¿Qué parte del valor generado por una empresa española en manos de los accionistas de la compañía? ¿Y de los trabajadores de la firma? ¿Qué hay, por otro lado, del papel del Estado en todas estas dinámicas? Estas preguntas son las que pretende responder un breve pero esclarecedor informe difundido por el Centro Diego de Covarrubias y elaborado por Miguel Ángel Sanz.
El profesor de la Universidad de Navarra y de la Universidad de las Hespérides plantea el ejemplo de una compañía española dedicada al ramo de la ingeniería. No se trata de una mera construcción abstracta, sino de un caso real basado en una firma de gran tamaño en la que trabajó el propio autor del estudio y que cuenta con una plantilla de 400 trabajadores. Los ingresos de la empresa en cuestión rondan los 35 millones de euros anuales.
Sin embargo, esta facturación se ve mermada por las compras propias del desarrollo de la actividad (13 millones), el pago de salarios (15 millones), las cotizaciones sociales (4,5 millones) y los gastos de formación (400.000 euros), dejando el beneficio antes de impuestos en 2,1 millones. Si a esta cifra le recortamos el pago del Impuesto de Sociedades, que alcanza el 25%, el saldo final arroja unas ganancias de 1,6 millones de euros.
"En principio podríamos pensar que del valor creado por la empresa, los accionistas se llevan 1.575.000 € y el Estado en impuestos 525.000 €. Sin embargo esto no es así. En primer lugar, realmente el precio venta de los servicios de la empresa de ingeniería no son 35.000.000 € sino 42.350.000 €, ya que la empresa a sus clientes les cobra además 7.350.000 € de IVA. A su vez la empresa debe pagar el 21 % de IVA por sus compras.", advierte Sanz.
Así, como explica el documento publicado por el Centro Diego de Covarrubias, la riqueza realmente generada por la compañía sería de unos 26,6 millones.
A esta cifra hay que restarle los pagos del Impuesto sobre el Valor Añadido, que se calculan como la diferencia entre el IVA repercutido y el soportado por la empresa, arrojando un total de 4,6 millones.
Por otro lado, "una vez pagado el impuesto de sociedades y repartidos los dividendos a los accionistas, el Estado vuelve a llevarse parte de este dinero, en el apartado de IRPF correspondiente a los dividendos que se reparten los accionistas una vez se ha cerrado el ejercicio". Asumiendo un pago del 20%, vemos que esta nueva "cuña" fiscal supone 315.000 euros más de pagos al fisco.
Sanz considera que también debemos tener en cuenta que el coste laboral de los empleados sufraga el pago de IRPF y cotizaciones sociales. Asimismo, la formación ofrecida a los trabajadores también sería un valor ofrecido por la compañía que reduce la riqueza de la mercantil frente a un escenario en el que no se brindase ningún tipo de preparación a la plantilla.
"Sumando las cotizaciones a la Seguridad Social que paga la empresa y las que paga el empleado, y añadiendo el resto de pagos al Estado mencionados hasta aquí, el total de impuestos que van para el Estado se refleja a continuación. Todos los pagos al Estado (Seguridad Social, Impuesto de Sociedades, IVA, IRPF, dividendos) salen de la riqueza que genera la compañía", insiste el documento del Centro Diego de Covarrubias.
Por lo tanto, "la riqueza generada por la empresa en el ejemplo planteado se distribuye de la siguiente manera entre accionistas, empleados y el Estado: un 5% para los accionistas, un 42% para los empleados y un 53% para el Estado".
Dicho de otra manera, por cada 1€ que obtienen los empresarios, los trabajadores se llevan 11€ y las Administraciones, 14€.