El Ejecutivo sigue presumiendo desempeño económico. Es uno de los mantras que más repiten los miembros del Ejecutivo. Desde Sánchez a Yolanda Díaz, pasando por los ministros económicos, Carlos Cuerpo y María Jesús Montero.
Este martes hemos conocido el dato del PIB que ha publicado el Instituto Nacional de Estadística, y éste ha crecido algo más de lo esperado, un 2,5%. El propio ministro de Economía, Carlos Cuerpo, se mostraba encantado con los datos y decía que "frente a las predicciones catastrofistas y los relatos sesgados, las cifras son claras e incontestables". Según su relato, ese 2,5% logrado en 2023 es "más de cinco veces superior al de la media de la zona euro y el más elevado entre las principales economías europeas".
Pero ahí no acaba la cosa. El ministro de Economía presumía de que "4 de cada 10 empleos creados en la zona euro en 2023 fueron en España". Además, España recorta la inflación al mismo tiempo que crece y añade que la capacidad de financiación de la economía española frente al exterior alcanzó los 51.000 millones de euros en 2023, su máximo histórico y que el crecimiento de la economía española "ya no depende de la financiación exterior".
Por si todo esto fuera poco, se mostraba extraordinariamente satisfecho al trasladar que "cerca de la mitad de los fondos europeos de la primera fase del Plan de Recuperación llegan a la economía real". Pequeño detalle. Dando esta afirmación por cierta, cabría preguntarle, dónde ha llegado más de la mitad de ese primer plan de recuperación.
Pero estaba contento el ministro Cuerpo y ha querido también presumir de la España sanchista como tractor de inversiones: "somos el cuarto país del mundo que ha recibido más proyectos de nueva inversión", decía con 4.751 proyectos en los últimos cinco años.
Sin embargo, poco o nada es realmente cierto de lo que ha explicado el ministro y, desde luego, lo que no ofrecen las cifras son razones para el optimismo.
La realidad sobre el crecimiento del PIB
Son varios los factores que explican el crecimiento del PIB que reflejan las estadísticas del INE, y ninguno de ellos es positivo. El primero es que el crecimiento no está explicado por el desempeño de la industria o los servicios en España, sino por el gasto público disparado que mantiene el Ejecutivo.
Así lo destacó en su análisis de este lunes José María Rotellar en Libertad Digital sobre las propias advertencias del Banco de España sobre el crecimiento.
Gasto público y deuda
Este informe refleja que mientras el consumo privado y la formación bruta de capital suspenden, quien se ha disparado ha sido el gasto público, muy por encima de lo esperado, a tasas del 3,8% (por encima del 2,2% que estaba previsto para 2023).
Esto, unido a una productividad cada vez más débil, hipoteca la posibilidad de crecimiento a medio y largo plazo. Es más, el Banco de España considera que el crecimiento en 2023, ese del que saca pecho el Gobierno, no recoge la evolución real de la economía española, sino unas cuentas únicamente sostenidas por el gasto público, cuyo endeudamiento enorme provoca un efecto expulsión de la inversión privada.
Imaginemos que en nuestro presupuesto familiar, las rentas del trabajo merman, perdemos algún miembro de la unidad familiar como aportante neto de rentas, pero, sin embargo, arrojamos pingües beneficios, porque nos gastamos el colchón de seguridad que tenemos para imprevistos y, además, pedimos un préstamo, para que el saldo al final sea positivo.
La inversión extranjera se desploma
La realidad sobre el atractivo de la economía española para las empresas internacionales dista mucho de dibujar la curva que sugiere el ministro Cuerpo. Este mismo mes hemos conocido como la inversión extranjera en España, sin entidades de Tenencia de Valores Extranjeros, ha caído un 23,3% en los primeros nueve meses de 2023, en comparación con el mismo periodo del año anterior. España presenta unos niveles de inversión más parecidos a los de 2021, uno de los años marcados por la pandemia.
Es más, desde 2018, cuando Sánchez llegó a la Moncloa, la inversión extranjera entró en declive desplomándose más de un 55% en comparación con 2018. Las causas son múltiples: la moderación del crecimiento económico y la incertidumbre sobre las proyecciones en 2024, la subida de los costes financieros, las pérdidas en algunos sectores de actividad y el retraso en la ejecución de los fondos europeos.
Más empleo… público
Presumir de empleo en España sigue siendo ofensivo, ya que somos el país de la Unión Europea con las mayores tasas de paro general paro juvenil, además de un sistema laboral, el que ha montado Yolanda Díaz, en el que cada vez es más difícil conocer los datos reales sobre desempleo.
Además, si atendemos al cierre de 2023, España despidió el año como el país de la UE con mayor tasa de paro general y juvenil. En concreto, la tasa de paro general de España se situó en el 11,7% y la tasa de desempleo joven fue del 28,6%.
Lo que sí es cierto es que lo único que muestra dinamismo en los últimos informes de mercado laboral es que el avance real de empleo es el que refleja el sector público, frente a un sector privado que, a duras penas, consigue mantener algo de pujanza. Esto último es posible, todavía, porque los salarios han mermado su poder adquisitivo de una manera radical. Los españoles somos los que más nos hemos empobrecido de la UE, asumiendo recortes de poder adquisitivo extraordinarios.
En definitiva, que el desempeño de nuestra economía es muy débil y su consistencia, frágil, en el mejor de los casos.