El Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) ha tomado directamente las riendas de Iberdrola con el nombramiento de Ignacio Sánchez Galán en el puesto de Consejero Delegado y con el propósito de cambiar totalmente el rumbo de la segunda empresa eléctrica española. El nuevo dirigente no ha conseguido el puesto por su gran experiencia en el sector de la energía, ya que carece de ella, sino porque puede conseguir la paz entre los gestores de la empresa y sus principales accionistas. Así, el nombramiento del nuevo consejero delegado se ha producido con el apoyo unánime del consejo de administración, incluido el voto del segundo accionista, la caja de ahorros vizcaína Bilbao Bizkaia Kutxa.
Iberdrola había fracasado en febrero en su proyecto de fusión con Endesa y anteriormente en el intento de comprar la empresa de Florida FPL Group Inc., en ambas ocasiones con la oposición del BBVA a estos planes del anterior equipo directivo de la segunda eléctrica española. El anterior consejero delegado, Javier Herrero, no contaba ya con la confianza de los directivos del banco vasco y los analistas esperan que el nuevo máximo ejecutivo de la compañía consiga recomponer la situación.
Iberdrola se encuentra en una situación delicada: lucha para aumentar su expansión y al mismo tiempo se ha convertido en una posible presa de sus competidoras europeas, en un mercado cada vez más exigente y abierto a la competencia. La eléctrica vasca anunció a principios de este mes un plan de inversiones de 8.700 millones de euros para los próximos cinco años para aumentar su negocio en Europa. Sin embargo, sus competidoras la superan ampliamente en este capítulo. Sin ir más lejos, Endesa planea invertir en el mismo periodo 20.500 millones de euros, pero es que la italiana Enel cuenta con 30.000 millones y la alemana E.ON se puede permitir invertir otros 40.000 millones de euros, incluso después de haber comprado por 14.000 millones de euros la británica Powergen.
Si Iberdrola no tiene liquidez para crecer, quizá su destino es convertirse en la presa de otra compañía mayor, como ya le pasó a Hidroeléctrica del Cantábrico, y como acaba de declarar el nuevo consejero delegado: “comer o ser comidos”. España es uno de los mercados donde más crece el consumo de electricidad de Europa, con un seis por ciento, y las compañías europeas más importantes tienen entre sus objetivos prioritarios entrar en el mercado peninsular. Además, Sánchez Galán está curtido en el arte de moverse entre accionistas divididos, tras su paso por Airtel, donde ha capeado el temporal durante dos años entre los accionistas británicos y españoles y la propia guerra privada entre British Telecom y Vodafone por el control de la segunda empresa española de telefonía móvil.
Mientras los accionistas luchaban por hacerse con el control de Airtel, se forjó un nombre como gestor eficaz al conquistar el 35 por ciento del mercado en 1999, con beneficios de 275 millones de euros el año pasado, y aumentó el valor de la empresa hasta 28.000 millones de euros. Los accionistas financieros vascos de Iberdrola esperan que la historia se repita ahora en el sector eléctrico y, desde luego, parecen dispuestos a luchar para conseguirlo.
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