Menú

Una tierra de oportunidades en mitad de la miseria y el terror: así funciona el modelo económico de Israel

La innovación y la protección de la libertad empresarial han fundamentado el despegue económico de Israel frente a la miseria que viven sus vecinos.

La innovación y la protección de la libertad empresarial han fundamentado el despegue económico de Israel frente a la miseria que viven sus vecinos.
Una bandera israelí ondea en Jerusalén. | Alamy

La reactivación del conflicto palestino-israelí tras el abominable ataque terrorista de Hamás ha vuelto a poner a Israel en el punto de mira internacional. Y no solo por el desastre humanitario y el terror infundido por los grupos yihadistas –justificado por parte de la izquierda española– sino por el impacto económico que un agravamiento del conflicto podría traer a la economía regional e internacional.

Una de las grandes preocupaciones a escala planetaria es el efecto que una escalada militar podría tener sobre el precio del petróleo. Así, tras los ataques de Hamás, el crudo volvió a escalar al entorno de los 90 dólares y podría mantenerse elevado en el medio plazo. Las razones: un previsible incremento de reservas ante un escenario geopolítico tenso, así como una posible actitud más restrictiva y beligerante por parte de la OPEP, e incluso nuevas sanciones a Irán. Las consecuencias: más leña al fuego de la inflación y de la ralentización económica de occidente.

A nivel regional, el impacto económico podría ser especialmente intenso. Así, como apunta Libre Mercado en un reciente análisis, un escenario de guerra como el que se está materializando abocaría a Israel a una descalabro en el PIB de entorno al 10%. Cifra muy elevada, pero al mismo tiempo hasta 5 veces menor que la caída productiva que podría experimentar Palestina. En este sentido, destaca la relativa robustez de la economía israelí, que a lo largo de los años ha preservado un sorprendente dinamismo pese a la complicada situación geoestratégica y las continuas amenazas que se ciernen sobre el país.

Los últimos datos de PIB per cápita disponibles para Israel y sus vecinos hablan por si solos. La nación liderada por Benjamín Netanyahu dispone de una renta de 54.659 dólares por persona, mientras que Palestina solo alcanza los 3.789 dólares per cápita. En la misma línea, Jordania, Egipto y el Líbano apenas superan los 4.000 dólares, mientras que Siria no alcanza los 1.000 por persona y año.

israel-pib-vecinos.png

Pero ¿a qué se debe esta profunda brecha económica entre países tan cercanos geográficamente? ¿Qué factores explican el éxito económico de Israel? ¿Cómo es posible que una nación rodada de enemigos, ubicada en un territorio prácticamente desértico y sin apenas recursos naturales se haya convertido en una de las mayores potencias económicas del planeta?

Poder militar e innovación

Las amenazas que enfrenta Israel son constantes, y ello requiere que los esfuerzos militares de la nación sean muy significativos. Sin una defensa sólida, el tejido productivo se haría añicos, lo que explica que el gasto público en defensa superara en 2022 los 23.500 millones de dólares, equivalente al 12,2% de todo el presupuesto gubernamental y al 4,5% de todo el PIB del país.

Este poderío militar ha sido, de hecho, uno de los pilares del progreso de Israel. Pero, al mismo tiempo, se trata de una fortaleza que solo puede sostenerse en el tiempo de estar respaldada por un crecimiento económico sólido y el tirón del sector privado. Al fin y al cabo, protegerte continuamente de tus enemigos puede convertirse en un auténtico agujero negro de gasto y despilfarro de recursos productivos.

Pero Israel ha sabido ver en esta dificultad una gran oportunidad. Su industria militar –pese a contar con el decidido a apoyo de su propio Gobierno y del de Estados Unidos –se sostiene gracias a una potente iniciativa privada y a una estructura de incentivos que promueve la inversión y la innovación de forma eficiente y provechosa para el conjunto de la economía. Así, tan solo las exportaciones de material militar israelí rozaron un récord de 12.000 millones de euros en 2022.

La filosofía de este modelo aplica tanto a la industria militar como al resto de los sectores productivos, y se basa en una potente promoción de la I+D. En concreto, Israel apuntaló el papel de la innovación en los años 90 gracias al programa Yozma. Esta estrategia se basó en una política de incentivos públicos para la creación de fondos de capital-riesgo, esto es, fondos que invierten en startups en fase de crecimiento.

Dichas entidades contaban con parte de capital público, pero a diferencia de las clásicas subvenciones a la I+D, estas se ejecutaban en función de las inversiones que acometiera el sector privado. De esta forma, todas las ayudas se aplicaban sobre proyectos que ya contaban con la aprobación del mercado, y así se evitaba el despilfarro de recursos en proyectos de dudosa viabilidad. Pero eso no es todo, porque los inversores podían comprar al Estado su participación en el proyecto, reduciendo así significativamente el coste para los contribuyentes israelíes.

Esta inteligente estrategia, que se ha continuado aplicando al resto de programas de innovación, y junto al desarrollo de una sólida red de incubadoras empresariales, han fomentado el desarrollo de un ecosistema innovador al más puro estilo Silicon Valley. Incluso la financiación del modelo universitario depende en gran medida de proyectos empresariales innovadores, incentivando una virtuosa colaboración entre la Universidad y la economía productiva.

En la actualidad, 115 compañías israelíes cotizan en el Nasdaq, mientras que la Investigación y Desarrollo representan el 4,8% del PIB nacional, la cifra más elevada del planeta y más que triplicando a la de España.

Uno de los hitos más destacados de este modelo innovador podemos verlo en la gestión de los recursos hídricos. Israel es un país con escasas reservas de agua, en el que el desierto ocupa más de la mitad del territorio y donde la población no ha dejado de crecer, requiriendo cada vez de más agua para abastecer el consumo doméstico, los cultivos y la industria. Pues bien, el país ha pasado de tener severos problemas con el suministro de agua a convertirse en el mayor referente mundial en la gestión de este preciado recurso. Así, las innovaciones desarrolladas durante años han permitido incrementar drásticamente la eficiencia en el consumo y aprovechar el agua del mar. Y todo ello, bajo un sistema de precios de mercado que fomenta un uso responsable.

Apertura y reformas estructurales

Junto al determinante factor de la innovación, Israel ha desarrollado su dominio económico gracias a otros elementos de vital importancia. En primer lugar, el desarrollo de relaciones comerciales ha sido fundamental para un país con espacio territorio limitado y escasos recursos propios, más allá del talento humano. Estas relaciones, especialmente estrechas con Estados Unidos y Occidente en general, le han permitido también acceder a un extenso mercado donde ofrecer sus exportaciones de alto valor añadido.

Asimismo, bajo el gobierno de Shimon Peres, Israel adoptó en los años 80 profundas reformas estructurales que allanaron el camino al progreso económico venidero. Dichas reformas dieron prioridad a la disciplina fiscal del Gobierno, reduciendo drásticamente el déficit, recortando el control político de la economía y dando estabilidad a la moneda mediante la independencia del Banco Central, controlando así la galopante inflación que acechaba al país.

A grandes rasgos, podemos decir que Israel sigue siendo un país en el que la libertad económica es imperante. Así, la nación cuenta con el décimo sistema fiscal más competitivo del mundo, según la Tax Foundation, mientras que figura en la 34º posición en el Índice de Libertad Económica de Heritage, ocupando la segunda plaza a nivel regional, y frente al puesto 51º de España. La excelente protección de los derechos de propiedad, la efectividad del sistema judicial, la libertad comercial, inversora y de negocios, o la independencia monetaria impulsan la buena posición de Israel, mientras que la creciente indisciplina fiscal es el principal factor que lastra su buen hacer.

Temas

En Libre Mercado

    0
    comentarios