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Jesús Colmenares

Europa, 1 - Estados Unidos, 1

La economía europea aguanta el tirón del frenazo de Estados Unidos, pero los datos económicos de la semana pasada arrojan un empate entre ambas potencias: uno a uno en el marcador. El índice de confianza empresarial de Alemania dio la buena noticia al subir a 97,5 en enero, tras permanecer en 96,8 en diciembre: la verdad es que los economistas esperaban que se quedara en 96,2.
Esta inesperada recuperación de la moral de las empresas dio fuerzas al euro y reforzó la idea, ya expresada en estas páginas, de que Europa está preparada para tomar el relevo de la cansada locomotora económica norteamericana.

A pesar de la mejora del euro, aún se encuentra en valores muy lejanos de su fulgurante comienzo hace dos años, pero algo ha mejorado desde las profundidades tocadas el 24 de octubre pasado de 82,30 centavos de dólar: entretanto ha recuperado el once por ciento de su valor. Muchos economistas han reducido sus previsiones de crecimiento económico de Estados unidos para este año a menos del 2 por ciento, frente al 2,5 por ciento calculado para la zona de los doce países del euro.

También es cierto que este crecimiento puede atraer más inversión en el viejo continente y por lo tanto fortalecer todavía más al euro: por lo menos esto es lo que se calcula para la primera mitad del año, teniendo en cuenta el parón en la economía de EEUU. Otra muestra de la atonía de Estados Unidos está en lo que en sí es una buena noticia: el descenso del déficit comercial, porque la lectura de los economistas revela que el hecho de que bajen las compras de bienes extranjeros muestra en realidad que los norteamericanos tienen poco dinero para gastarse.

Sin embargo, a pesar de esta reducción de las compras, el déficit comercial de EEUU sigue creciendo hasta cifras nunca vistas de 370 mil millones de dólares para todo el año. Además, la otra mala noticia es que el encarecimiento de la energía en EEUU ha elevado la inflación hasta el 3,7 por ciento en enero, frente al 3,4 en diciembre, con una subida de 0,6 mensual, en vez del 0,3 previsto por el mercado.

Mientras tanto, aunque la inflación sigue siendo más baja que en Europa, se empiezan a observar en Estados Unidos signos de tensión como el índice de precios de producción de enero que subió el 1,1 por ciento. Si la inflación norteamericana recoge estas subidas en el futuro, se convertirá más tarde o más temprano en un aviso al banco central de EEUU, la Reserva Federal, para que administre en el futuro con más cuidado los recortes de los tipos de interés que tienen como misión estimular la fatigada economía, pero que también estimulan el gasto y la subida de precios que inevitablemente acompaña a esta tendencia. Esta impresión se traduce en malas perspectivas para el dólar, lo que explica también la mayor fortaleza del euro tras la publicación de estos datos.

La inflación europea sigue siendo de todas formas bastante más elevada que en Estados Unidos o Japón, lo que también frena las perspectivas de que el banco central europeo vaya a recortar alegremente los tipos de interés sin tener en cuenta el peligro de que se traslade a una subida de precios. Las últimas noticias de Alemania y Francia apuntan a un empate con Estados unidos en este campo: los economistas empiezan a dudar de que los tipos de interés europeos bajen tan rápido como habían previsto en principio.

La recuperación económica sigue siendo aún difusa y Europa no ha consolidado la idea de que la debilidad de la economía norteamericana sea algo más que un mal sueño. La economía alemana sigue sin crecer tanto como debía: continúa al ritmo de hace 18 meses por los altos precios del combustible y porque las exportaciones se resienten ante la desgana de empresas y consumidores, como muestra que el PIB del cuarto trimestre ha crecido menos de lo que pronosticaban los economistas. Los riesgos de mayor inflación en el área del euro no han desparecido, tal como muestran esas cifras: el precio del barril de petróleo está pasando una dura factura a los intentos de recuperación.

Los tipos en Europa están al 4,75%, en EE.UU. al 5,5 y en el Reino Unido al 5,75%: es una clara señal de presión para que el BCE baje los tipos, pero parece dispuesto a esperar al segundo trimestre para relajar su política monetaria. El mercado descuenta una reducción para junio, sin embargo la buena noticia del cambio súbito e inesperado de la opinión del índice de confianza empresarial alemán IFO es tenida muy en cuenta por si indica por fin el final del túnel.

Mientras Alemania se despereza, el crecimiento económico sigue siendo aceptable en España, Irlanda, Italia y Holanda. También Francia parece se va a apuntar a la moda de dar buenas sorpresas al mercado: así lo apunta el gobernador del Banco de Francia, Trichet.

Los economistas avisan: si Europa quiere ser la locomotora mundial, no puede dormirse en los laureles, ya que el declive estadounidense sigue siendo duro, aunque no dramático.
La crisis económica de EE.UU. sufre como agravante el retraimiento del ahorro, algo que afortunadamente no pasa en Europa: mientras esperamos que los británicos decidan si quieren ser europeos o norteamericanos, la competición continúa.

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