La entrada en vigor de la contrarreforma laboral de Yolanda Díaz ha propiciado un verdadero desbarajuste estadístico en los boletines mensuales de ocupación. Los cambios introducidos por el gobierno de PSOE y Podemos han conducido a la reclasificación de diversas circunstancias laborales que antaño contabilizaban como situaciones de desempleo, de modo que las cifras oficiales de paro son cada vez menos representativas de la verdadera situación del mercado laboral.
El investigador de Fedea, Florentino Felgueroso, se ha propuesto esclarecer el verdadero alcance del maquillaje estadístico elaborando una nueva serie estadística que compara el dato "oficial" de desempleo con su estimación de lo que ha denominado paro "efectivo". En esta categoría entran, por ejemplo, aquellas personas que tienen un contrato fijo discontinuo que no está activo o los afectados por un ERTE. Hablamos, al fin y al cabo, de profesionales que no entran en las listas del paro registrado, pero que han sido dadas de baja en la Seguridad Social y pueden cobrar una prestación por desempleo.
Si aplicamos esta metodología, podemos observar una brecha muy importante entre las cifras que comunica el gobierno y el verdadero desempeño del mercado de trabajo. Así, el pasado mes de enero se habría cerrado con 2,9 millones de desempleados "oficiales", pero la cifra de parados "efectivos" estaría cerca de los 3,6 millones de personas.
Lo vemos en el siguiente gráfico:
La discrepancia entre el desempleo "oficial" y el paro "efectivo" no es nueva. En abril de 2022, cuando la contrarreforma laboral de Yolanda Díaz entra plenamente en vigor, existía un diferencial de 208.000 personas entre ambas rúbricas. Sin embargo, esta brecha no ha parado de crecer desde entonces y, con arreglo a las cifras del pasado mes de enero, el "maquillaje estadístico" estaría "borrando" ya a 651.000 personas de las listas del paro.
Durante buena parte del año 2022, el "maquillaje estadístico" pareció trasladar la sensación de que el mercado de trabajo reaccionaba con relativa calma ante la entrada en vigor de la contrarreforma laboral. Sin embargo, con el paso del tiempo ha resultado cada vez más evidente que, en realidad, lo que ha sucedido no ha sido más que una gran trampa contable que poco a poco se va esclareciendo.