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Sánchez, el gasto en Defensa y la 'Doctrina Chiqui': por qué están en un buen lío y por qué les da igual

Es cierto, la demagogia pasará factura al Gobierno en este tema. Pero hay razones objetivas que también pesarán (y tendrán coste electoral).

Es cierto, la demagogia pasará factura al Gobierno en este tema. Pero hay razones objetivas que también pesarán (y tendrán coste electoral).
María Jesús Montero, este sábado, en un acto de partido en Granada. | EFE

Tiene pinta de que ninguna otra de las polémicas en las que ha estado metido Pedro Sánchez le va a dar tantos dolores de cabeza como la del gasto en Defensa. Sí, las hay más importantes. Pero ninguna le enfrenta de esta manera a la imagen que tanto ha cuidado ante sus votantes. Por tener, ya tiene incluso a los abajofirmantes habituales en las escalinatas del Congreso, con los cartelones del "No a la Guerra".

Muchos de sus adversarios lo están gozando. Y lo que les queda. Hay algo de justicia poética en ver a Pedro Sánchez atrapado en su laberinto retórico. Porque es evidente que su propia demagogia pasará factura al Gobierno. Lo vamos a ver en las próximas semanas, con cada noticia (a medio camino entre la denuncia y el recochineo) de una nueva partida que la dupla Sánchez-Montero intentará colar como gasto en defensa.

Pero hay razones objetivas que también pesarán (y tendrán coste electoral). Como decíamos hace unas semanas, llegar al 2% del PIB (cómo mínimo) no es sólo una cuestión de voluntad, sino de posibilidades. Y aquí Sánchez tiene pocas y malas.

Hasta ahora, el Gobierno ha seguido la que podríamos denominar como Doctrina Chiqui ("Eso no tiene problemas, Chiqui, 1.200 millones de euros es poco"). Y sí, más o menos han ido trampeando. Por un lado, aprovechando que las grandes partidas de gasto y los servicios públicos más sensibles (Sanidad, Educación) son competencia de las comunidades autónomas, a las que se han pasado las decisiones difíciles y los recortes. Por el otro, haciendo como que no querían mirar la subida de impuestos encubierta derivada de la inflación: así han llegado los récords de recaudación.

Pero en este caso hablamos de al menos 15.000-20.000 millones. Y eso sí es algo. Sánchez lo tendrá que sacar de algún sitio. Pero, ¿de dónde?

Como hace ya unos cuantos años que no tenemos presupuestos, habrá que tirar de los que la propia María Jesús Montero presentó en el otoño de 2022 (aquí el detalle). ¿Qué tenemos? Pues las grandes cifras nos dicen que el gasto no financiero estaba en 450.000 millones (con la inflación y los incrementos de recaudación nos iremos algo por encima del medio billón este año). Ahí, alguien podría pensar que debe haber margen (20.000 millones es el 4% de 500.000). Pero nos engañaríamos. Por empezar con lo más obvio: la Seguridad Social se llevará cerca de la mitad de ese medio billón. No son sólo pensiones (aquí también se incluyen otras prestaciones como el Ingreso Mínimo Vital) pero los pagos a los mayores suponen la parte del león. De aquí se puede recortar muy poco: en realidad, es un gasto que te crece año a año de forma inexorable y en el que te has comprometido a no tocar un céntimo.

También deberíamos sacar de nuestras cabezas los intereses de la deuda, las transferencias a otras administraciones (y las CCAA no permitirán que les rasquen nada de lo suyo), clases pasivas... Como en las pensiones, aquí no hablamos de si en un mundo teórico de motosierras mileianas se podría recortar o no. Claro que se podría. Pero políticamente es radioactivo para el propio Gobierno, que lo que tiene es una factura que cumplir con sus socios.

Y este planteamiento por sí mismo ya nos debería indicar la magnitud del problema. El poco margen que den los incrementos de la recaudación te lo estás puliendo en pensiones y en ese nuevo cupo catalán que pactaste y que para la Administración Central supone un palo muy importante. Cada nueva negociación en el Congreso supone unos cuantos miles de millones menos de los que tirar.

Gasto ministerial

Así, el gasto ministerial en realidad ascendía a 123.294 millones en 2023. Pongamos que nos vamos a 150.000 en 2025-26. De ahí es de donde tendrán que sacar esos 15.000-20.000 millones de los que hablamos. Y chiqui, ahí 20.000 millones sí son algo. Cuando uno analiza el desglose por ministerio, ve que no hay tanto para rascar: Asuntos Exteriores 1.700 millones, Justicia 2.300... No les niego que me dan a mí un lápiz rojo como el de Laffer y me pongo a tachar como un descosido. Pero es que Sánchez no está ni cerca de estar ahí. Las redes clientelares no se construyen gratis y comprar votos sale caro.

A partir de ahí, lean cada noticia sobre Sánchez intentando colar en la OTAN y la UE cualquier partida absurda como gasto en Defensa o sobre las discusiones entre Montero y Yolanda Díaz por el IRPF del SMI... como lo que son: un intento desesperado de cuadrar lo incuadrable. Has prometido más de todo (pensiones, vivienda, dinero para Cataluña) y tu capacidad para subir ingresos está al límite (recordemos que este año, los trabajadores seguirán sufriendo la triple subida tributaria que escondía la falsa reforma de las pensiones de José Luis Escrivá).

Intuyo que tampoco estarán muy preocupados. Sánchez no aspira a cuadrar las cuentas públicas, presentar un presupuesto coherente o relanzar la economía española. Su único objetivo es seguir un día más durmiendo en la Moncloa. Ésa es su ideología. Y no le ha salido mal: vamos para siete años ya y lo que nos queda. Pero hay veces (pocas) que pienso en los miembros del gabinete de Montero y me los imagino haciendo cuentas y lanzando la típica tormenta de ideas que uno mismo ya sabe que son absurdas antes de expresarlas en voz alta ("¿qué os parece si les colamos el gasto en energía como Defensa?"). Digo que pienso en ellos y me dan (poca) pena. Seguro que les habían prometido una legislatura tranquila, con un chorro de impuestos para regalar dinero público a paletadas. Nadie les dijo nada de lo de los tanques.

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