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Jesús Colmenares

Los móviles se quedan sin cobertura

No es que los teléfonos móviles no se puedan usar en la Plaza de la Lealtad de Madrid, es que el propio proyecto de financiar las inversiones de la telefonía móvil con el dinero de los particulares está en entredicho. Telefónica Móviles (TM) ha sufrido el mayor varapalo del mercado en las últimas sesiones, porque los inversores tienen la impresión de que los precios actuales están demasiado caros teniendo en cuenta las previsiones de beneficios de las empresas del sector en Europa.

La publicación de un artículo en el Financial Times fue la puntilla: el redactor de la columna firmada por “lex” dejaba entender que los que compraron TM se cambiarán a otras empresas del sector, como Orange o Vodafone, éste último, el mayor operador de móviles del mundo. Precisamente Orange, la filial de France Télécom, tuvo un debut desastroso la semana pasada en la Bolsa de París con caídas mayores del 14 por ciento, lo que le ha convertido en un valor comparativamente más “barato” que otras empresas del sector.

En Portugal, las cosas van mal también para la portuguesa Telecel, que bajó en Bolsa al saberse que su mayor competidor, TMN, lo está haciendo mejor en el mercado vecino como muestran los resultados recientemente publicados. Se trata de un efecto contagio en todo el sector en Europa: el año se presenta duro para las telefónicas, después de haber sido las estrellas en Bolsa en el pasado, pero las últimas inversiones multimillonarias realizadas para poner a punto su tecnología suponen un lastre difícilmente superable en el corto plazo.

Mientras capean como pueden el temporal, las compañías de móviles siguen colocando sus piezas en el rompecabezas europeo: TM y la finlandesa Sonera siguen con su aventura en Alemania, donde tienen una empresa conjunta llamada Grupo 3G, que planea ofrecer servicios de alta velocidad por Internet en Alemania. La reacción del mercado ha sido negativa: desde que se anunció ese proyecto en Alemania, Telefónica, la compañía matriz, ha perdido el 26 por ciento del valor de sus acciones y las de Sonera han caído el 67 por ciento.

Telefónica Móviles empezó a cotizar en noviembre de 2000, con el regusto entre los inversores de la resaca del año anterior, en el que las empresas de telecomunicaciones habían sido las estrellas de la Bolsa, y el gancho para el pequeño ahorrador de que se trataba de un éxito más de las salidas a Bolsa de las filiales de Telefónica que habían tenido todas éxito hasta entonces. Algunas incluso habían protagonizado la mayor operación de especulación en el mercado al subir el 1.300 por ciento en cuestión de meses para luego volver a la nada.

TM ha perdido el 17 por ciento desde entonces: algunas voces ya avisaban de la debilidad de esta inversión cuando salió a Bolsa, pero el efecto eufórico pudo más que la reflexión y los inversores institucionales empiezan a salir en masa. El punto culminante llegó el martes pasado, cuando Orange decepcionó en su salida a Bolsa y los inversores particulares sufrieron pérdidas superiores al diez por ciento en apenas dos días.

Los expertos calculan que la cotización actual TM contiene ya la previsión de los beneficios en doce veces (lo que en la jerga se conoce por el PER), mientras que Orange está en nueve y por eso su cotización está más próxima a la realidad. De todas maneras, la operación de venta de Orange fue un buen negocio para France Télécom, que consiguió 9.000 millones de euros con la salida de su filial de móviles a un precio que el mercado se encargó de demostrar que estaba “inflado”. TM se ha visto castigada por el efecto de contagio: Commerzbank Securities ha aconsejado reducir el peso de esta compañía en las carteras de los inversores, pero J.P. Morgan confirma que también existe la opinión contraria y recomienda comprar estas acciones hasta que lleguen a 12,4 euros.

Mientras tanto, Airtel, el número dos en España, no se asusta ante esta situación y quiere salir a Bolsa en julio próximo: British Telecom sigue teniendo el 18 por ciento de la empresa española y quiere venderlo para reducir su abultada deuda.
Vodafone también quiere vender su participación en Airtel, porque tiene pendientes fuertes inversiones en las redes de comunicación de la próxima generación de móviles con tecnología que permite el acceso a internet. Airtel valía 28.000 millones de euros cuando hace apenas unos meses se calculó su operación de reparto accionarial, pero entre tanto el sector de telecomunicaciones ha perdido el 40 por ciento de su valor en Bolsa y los accionistas se tienen que conformar con la fuerte rebaja de sus participaciones.

El mar de fondo llega a las compañías matrices, como Telefónica, que ya no busca un socio para una posible fusión, tras el fracaso del intento de acuerdo con la holandesa KPN el año pasado debido a la oposición del gobierno en aquel momento.
Tampoco le interesa ligarse a Sonera, la primera empresa finlandesa del sector, porque la empresa española no necesita unirse a una empresa rival para seguir creciendo, según sus principales directivos.

La idea de la fusión entre las filiales de Telefónica, Terra y TPI Páginas Amarillas, sería lógica, y además fue bien acogida por el mercado, al seguir la corriente de otras empresas de telecomunicaciones de países vecinos, que buscaban la protección de sus filiales para evitar la entrada de socios indeseados.

Mientras tanto, los pequeños inversores ven, una vez más, que el mercado no perdona y que en un momento de descuido pueden aparecer pérdidas en carteras que hasta hace unos meses causaban enviada en su entorno: ya se sabe que la volatilidad no perdona.

En Libre Mercado

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