El acelerado aumento de los precios ha puesto encima de la mesa el efecto de la fiscalidad sobre los gastos comunes de los hogares. En un contexto de elevada inflación, el desencanto asociado a la presión tributaria va en aumento. Un buen ejemplo lo tenemos en los impuestos aplicados a la gasolina, que están siendo rebajados en países como Alemania, Irlanda, Italia, Polonia o Portugal, mientras que en el caso de España han subido con fuerza.
Pues bien, algo parecido sucede con los impuestos aplicados en la factura de la luz. Para ser precisos, los datos que ha analizado la agencia estadística comunitaria Eurostat revelan que solo Dinamarca, Alemania y Portugal tienen una presión fiscal más alta que España en el recibo de la luz. Esta situación se explica por tres grandes motivos: los peajes del sistema eléctrico, el impuesto de producción eléctrica y el IVA.
De momento, el gobierno de España ha anunciado que prorrogará la reducción del IVA en el recibo de la luz hasta el 30 de junio, llevándolo temporalmente del 21% al 10%. No obstante, el escenario de precios que plantea la mayoría de casas de análisis prefigura una crisis inflacionaria de mayor duración, de modo que la reacción del gobierno de PSOE y Podemos se antoja a todas luces insuficiente.
La situación que enfrenta España solo se ve agravada en los tres casos anteriormente citados. Hay, eso sí, una gran diferencia entre nuestra situación y la de Dinamarca, Alemania y Portugal: a saber, estos tres países han bajado impuestos en los últimos años, mientras que España ha hecho todo lo contrario y, desde que Pedro Sánchez está en La Moncloa, se ha embarcado en una cascada de aumentos tributarios.
La situación española sería distinta si el escenario fiscal de los pasados ejercicios fuese distinto y se asemejase más a la política tributaria de nuestros socios europeos. Sin embargo, el citado informe de Eurostat nos coloca como uno de los países en los que los consumidores dedican un mayor esfuerzo tributario a la hora de cumplir con los pagos de la electricidad. De modo que la presión fiscal dinámica observada en anteriores años ha sido marcadamente superior al promedio comunitario.
El efecto de la inflación en la recaudación
La subida generalizada de los precios contribuye a agravar esta situación, puesto que las empresas enfrentan costes cada vez más altos y las arcas públicas se benefician de forma desproporcionada de esta circunstancia, en la medida en que las bases imponibles van ensanchándose. Solo por IVA, IRPF e Impuesto Especial de Hidrocarburos, los ingresos tributarios han subido ya en 9.510 millones de euros.