propuesta de "Estado mínimo" que propone Milei como alternativa.

Dos modelos totalmente opuestos

Ahora, Massa y Milei se verán de nuevo en las urnas el próximo 19 de noviembre, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, con la compleja situación económica como telón de fondo del debate.

Sus modelos están en las antípodas. El primero, abogado, ministro de Economía desde julio de 2022, y, sobre todo, peronista, apuesta por mantener un fuerte control estatal de la economía, con altos impuestos y un estricto intervencionismo, al tiempo que sigue alimentando la tradicional red clientelar del peronismo con un elevado gasto público.

Milei, por el contrario, es un economista libertario que se define como un "anarquista de mercado" o un "anarcocapitalista", que consiste en reducir el tamaño y presencia del Estado a mínima expresión. Candidato de La Libertad Avanza, una fuerza creada hace solo dos años, propone un cambio de 180 grados para poner fin al problema crónico de la elevadísima inflación en Argentina, cuya causa es la "casta política" que sólo sabe emitir moneda para financiar el déficit.

Su solución es cerrar el Banco Central y dolarizar completamente la economía, un proceso que, según dice, podría llevar entre 9 y 24 meses hasta la circulación cotidiana del dólar en la calle. Además propone liberalizar el comercio exterior, reducir de forma sustancial el peso del Estado en la economía, privatizar empresas públicas, eliminar subsidios y bajar impuestos y gastos para equilibrar las cuentas e impulsar el crecimiento económico.

Su principal objetivo es que Argentina vuelva a ser la gran potencia económica que fue hace ahora un siglo. La decisión está en manos de los argentinos.

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