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Sánchez financia a Putin: España compra a Rusia el doble de gas que en 2021 pese a las exigencias de la UE

Sánchez ha convertido a un país -Rusia- que nunca lo fue, en proveedor estratégico de gas natural mientras bombardea Ucrania.

Sánchez ha convertido a un país -Rusia- que nunca lo fue, en proveedor estratégico de gas natural mientras bombardea Ucrania.
Sánchez, observado por Zelenski durante su visita a Ucrania, en abril de 2022. | Europa Press

La UE no ha dejado de solicitar que los Estados miembros dejen de comprar combustible ruso desde el inicio del ataque de Putin a Ucrania -24 de febrero-. Ha pedido mil veces que España, en concreto, deje de importar gas natural procedente de ese país porque implica una financiación directa del ataque a Ucrania. Pero Sánchez se niega a prohibir esas compras. Y se niega porque, por mucho que insista el Gobierno, tras provocar la voladura de las relaciones con Argelia, España sólo cuenta con proveedores muy caros. Y Rusia vende más barato.

Los datos oficiales de compra de gas revelan que, efectivamente, España sigue financiado a Putin gracias a Sánchez: compra el doble de gas que hace un año a Rusia y lo hace pese a todas las peticiones expresas de Europa. Y pese a que Sánchez alardea de su apoyo al pueblo ucraniano.

Los datos recabados pro el gestor técnico del gas en España son demoledores.

España compra en estos momentos cada mes, según los últimos datos a cierre de agosto, un total de 4.505 GWh a Rusia. Ese volumen es más que significativo: representa el 11,8% del total consumido por los españoles, convirtiendo al país de Putin en nuestro quinto proveedor de gas natural. Traducido: Sánchez ha convertido a un país -Rusia- que nunca lo fue, en proveedor estratégico de gas natural mientras bombardea Ucrania.

Pero, sobre todo, eso mismos datos desvelan que estamos comprando literalmente el doble de gas a Putin del que adquiríamos hace justo un año en el mismo mes: en agosto de 2021 la compra se limitó a 2.228 GWh. Cuando no había ataque al pueblo ucraniano.

La importancia actual del gas ruso, de hecho, es tal que representa casi la mitad del gas que compra España cada mes a su mayor socio comercial en estos momentos y en este mercado: Estados Unidos -principal proveedor de gas natural- envía cada mes 10.074 GWh, también el doble de los 5.241 GWh de hace un año.

Dicho de otra manera, bajo la era Sánchez y en pleno ataque a Ucrania, España compra casi el mismo gas natural a Putin que lo que compraba hace un año a un país plenamente democrático como Estados Unidos.

Y la principal causa de esta locura hay que buscarla en la voladura de los acuerdos de amistad que siempre había tenido España en materia de gas con Argelia. Unos acuerdos establecidos, en el fondo, para que España no entregara el Sáhara a Marruecos y que, tras regalar ese terreno Sánchez a Rabat, han saltado por los aires. Argelia ha respondido reduciendo drásticamente el envío de gas a buen precio a España y Sánchez ha dado orden de comprar masivamente al mejor postor con tal de garantizar el suministro y un pecio medianamente asumible. Y si ese postor bombardea Ucrania, pues, como decía Pablo Iglesias, a "cabalgar contradicciones".

Pedro Sánchez, de hecho, se ha empeñado en que las restricciones energéticas en España sean las más duras de toda la UE para los ciudadanos. Pero no en cumplir con las peticiones reales de Bruselas a su propio Gobierno. La Comisión Europea no ha exigido el apagón de los escaparates y tan sólo ha reclamado que el termostato del aire acondicionado o de la calefacción se modere un grado a partir de ahora. Pero Bruselas sí ha pedido que las compras de gas ruso se frenen. Y a Sánchez le ha dado lo mismo: ha multiplicado las restricciones energéticas a comercios y establecimientos privados, mientras ha disparado por dos la compra de gas ruso.

El documento original de la UE, del que debían haber partido todas las normales nacionales de restricción energética, lanzaba, de hecho, a todos los países una clara advertencia sobre el efecto perverso de la compra de gas ruso. Una advertencia que reclamaba el freno de estas compras, justo cuando España ha disparado su adquisición y convertido a Rusia en uno de los mayores proveedores de España. Y, por supuesto, a España en un país dependiente del gas ruso y, por lo tanto, de Putin.

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