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Jesús Colmenares

¿Por qué no reacciona el euro a las intervenciones del BCE?

Sobre la conveniencia de que el BCE intervenga, leaEconomía-Semanal

Acaso sí reacciona y el resultado es que ha establecido 0,85 dólares por euro como el límite por debajo del cual la autoridad monetaria europea no está dispuesta a dejarlo caer. Es posible que el hecho de que la moneda de los once países europeos deje de caer gracias a esas intervenciones ya es un éxito y el primer resultado tangible.

Lo cierto es que el Banco Central Europeo ha cambiado de estrategia en la defensa de la moneda única y, cansado de repetir que el euro no tardaría mucho en subir, se ha dedicado a darle apoyos en metálico para que lo consiga. El mínimo de 82 centavos de dólar por euro alcanzado el 26 de octubre pasado colmó la paciencia de los gobiernos europeos, que presionaron a las autoridades de Francfort para que se dejaran de discursos y actuaran en el mercado de divisas.

La moneda única ha perdido el 32 por ciento de su valor desde el máximo de 1,19 dólares por euro alcanzado el cuatro de enero de 1999, a pocos días de su nacimiento. El análisis técnico nos muestra una tendencia bajista clara desde su nacimiento, con un intento de ruptura el 19 de julio de 1999, que duró tres meses y dio paso a una nueva caída, otro intento de recuperación en mayo de dos mil, que duró un mes y medio, y una nueva línea de caída que es la actual y que empezó a mediados de junio de este año, con algunos intentos fallidos de ruptura coincidiendo con las últimas intervenciones del 22 de septiembre y seis de noviembre.

El euro tendría que volver a valer un dólar para que se rompiera esta tendencia bajista y se tradujera en un cambio en las líneas de las medias móviles de 100 y 200 sesiones, que no dejan lugar a dudas sobre la debilidad de la divisa europea. Para ello, mucho tendría que cambiar el panorama económico claramente favorable a Estados Unidos por el diferencial de tipos de interés y por el mayor grado de apertura a la competencia: las famosas reformas estructurales de los sectores que aún permanecen cerrados en Europa y que favorecen un mayor coste para los europeos.

Los expertos dudan de que las intervenciones en el mercado de divisas puedan servir para cambiar el rumbo decidido por otros factores, a lo sumo estas compras de euros conseguirán frenar durante un corto período el ataque que sufre nuestra divisa.
Además, en las últimas ocasiones, el Banco Central europeo ha intervenido en solitario en los mercados de divisas para comprar euros y vender dólares y así afianzar a la moneda europea.

La primera acción de apoyo fue de forma concertada con los bancos centrales de Estados Unidos, Canadá, Japón y el Reino Unido, pero las dos intervenciones del 3 de noviembre y las siguientes de los últimos días han sido obra del banco central de los once países europeos. Japón se ha abstenido de intervenir en las tres últimas ocasiones para evitar que el mercado interprete que la ausencia de Estados unidos responde a motivos políticos, como así es, porque las elecciones presidenciales estaban demasiado próximas. Resulta sintomático que el euro haya recuperado terreno cuando el dólar caía con las noticias de que la proclamación los resultados de las elecciones presidenciales de Estados unidos se retrasaban hasta el 17 de noviembre.

Es una buena señal que el Banco Central europeo se haya decidido a intervenir para evitar que la caída del euro se convierta en algo crónico sin visos de solución. Los mercados de divisas saben ahora que el suelo está entre 82 y 85 centavos de dólar por euro, lo que es un buen primer paso para que la moneda única recupere algo del terreno perdido.

La mayor esperanza para el euro, sin embargo, descansa en que la economía norteamericana se desacelere hasta que los flujos de capitales dejen de considerar a Estados Unidos como la meta principal de las inversiones y regresen a Europa. La mala noticia es que, aunque efectivamente EE.UU. da señales de cansancio en su crecimiento económico, la salud de la economía europea no es tan boyante como para marcar la diferencia, como lo muestran las últimas estadísticas en Alemania.

El BCE teme que la caída del euro sea un factor adicional de debilidad de la economía europea que obligue a subir aún más los tipos de interés para atajar la inflación, pero también para frenar la recuperación que, habíamos visto, era la solución buscada por el banco central para sacar al euro del callejón sin salida en que se encuentra.

La recuperación del euro vendrá cuando sea más interesante para el inversor meter su dinero en Europa que en Estados Unidos, lo cual obviamente no sucede en estos momentos, sino más bien al contrario.

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