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Jesús Colmenares

El BCE ha de bajar los tipos

Los mercados han perdido el rumbo y ni siquiera el mago Alan Greenspan, el presidente de la todopoderosa Reserva Federal de Estados Unidos, ha sido capaz esta vez de sacar la varita mágica para solucionarlo. Estamos como Marcel Proust, quien, además de pasar a la posteridad como novelista por “En busca del tiempo perdido” era un inversor con poco ojo para los negocios: vendía cuando los valores bajaban y compraba cuando estaban caros, atraído por el nombre poético de las empresas.

La inflación de Estados Unidos está bajo control, a pesar de algunos débiles repuntes, lo que debería tranquilizar a los economistas tras los sucesivos recortes de tipos de interés, desde el 6,0 al 5,00 por ciento. Los precios de febrero subieron más de lo esperado, debido a los gastos de alimentación, vestido y medicina, pero el Índice de Precios al Consumo sigue siendo aún mucho más bajo que en Europa. Sin embargo, parece que no hay riesgos inminentes de recalentamiento, ya que esta situación podría cambiar en los próximos meses, puesto que la crisis económica tiene como virtud inesperada que algunas empresas en dificultades lancen descuentos para atraer a los clientes.

Este es el caso de DaimlerChrysler y de Dell Computers: la producción industrial sigue bajando desde hace cinco meses y al final podríamos ver más bajas de tipos de interés en EEUU, porque por lo que se ve, no hay peligro de recalentamiento. La idea generalizada es que el invierno económico ha llegado al mismo tiempo que la primavera y que las empresas están dictando la pauta al resto del mercado: mientras no noten algún respiro, los inversores no se decidirán a apostar sus ahorros cuando todo el mundo les dice que la situación está muy mal.

Las firmas de valores que mandan en el mercado bursátil de Estados Unidos también reflejan el estado lamentable de la economía: frente a los impresionantes resultados conseguidos hace un año, coincidiendo con la euforia bursátil, acaban de publicar unos resultados inferiores en un 20 por ciento de media, ya que la caída de los mercados aleja la demanda de los inversores. Los directivos de Morgan Stanley Dean Witter, Lehman Brothers y Bear Sterns dicen que no ven en el horizonte un cambio de tendencia y que tendrán que meter la tijera para cuadrar las cifras.

En Europa, el pesimismo se ha contagiado y ya se están oyendo voces que aseguran que el BCE no tendrá más remedio que recortar también los tipos de interés para animar la situación, de hecho mi opinión es que debería hacerlo cuanto antes para atajar la desconfianza generalizada. La confianza empresarial de los alemanes ha bajado a cifras desconocidas desde julio de 1999, el desempleo ha aumentado en los dos primeros meses del año, los pedidos a fábricas han bajado hasta márgenes no vistos desde hace cinco años y la economía sigue sin crecer, según muestra el PIB trimestral.

Algunos economistas se apresuran a explicar que Alemania, aunque primera potencia europea, no es el fiel reflejo de la economía de los países de la zona euro, ya que algunos de ellos (como España) están aún lejos de bajar su ritmo de crecimiento. Esta situación se ha traducido en una nueva debilidad del euro que se ha hundido hacia cotas mínimas de los últimos tres meses frente al dólar, a pesar del recorte de tipos norteamericanos.

Los economistas están preocupados porque el Banco Central Europeo, el BCE, parece esperar demasiado antes de decidir un recorte de tipos, argumentan que la autoridad monetaria hace oídos sordos a las sirenas que anuncian que la desaceleración económica norteamericana acabará por llegar a Europa antes o después. El BCE tiene una oportunidad de oro si decide recortar los tipos de interés, y olvidarse por una vez del peligro inflacionista, ya que así daría la señal para la recuperación de las empresas, pero ya se sabe que los pasos de los pesos pesados son tardos en llegar.

Esta indefinición del Banco Central Europeo se traduce en que los mercados siguen percibiendo a EEUU como el destino favorito para sus inversiones internacionales, ya que la FED se mueve muy rápido a la hora de recortar tipos al menor signo de caída de la actividad y, por eso mismo, las empresas pueden salir del bache sin demasiados daños. Desde los últimos ocho meses, los inversores europeos (excepto el Reino Unido) han sido vendedores netos de sus valores, mientras que EEUU ha sido el principal beneficiario de este flujo de dinero, según un informe de UBS.

La continua demanda de dólares se ha traducido en una situación robusta para la divisa norteamericana, pero la otra cara de la moneda es que la fuerte corrección sufrida por las bolsas mundiales ha servido de cura de adelgazamiento: es como si hubieran sufrido un fuerte resfriado, pero al cabo de él, una vez curadas, han descubierto que han recuperado su peso ideal y además, la buena salud. Un comentarista de Bloomberg ha encontrado cinco valores que resultan una verdadera ganga a sus precios actuales en el índice Standard and Poor’s 500, después de que hayan bajado un 14 por ciento o más desde finales de enero, y teniendo en cuenta que no están en la lista de las tecnológicas, resultan atractivas.

A todo esto, nuestro gobierno no parece enterarse de la que se viene encima y sigue prediciendo crecimientos del PIB superiores al 3,5 por ciento (3,6 en el 2001, según las últimas cifras): yo firmaría ahora mismo para que se cumpla este año.

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