María Jesús Montero ha acudido este miércoles al Senado para explicar el acuerdo con ERC que pretende sacar a Cataluña del régimen común, pero la explicación se ha quedado muy corta.
La ministra de Hacienda se ha negado a hablar ni de "concierto" ni de "cupo", y ha preferido seguir usando el eufemismo socialista de la "financiación singular", aunque signifique prácticamente lo mismo.
Y es que, a cambio de la entrega de la "llave de la caja" de los impuestos autonómicos a Cataluña y de su desconexión fiscal, la región de Salvador Illa tendrá que ingresar a la caja común una contraprestación por los servicios de los que se beneficiará gracias al resto de España. Es decir, "un cupo" similar al del País Vasco y Navarra. A esta aportación, Cataluña le sumará una cuota de "solidaridad" con el resto de CCAA que será temporal.
La incógnita
Sin embargo, María Jesús Montero no ha desvelado de qué cuantías estamos hablando o en qué consistirán las fórmulas. Esa es una de las claves principales del acuerdo con los independentistas y la gran incógnita. Eso sí, cabe esperar que estaremos ante un cálculo poco transparente y con el que Cataluña saldrá ganando con el dinero que independentistas y socialistas decidan que deberá a abonar al Estado.
A pesar del misterio del cupo y la cuota, la ministra de Hacienda ha defendido en varias ocasiones que el pacto PSOE y ERC para sacar a Cataluña del sistema será "solidario". Teniendo en cuenta que los independentistas, han calculado que se harán con más de 26.000 millones de ingresos extra que antes no tenían, cabe preguntarse cómo es posible que el resto de CCAA no vayan a sufrir esa merma de ingresos.
O recortes o más impuestos
Según la RAE, la solidaridad consiste en la "adhesión circunstancial a la causa o empresa de otros", justo lo contrario que el Gobierno a acordado con los independentistas. Gracias a lo que aporta cada comunidad autónoma al sistema de financiación, las regiones menos prósperas de España pueden tener una mejor sanidad o una mejor educación, que no tendrían sin las aportaciones de las comunidades más boyantes. Esas aportadoras netas son Madrid, Cataluña y, en menor medida, Baleares.
Por tanto, el plan de la segunda región más rica del país con su salida de la caja común consiste, precisamente, en ser menos solidaria y en redistribuir menos sus recursos. Todo lo contrario de lo que afirma Montero ahora (antes no estaba de acuerdo con ceder el 100% de los impuestos) y de lo que defiende hasta su propia ideología.
De hecho, la única posibilidad de que el Gobierno de Sánchez no recorte la financiación al resto de CCAA tras esta cesión insólita al independentismo sería aumentar la fiscalidad en el resto de regiones. "Las implicaciones cualitativas del acuerdo están muy claras. Resulta evidente que el objetivo último del nuevo sistema es recortar sustancialmente la aportación catalana a la caja común del Estado. Inevitablemente, por tanto, los recursos disponibles para la solidaridad interterritorial y las políticas sociales de ámbito nacional se reducirán y alguien tendrá que apretarse el cinturón a través de menores prestaciones o mayores impuestos presentes o futuros" advertía recientemente Fedea en un informe.
Federalismo en Cataluña y centralismo en Madrid
María Jesús Montero también ha defendido en su intervención de hoy que el acuerdo con ERC favorece el "federalismo", la "competencia fiscal" y el "autogobierno", precisamente, lo contrario que lleva exigiendo para la Comunidad de Madrid.
Por tanto, resulta llamativo que el Gobierno pretenda otorgar "federalismo" para Cataluña mientras promueve el centralismo para Madrid queriendo secuestrar a nivel Estatal los impuestos autonómicos de Sucesiones o de Patrimonio. De hecho, Montero lleva años abogando por la "armonización fiscal" de las autonomías, que no es otra cosa que obligar a las regiones que menos impuestos cobran a sus ciudadanos a subir su fiscalidad, como la región de Ayuso. Con Patrimonio Sánchez ya lo ha conseguido y ha logrado que Madrid recupere el impuesto para engordar las arcas de Hacienda. Esto resulta toda una incoherencia.