Los últimos indicadores avanzados oficiales anticipan tiempos duros. Y eso, sin contar el hecho de que venimos de ser la peor economía desde el COVID. Es decir, que nos metemos en una nueva crisis sin salir de la anterior. Y no se trata de un análisis de ningún economista o departamento de estudios independiente: se trata de la conclusión de los principales indicadores avanzados del propio Ministerio de Economía de Nadia Calviño, por mucho que la vicepresidenta vaya de foro en foro diciendo lo contrario.
La lluvia de malos datos es constante. El dato del índice de confianza empresarial ha bajado en el segundo trimestre del año en una décima, pasando desde avances previos trimestrales del 2,7% al 2,6%. El consumo eléctrico peninsular, por su parte, ha incrementado su caída en septiembre y baja ya a ritmos de un -2,6%, medio punto más que hace un mes.
La matriculación de automóviles se ha frenado, pasando de un +7,8% en agosto a un +2,3% en septiembre.
La confianza del consumir medida por el CIS también baja: desde el nivel de los 94,4 puntos del primer trimestre del año a nada menos que 77,2 puntos.
El sentimiento económico sigue el mismo camino: de 102,2 puntos en agosto a 99 en septiembre. El indicador compuesto adelantado CLI -con gran capacidad de anticipación de las crisis por llegar-, que estaba ya por debajo de los 100 puntos- barrera entre la buena y la mala tendencia- sigue exactamente igual en los 99,8 puntos, lo que implica marcar una posición de crisis sin avance.
El saldo comercial de mercancías en el sector exterior ha pasado de caer a ritmos trimestrales del -1,9% a hacerlo a un -2,7%. Y la capacidad de financiación en el sector exterior sigue el mismo camino con un debilitamiento trimestral de 0,6 puntos.
Una lluvia de indicadores anticipados que anticipa un claro parón económico. Y sobre una situación de pérdida acumulada de poder adquisitivo de todos los españoles: 6,6 puntos en paridad de compra desde la llegada de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno.
De hecho ha sido la OCDE la que en agosto confirmó que, tres años y medio después del COVID, España recuperaba, por fin, el nivel de PIB previo al estallido de la pandemia. Porque fuimos los últimos en salir de esa lamentable situación.
La economía nacional sufrió, por ello, la mayor recesión del mundo rico en 2020, con una caída del PIB del 11,3%, y no se levantó del golpe hasta el segundo trimestre del presente año, cuando, al fin, alcanzó el nivel de riqueza existente a finales de 2019, según los datos de la OCDE.
España, por tanto, ha experimentado, una de las recuperaciones más débiles y lentas del grupo de países desarrollados. En concreto, ha presentado hasta junio de 2023 la cuarta peor evolución económica de la OCDE, con tan sólo un crecimiento acumulado del 0,4% tras la covid, seguida de Alemania, con una avance del 0,2%, mientras que Reino Unido (-0,2%) y Chequia (-1,1%) son los únicos países que todavía no han recuperado el nivel prepandemia.
La zona euro ha crecido una media del 2,7% desde el cuarto trimestre de 2019 y la OCDE un 5,1%. Irlanda lidera la recuperación del mundo rico, con un crecimiento acumulado superior al 30%, seguido de Israel (17%), Costa Rica (11%) y Colombia (11%). EEUU, por su parte, ha crecido más de un 6% y Portugal un 4%, mientras que Italia y Francia rondan el 2%. Avances, en todo caso, que multiplican varias veces el mínimo crecimiento registrado por España desde finales de 2019. Y, ahora, según los propios indicadores oficiales del Ministerio de Economía, nos metemos en un nuevo parón.