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Sánchez podría acabar con Prisa por pánico a un vuelco ideológico con Vivendi

El presidente del Gobierno se opone a que Vivendi tome una posición dominante en Prisa aprovechando la emisión de convertibles.

El presidente del Gobierno se opone a que Vivendi tome una posición dominante en Prisa aprovechando la emisión de convertibles.
Las deudas ahogan a Prisa y Sánchez podría dejarla caer | Libertad Digital

El tiempo pasa y Prisa sigue sin completar su emisión de convertibles para aliviar el paquete de deuda disparado por la subida del euríbor (paga un 11% de interés). El pasado día 13, el presidente de la compañía, Joseph Oughourlian, logró sacar adelante la emisión de bonos convertibles por valor de 130 millones de euros. Esta estrategia, una suerte de ampliación de capital a plazos, permitirá a Oughourlian convertir deuda cara en deuda algo más barata para terminar convirtiendo a los acreedores en accionistas. A estas alturas, casi la única opción que le quedaba tras frustrarse la entrada de algún socio capitalista que permitiera un saneamiento de las obligaciones de la compañía.

De momento, sólo Vivendi y Amber Capital han asegurado su participación en la emisión con una cobertura de la misma del 58%. Pero, ¿va a lograr Prisa completar su emisión? Lamentablemente para la empresa propietaria de El País y la Ser, esta no es la única incógnita sobre la mesa. Fuentes próximas a Prisa indican a Libre Mercado que desde Moncloa no se contempla con buenos ojos que Vivendi adquiera un fuerte paquete de deuda en esta emisión. Según cuentan, la modalidad de bonos elegido por Prisa, convertibles, transformarán ese paquete de deuda de Vivendi en acciones, y podría transformarse en el socio dominante.

¿Por qué Moncloa no querría que Vivendi se haga con el control de Prisa? Por una cuestión ideológica. El principal accionista del imperio francés Vivendi es Vincent Bolloré, un empresario histórico de medios de comunicación muy vinculado a los postulados de derechas. Bolloré ha apoyado públicamente en Francia al Frente Nacional y, cuentan las malas lenguas, se mantiene desde hace tiempo agazapado para hacerse con el control de Prisa y servirse del conglomerado de medios de comunicación como plataforma para operar en España, donde, entre otros, busca la alianza con Telefónica para emprender nuevos proyectos.

Es más, en octubre de 2021, Vivendi ya pidió permiso al Gobierno para hacerse con el 29,9% de Prisa, sin obtener la autorización. Desistió de su intento en primavera del año siguiente (en 2022). Sí, el Gobierno estuvo más de 6 meses sin contestar a esta solicitud. Desde entonces se conforma con un 9,9%, a la espera de una oportunidad que acaba de llegar en forma de emisión de bonos convertibles.

Poniendo 58 millones en bonos convertibles, cuando se canjeen por acciones, Vivendi podría ser titular del 47% del capital de Prisa, sin necesidad, a priori, de autorizaciones administrativas. Además, se sumaría la posibilidad de superar incluso el 50% con una acción de Prisa que sigue por los suelos.

Así, Vivendi vuele a ser el caballero blanco de Prisa en un momento de extrema debilidad, ahogada por más de 900 millones de deuda, un paquete con un servicio superior al 11% de interés, y un valor en bolsa decreciente que a duras penas logra mantener los 200 millones de euros.

Sin embargo, las fuentes consultadas por Libre Mercado insisten en que el Gobierno piensa resistirse como gato panza arriba. Es vox populi que el magnate de los medios francés Vincent Bolloré siente predilección ideológica por la derecha. Así lo demuestran los mensajes de sus medios franceses, con un estilo muy parecido a Fox News.

Estas fuentes señalan que desde Moncloa se habría hecho el perfil ideológico del que podría convertirse en el mandamás de Prisa, medio de referencia de la izquierda española y, más concretamente, de Pedro Sánchez y sus hombres de confianza en el ámbito mediático: "Los Migueles": Miguel Barroso y Miguel Contreras.

Así, para Moncloa que Bolloré se haga con Prisa no es una opción y menos con unas citas electorales muy relevantes a la vuelta de la esquina: autonómicas y locales en mayo y generales previsiblemente en diciembre. La consecuencia lógica de este bloqueo es la asfixia de Prisa, que tiene que hacer esfuerzos titánicos cada día para hacer frente al servicio de su deuda.

Otras fuentes, en cambio, consideran que esta situación se puede mantener hasta después de las elecciones, y, contemplando un posible cambio de signo en el Gobierno, favorecer que los poderes fácticos obren el milagro y refloten a la compañía, ahora sí, con un cambio de línea editorial. Pero esta hipótesis no parece tener demasiados adeptos en el entorno más cercano a Prisa.

La pregunta que sobrevuela en los mentideros prisaicos es si será capaz Sánchez de dejar caer al gigante mediático de cabecera de la izquierda antes que permitir un vuelco ideológico en El País y la SER. Esta es la incógnita que muchos intentan despejar.

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