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Domingo Soriano

Vuelve el fraude de las balanzas: por qué son mentira y por qué retratan al nacionalismo (y a Sánchez)

Dejémoslo claro: el tipo que está quejándose del destino de sus impuestos, en la sede de Junts de un pequeño pueblo, es un paniaguado de tomo y lomo.

Dejémoslo claro: el tipo que está quejándose del destino de sus impuestos, en la sede de Junts de un pequeño pueblo, es un paniaguado de tomo y lomo.
Félix Bolaños y María Jesús Montero, escuchan la intervención de la portavoz de Junts, Míriam Nogueras, durante el pleno del Congreso (aunque tuvo lugar en el Senado), del pasado miércoles. | EFE

Que un partido socialdemócrata publique unas balanzas fiscales es un fraude intelectual. Si, además, lo hace uno que quiere limitar la autonomía fiscal de la región que más ha hecho uso de la misma en la última década, la farsa pasa a la categoría de esperpento.

Las balanzas fiscales son mentira. Por muchas razones. En primer lugar, porque no hay un criterio único para su cálculo. Y si el que hace ese cálculo es juez y parte (y mentiroso, como Sánchez o Puigdemont, los dos trileros por antonomasia de la política española) es imposible que nos creamos los resultados.

En segundo lugar, por la propia lógica socialdemócrata. Nos dicen que (1) los sistemas fiscales deben ser progresivos; y que (2) tenemos que manejarnos en un nivel de presión fiscal similar al de los países de nuestro entorno: es decir, como mínimo 42-44% del PIB y de ahí para arriba. Si cumples los dos puntos, las regiones con más renta per cápita, que además suelen ser las que tienen más densidad de población, van a ser contribuyentes netas y por mucho: en España, en Francia, en Italia... y en cualquier lugar del mundo. Porque has diseñado un sistema para que los ricos paguen más y porque un kilómetro de carretera o un quirófano en Madrid y Barcelona dan servicio a medio millón de personas y en Soria, a 25.000.

Hay más. Otra mentira de las balanzas tiene que ver con su ámbito. Por qué autonómico. O por qué sólo autonómico. Sí, se pueden hacer balanzas Cataluña-Madrid-Andalucía-Murcia... Pero también Barcelona-Gerona-Lérida-Tarragona. Si la administración o los partidos políticos que exigen la publicación de las balanzas fiscales "del otro", no publican las suyas, entonces es fácil adivinar que lo que les interesa no es el supuesto maltrato fiscal a una parte de la población. Ni fijar las reglas para un sistema fiscal más justo. Lo que quieren (sorpresa) es un privilegio político con una cifra manipulada.

Esto es importante recordarlo porque en España hay muchos desequilibrios fiscales (si queremos entrar en estos términos) entre diferentes territorios. Pero pocos expolios más escandalosos que el que sufre Tabarnia (y todavía más Barcelona) del resto de Cataluña. Aplicando la lógica independentista, Tractoria expolia a las zonas no nacionalistas de Cataluña con dedicación y constancia desde hace cuatro décadas.

De hecho, estoy seguro de que, si se hicieran los cálculos, estas provincias y las zonas más nacionalistas de la Cataluña rural tendrían balanzas fiscales deficitarias también con el resto de España. El ente agregado Cataluña, que en teoría tiene una balanza fiscal deficitaria, está formado por zonas que aportan (si lo miramos con una óptica política, son, sobre todo, las menos nacionalistas) y otras que son receptoras netas. Sí, dejémoslo claro: el tipo que está en un pequeño pueblecito de Lérida o Girona, en la sede local de Junts o ERC, quejándose de que los andaluces no trabajan y se quedan con los impuestos de los catalanes... ese tipo es, en los términos fiscales que usa habitualmente el nacionalismo, un paniaguado de tomo y lomo. Porque sí, ese tipo y sus vecinos se lo están llevando crudo: y lo que se llevan proviene fundamentalmente de los impuestos de los madrileños.

Por supuesto, ya que hacemos balanzas y repartos, lo que casi nunca sale en ninguna cuenta: la balanza de los sistemas forales. No extrañaría que lo que haya pactado Sánchez con Puigdemont sea la publicación (manipulada) de las cifras de las regiones del régimen común. Si fuera así, nos estaríamos dejando fuera el mayor desequilibrio que existe en España (mi apuesta es que en ningún país Occidental existe un reparto tan desigual, en el que dos de las regiones más ricas del país tienen trucadas las reglas fiscales... ¡a su favor!).

Para qué

Pero, siendo todo esto escandaloso, no es lo más importante. Piensen cuál sería la respuesta a la pregunta de ¿para qué se publican las balanzas? Porque aquí pudiera ser que a Sánchez le hubiera entrado un arrebato liberalizador. Que haya decidido apostar por la competencia fiscal. Imaginen un nuevo modelo: cada región recauda el 100% de los impuestos (quizás con la excepción del IVA, que al ser al consumo y tener que ser el mismo en todo el país, se quedaría en manos del Estado). Luego, retendría un porcentaje elevado de lo que recaudase (¿el 70%? ¿el 80%?) y entregaría el resto a una caja común, para las competencias estatales y para cubrir una bolsa de solidaridad para transferencias entre regiones. En ese esquema, por supuesto, las regiones también tendrían libertad para fijar el nivel tributario que considerasen oportuno.

Sí, es cierto que con el esquema descrito, las regiones de menos renta podrían sufrir una merma en sus ingresos a corto plazo respecto a la situación actual. Pero también tendrían algunas ventajas para ellas: por ejemplo, podrían poner impuestos bajos a las rentas altas o a las sociedades, para atraer este tipo de contribuyentes, del que ahora carecen.

También es verdad que un modelo como éste no elimina todas las suspicacias o interpretaciones: por ejemplo, con la caja única de la Seguridad Social, que no entraría en el cálculo porque se supone que es un sistema contributivo cerrado. Como cada vez más partidas se financian vía impuestos y deuda, la delimitación de qué es contributivo y qué no sería un tema delicado: habría regiones que saldrían mejor o peor paradas con una interpretación más o menos extensiva. De hecho, por aquí se ha colado el último regalo de Sánchez al nacionalismo vasco en el último cálculo del Cupo.

En cualquier caso, serían cuestiones menores. Un sistema fiscal como el descrito no acabaría con todo el debate, pero lo limitaría. No hay muchos países que tengan un diseño de este tipo, pero sería una discusión interesante. Yo estaría a favor de avanzar en ese camino. Por supuesto, ni Sánchez ni sus socios lo quieren ni lo han querido nunca. En un país que se ha caracterizado por el vaciamiento del poder del Gobierno central (para bien o para mal, hoy no entro en ese debate), el único intento recentralizador real que se ha llevado a cabo ha sido contra la autonomía fiscal de Madrid, que se ha limitado con normas trampas para evitar que siguiera haciendo lo que lleva haciendo desde hace tres décadas y lo que sus ciudadanos han votado una y otra vez. Todas las regiones tienen derecho a más autogobierno en todo, menos Madrid con sus impuestos. ¡Es que hemos visto a Rufián en el Congreso defendiendo normas que supondrían la minoración de competencias de las regiones mientras acusaba de "dumping fiscal" a Madrid!

No quieren balanzas ni quieren competencia fiscal. Lo que quieren es otro régimen privilegiado como el del Cupo vasco, calculado con criterios políticos y con las cartas marcadas: en lo que no me conviene (Seguridad Social) tú pagas; en lo que me viene bien (cálculo trucado de las competencias comunes) pongo el cazo. Y, mientras tanto, paga Madrid, la región más dinámica de España y la que lleva décadas salvando al conjunto de tener unas cifras macro todavía más tristes de las que presenta. Porque ésa es la última pregunta: si la clave del declive económico de Cataluña es el "expolio fiscal", cómo es que Madrid, que aporta mucho más a esa caja común, también lleva décadas creciendo más y generando más empleo. Si se publican las balanzas de verdad, retratarán al nacionalismo: por la comparación con Madrid y porque cuanto más poder ha tenido ese nacionalismo, peor les ha ido a los catalanes. Por eso, no las publicarán (las de verdad; las de Puigdemont y Sánchez serán tan falsas como sus urnas).

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