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Manuel Fernández Ordóñez

La luz, Broncano y la ELA

Con los costes energéticos más contenidos y la inflación convenientemente maquillada, los ciudadanos ya no importan.

Con los costes energéticos más contenidos y la inflación convenientemente maquillada, los ciudadanos ya no importan.
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La energía podría ser mucho más barata de lo que es. Para todo el mundo, pero especialmente para los más vulnerables. Estos son los que tienen que hacer un mayor esfuerzo para pagar sus facturas energéticas: la electricidad, el gas y los carburantes. A modo de ejemplo, más de la mitad de lo que pagamos los españoles en la factura de la luz no tiene nada que ver con el hecho de producir electricidad y llevarla hasta nuestras casas. Más de la mitad de la factura son costes políticos e impuestos, más de la mitad...

Cuando la guerra de Ucrania disparó los costes energéticos, el gobierno se vio obligado a actuar con urgencia. Pero no lo hacían por nosotros, no lo hacían por los más vulnerables, lo hacían simplemente porque se les disparaba la inflación. Bajaron algunos impuestos, redujeron el IVA de la electricidad y el gas e incluso redujeron durante meses el precio de las gasolinas. Esto último llama especialmente la atención puesto que, a la vez que hacían esto, en las cumbres internacionales reclamaban el fin de los subsidios a los combustibles fósiles. Como diría Anthony de Jasay, son una contradicción en los términos.

Ahora, con los costes energéticos más contenidos y la inflación convenientemente maquillada, los ciudadanos ya no importan y la avaricia recaudadora vuelve a los derroteros previos a la crisis. Así, primero eliminaron las ayudas a los carburantes (que en realidad eran una rebaja de la enorme presión fiscal que soportamos los ciudadanos); después subieron el IVA de la electricidad al 10%, posteriormente al 21%; y ahora le toca el precio al gas con el que nos calentamos, cuyo IVA se volverá a situar en el 21%.

El IVA correspondiente a los productos energéticos recauda miles de millones de euros cada año. Fondos que hacen falta, por supuesto, que hay que mantener tramas de corrupción, malversar fondos públicos, cobrar comisiones ilegales o dar programas a dedo en la televisión pública. A Broncano le ofrecieron más de 40 millones de euros de dinero público por un programa en RTVE. El mismo gobierno que ha bloqueado en 49 ocasiones la Ley para las personas que padecen ELA porque "no tenían 38 millones en el presupuesto" pero se gastaron (en la misma época) casi 140 millones en publicidad institucional o miraba para otro lado (en el mejor de los supuestos) cuando la trama Koldo se llevaba más de 16 millones de euros de todos nosotros. El gobierno de la gente. Pero no alcen ustedes la voz, porque pertenecen a la fachosfera.

La energía impregna todas las actividades humanas, de manera mucho más intensa en los países ricos como el nuestro. Hacer que la energía sea cara es hacer que todos seamos más pobres, es hacer que la comida, la ropa o el transporte cuesten más a todo el mundo. Subir el IVA de los productos energéticos es hacer que todos seamos más pobres. Y si no, recuerden las campañas de los artistas para bajar el IVA de la cultura (con lo que yo estoy totalmente de acuerdo). Pero si bajar el IVA de la cultura es bueno para todos, ¿acaso no será también bueno para bajar el IVA de la electricidad? ¿O es que para unos sí y para otros no?

La realidad es que cuando algo cuesta más, los que más sufren son los que menos tienen. Subir el IVA de la energía hará que sufran más los que menos tienen. Pero eso ya lo saben los políticos, que no quieren ciudadanos, sino siervos. ¿Cuándo nos daremos cuenta?

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