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El delirante paraíso económico que dibujaron Sánchez y Yolanda Díaz de una España al borde del precipicio

Sánchez y Díaz aprovecharon sus soporíferos discursos para presumir de una España que crea empleo, atrae riqueza, sube salarios y baja precios.

Sánchez y Díaz aprovecharon sus soporíferos discursos para presumir de una España que crea empleo, atrae riqueza, sube salarios y baja precios.
Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, durante la moción de censura este martes | EFE

Este martes Pedro Sánchez y Yolanda Díaz aprovechaban la moción de censura de Vox y Ramón Tamames para presentarse como ticket electoral de cara a la cita con las urnas del próximo mes de mayo. Y en sus respectivos y larguísimos discursos se dedicaron a dibujar una España ideal. Una suerte de paraíso en la tierra que despierta envidia en todo el mundo. Un país en el que sus dirigentes, sin mácula ni capacidad de errar, dirigen la nave contra viento y marea, colocándonos a la cabeza mundial de la brillantez económica, del empleo, la frugalidad y la riqueza. De la justicia social y la igualdad. Todo junto.

Pero, nada más lejos de la realidad. Cada día es más evidente la diferencia entre la realidad que vivimos los ciudadanos españoles y la fantasía de la que presumen Sánchez, Díaz, Montero y Calviño.

Entre Sánchez y Yolanda Díaz defendieron que "las recetas económicas puestas en marcha por" los gobiernos de derechas, las recetas de libertad económica, y cada vez menos intervencionismo estatal, son caducas: "la ortodoxia económica ha cambiado y los únicos que no se han enterado son la derecha y la ultraderecha", decía Sánchez. En su lugar, ahora lo que funciona, seguía el presidente, es la economía del gasto público, el intervencionismo, el saqueo fiscal y la deuda. "Políticas redistributivas", insistía Sánchez y apuntalaba después Díaz. Es decir, las mismas políticas que llevan años en marcha en países como Argentina o Venezuela, con los resultados que todos conocemos, sin embargo, para Díaz y Sánchez, ese es el camino del virtuosismo económico. Y lo defienden con una falacia evidente: Los problemas de empleo, de paro, de inflación, de caída de poder adquisitivo, son exógenos para el Gobierno. Nada hay en la acción del Ejecutivo que pueda explicarlos, según ellos. Al revés, sólo surten efecto sus medidas pueden atajarlas.

Y nada más lejos de la realidad. Unas políticas intervencionistas, que disparan los costes a las empresas, que elevan la presión fiscal sobre la clase productiva, que cronifican el déficit público, que disparan el gasto y la deuda y que alimentan la inflación con subsidios y subidas de pensiones y sueldos, no explican, para el Gobierno, ni la falta de inversión, ni la inflación, ni el frenazo del crecimiento económico.

¿Campeones de empleo?

Yolanda Díaz presumió de la reforma laboral y de la reforma de las pensiones. La una, que logra meter bajo la alfombra un millón de parados. Una reforma, la laboral, más estadística que real, y que lo único que está consiguiendo es rebajar de manera dramática la media de días trabajados por contrato y oculta el problema de paro que soporta nuestra economía y que se acerca mucho más a los 4,5 millones de parados que a los 3,5 de los que presume el Ejecutivo.

Es más. Llegó Yolanda Díaz a presumir de cifras de paro y atacó al PP por haber logrado tener la tasa de paro más alta del último siglo. Se le olvidó decir a Yolanda Díaz, que cuando Rajoy llegó al poder, el paro estaba disparado, la economía desmantelada y el país al borde del rescate. Una situación que alcanzó el pico del desempleo en en el primer trimestre de 2013, un año después de la llegada de Rajoy al poder. A partir de entonces la ortodoxia económica permitió a la economía española generar más empleo y reducir el paro de manera drástica pasando de una tasa de paro del 26,9% en el tercer trimestre de 2013 al 15,28% del segundo trimestre de 2018. Más de un 43% de caída en la tasa de paro.

Es decir, que lo que no contó Yolanda Díaz es que Mariano Rajoy cogió un país con el 26,9% de paro y lo dejó en el 15,28%. Cuando Yolanda Díaz tomó las cartera de Trabajo en enero de 2020, cuando la tasa de paro era del 14,41%, logró llevarla hasta el 16,26% y luego, tras distintos cambios en el INE y su reforma laboral que cambia la nomenclatura y esconde a otro medio millón de parados bajo la alfombra de los fijos discontinuos, lo tiene en el 12,87%.

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Decía Díaz que la reforma laboral de Rajoy creó 6 millones de parados. Al contrario, lo que consiguió la reforma laboral de Rajoy, que si pecó de algo fue de poco ambiciosa, consiguió bajar la tasa de paro del 26,9% al 15,28%, y fue reconocida como buena por toda la Unión que animó en múltiples ocasiones al Ejecutivo de Rajoy a profundizar en las medidas de flexibilización y liberalización de nuestro mercado de trabajo. Todo lo contrario de lo que está haciendo este Gobierno.

Atracción de inversiones

Y como este dato todos. Presumió Sánchez de que España es el mayor polo de atracción de inversiones del continente, o de que en España es donde más barato sale el recibo de la luz de toda Europa. Falsas ambas afirmaciones.

Es muy curioso que Sánchez saque pecho de atracción de inversiones cuando el polo de atracción en España es Madrid, gracias a sus políticas liberales y de cada vez menos intervención pública o reducción burocrática. Sin embargo España en su conjunto pierde inversión internacional.

Además, es falso. Los datos son claros: la inversión extranjera en España se ha hundido este año un 32% tras la elevación de tasas, lo que supuso una caída en ingresos de 4.839 millones de euros en los últimos tres meses de 2022.

¿Pagamos la luz más barata de la UE?

También presumió Sánchez de haber logrado que los españoles paguen el recibo de la luz más barato de Europa. Una afirmación que se responde fácil. Los portugueses, vecinos de España, europeos y que comparten mercado energético con España, pagan la factura de la luz a mitad de precio que los consumidores españoles, todo por la carga fiscal y el coste político que tenemos parasitando la factura.

Eso sí, la puesta en marcha de la excepción ibérica, de la que presumió también Sánchez, lo que sí ha servido es para que los españoles paguemos en nuestros recibos una subvención oculta para que la luz que intercambiamos con Francia salga más barata a nuestros vecinos galos.

Contra las empresas

Dice Sánchez que no tienen nada en contra de los empresarios. Pero en realidad ha aprobado subidas del SMI sin acuerdo con la patronal, o las constantes subidas de impuestos o el destope de las cotizaciones sociales no fueran suficiente ataque, el Gobierno de Sánchez ha lanzado duros ataques contra empresas como Ferrovial, que lamentó la falta de seguridad jurídica en España para las empresas, y también han arremetido contra empresas como Mercadona, Zara o energéticas como Repsol, Endesa o Iberdrola. Sus ministras han llamado "despiadados capitalistas" a los propietarios de estas empresas, y han acusado a otros países de la unión de "dumping fiscal" por resultar más atractivo para las empresas que España.

La realidad que viven los españoles

Tras escuchar a Yolanda Díaz y Pedro Sánchez cualquier español debería saber que vive en el mejor país del mundo: el trabajo riega de rentas los hogares de todos los españoles, la inflación remite y vemos cómo los precios bajan en los supermercados, cada día somos más ricos, cada vez vienen más empresas, nos calentamos y enfriamos a precios muy baratos gracias a la excepción ibérica y las empresas se pelean por llegar a España y establecer aquí su sede social.

La realidad, lamentablemente, es muy distinta. Seguimos siendo el único país de la UE que no ha recuperado el PIB de antes de la pandemia. El mercado laboral está gripado y adulterado estadísticamente, los cierres de empresas se disparan, los mercados intervenidos dan señales de agotamiento, con subidas en los precios de los alquileres de más del 100% durante el mandato de Sánchez, mientras que la venta de vivienda sube un 15%. La inflación real que sufren los españoles supera el 10%. Más del 15% en el caso de la cesta de la compra. Las hipotecas a tipo variable amenazan a sus titulares con el impago. Mientras, los bolsillos de los españoles sufren la mayor caída de poder adquisitivo del viejo continente y de nuestra historia reciente.

En frente, el Gobierno bate récords de recaudación fiscal e intervencionismo.

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