Parados, indefinidos... Nada es lo que era desde que Yolanda Díaz llegó al Ministerio de Trabajo. El Gobierno de Pedro Sánchez ha llevado a cabo una serie de medidas laborales que, además de encontrarse con la oposición de los empresarios, están desvirtuando la credibilidad de las estadísticas oficiales de empleo.
El cambio principal tuvo lugar en el año 2022, cuando la entrada en vigor de la contrarreforma laboral de Yolanda Díaz prohibió el contrato por obra y servicio encareciendo los contratos temporales y haciendo que muchos de ellos pasaran a la modalidad de fijo-discontinuo.
Esta situación ha supuesto desde entonces un beneficio estadístico importante para el Gobierno. Y es que, por arte de magia, el Ejecutivo ha convertido empleos "temporales" en otros considerados "fijos", aunque esta transformación no signifique que esos empleados vayan a estar más tiempo trabajando que antes o que se trate de empleos de calidad, como vienen presumiendo Sánchez o Díaz.
Indefinidos fraudulentos
La prueba inequívoca de que los empresarios están sustituyendo unos contratos por otros disfrazando la temporalidad que el Gobierno afirma haber eliminado la tenemos al analizar la mortalidad de la contratación indefinida.
Y es que, solo en el pasado mes de febrero, 25.141 personas suscribieron más de un contrato indefinido en ese mes, tal y como recoge Randstad. Es decir, esos contratos indefinidos se firmaron para unos días, por lo que ya estaban muertos antes de cerrarse. Eran zombies. Así, vemos que el panorama laboral de nuestro país ha pasado de los temporales fraudulentos (trabajadores que encadenaban contratos temporales sistemáticamente) a los indefinidos fraudulentos (contratos denominados indefinidos, pero con naturaleza temporal). Desde los inicios de 2022, un total de 801.000 personas han firmado contratos indefinidos que tenían esta curiosa fecha de caducidad.
Más de 3,54 millones de parados reales
La precarización de los contratos indefinidos también se confirma si analizamos el total de esos contratos. Así, el pasado mes de febrero se firmaron 523.445 contratos indefinidos, lo que supone 16.823 más que en enero (+3,32%). Sin embargo, sólo el 47,16% de los contratos indefinidos fueron a tiempo completo, frente a un 27,55% de fijos discontinuos y un 25,29% de indefinidos a tiempo parcial (de menos horas). Es decir, más de la mitad de los contratos indefinidos eran de baja calidad.
Hay que tener en cuenta que los meses del año que los empleados fijos discontinuos no trabajan (como un camarero al que contratan en verano o un agricultor que va a una campaña específica) no cuentan como desempleados en las listas del paro. Este es otro de los artificios estadísticos de Yolanda Díaz que ha destrozado las estadísticas de empleo.
Aunque en el Ministerio de Trabajo se niegan a dar el dato del número de fijos discontinuos que están inactivos, organismos como Randstad calculan que estamos hablando de 767.562 fijos discontinuos que estaban en febrero en su casa sin trabajar esperando una llamada de la empresa que puede durar incluso un año o que nunca se llegue a producir. Esta cifra coincide con la del último Observatorio Laboral publicado por BBVA Research y Fedea relativa al pasado mes de enero.
El dato del paro efectivo se obtiene sumando al paro registrado aquellos demandantes de empleo con relación laboral, esencialmente los fijos discontinuos en inactividad y descontando los trabajadores en ERTE. En febrero, el paro efectivo se situó en 3,54 millones de personas, una diferencia respecto al paro oficial de 767.562 personas como hemos dicho anteriormente.
Así, el paro efectivo se mantiene en unas cifras muy similares a las de un año atrás, prácticamente sin descenso interanual. Es más, esta cifra sería todavía mayor si contáramos como parados los demandantes de empleo con "disponibilidad limitada" o con "demanda de empleo específica", otras categorías que llevan años fuera de las estadísticas del paro y beneficiando al Gobierno de turno con el maquillaje.