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¿Se pueden permitir las empresas españolas subir la base máxima de cotización un 30%?

La propuesta estrella de Escrivá cargará sobre los empresarios el coste de la reforma. Y aún está por descubrir la sorpresa de los años de cálculo.

La propuesta estrella de Escrivá cargará sobre los empresarios el coste de la reforma. Y aún está por descubrir la sorpresa de los años de cálculo.
José Luis Escrivá, esta semana, en Madrid, durante un desayuno informativo. | EFE

Falta muy poco tiempo para la fecha límite, pero apenas se sabe nada. José Luis Escrivá sigue manteniendo que el objetivo es tenerlo todo listo antes de final de año, pero todavía no hay una propuesta definitiva sobre la mesa. O, si la hay, no se ha filtrado, lo que en estos tiempos sería un éxito (y una sorpresa). Sólo tenemos claro que las cotizaciones sociales van a subir. Esto ya está decidido. Y también hay muchas posibilidades de que lo haga el período de cálculo. O lo que es lo mismo: la reforma se traducirá en recortes, por el lado del gasto y de los ingresos.

La semana pasada, tras una información de El Periódico, los dos grandes sindicatos, UGT y CCOO emitieron un comunicado conjunto. En el mismo decían que la noticia de que el Gobierno subirá la base máxima de cotización y la pensión máxima un 30% en los próximos treinta años ya la conocían (desde "el año pasado") y que no era algo que estuviera cerrado, ni mucho menos, en la Mesa del Diálogo Social. Tampoco es que dijeran que les molesta mucho. En realidad, la solución de las centrales sindicales va por ahí: subir las bases para mantener el gasto sin que el coste (aparentemente) recaiga en los trabajadores.

¿Antes de fin de año?

Con este punto de partida, vamos a recapitular lo que se sabe, lo que no y lo que supondría:

- No hay nada definitivo. Lo único seguro es que Escrivá quiere cerrar la reforma de las pensiones antes de fin de año. Por una cuestión política y de plazos, pero también porque es el compromiso adquirido con Bruselas en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Queda muy poco, pero ya se da por hecho que se haría por real decreto, con lo que los plazos se acortarían.

Lo que sí ha conseguido Escrivá hasta ahora es mantener en secreto su propuesta final. Se han ido filtrando informaciones, pero con lo que hay ahora mismo todavía no tenemos para dibujar el boceto definitivo de la reforma.

- Subirán las cotizaciones. Esto lo podemos dar por hecho. No hay ninguna otra opción sobre la mesa. Los costes laborales de las empresas españolas, sobre todo de las más grandes, que son las que pagan los salarios más elevados, van a dispararse por este lado.

¿Cuánto? Es verdad que ese 30% que centra las miradas y los titulares no se aplicaría de un día para otro. Lo que el Ministerio comunicó a los sindicatos, y estos lo dan por bueno en su comunicado, es una senda ascendente a lo largo de tres décadas. ¿Un 1% al año? Cuidado, eso no es tan poco como pueda parecer (en 4-5 ejercicios ya empiezas a dar un tajo a las empresas por el lado de los costes importante) y, además, se une al Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI) que se acordó hace unos meses y que ya implicada una subida de 0,6 puntos porcentuales en todas las cotizaciones.

Por supuesto, a esto se sumarán las subidas de las bases de cotización (de todas y, sobre todo, las máximas) por la inflación. Por ejemplo, como cuando hace unas semanas se anunció por sorpresa y sin acuerdo con los empresarios la base máxima un 8,6% para 2023 (en aquel momento, la CEOE lo calificó de "inadmisible e impresentable", unos términos poco frecuentes y que explicaban el enfado de la patronal en este tema).

En resumen, en este caso, a diferencia de las reformas de 2011 y 2013, las medidas más relevantes de la reforma-recorte de las pensiones llegarán por el lado de los ingresos. Es lo que querían los sindicatos y los partidos que forman la coalición de Gobierno, sobre todo Podemos. ¿Las consecuencias? Pues a corto plazo parece que ninguna: empiezan a subir las cotizaciones y ni siquiera los afectados lo notarán especialmente, porque la parte del león se carga sobre la empresa. Pero sí las tiene: la competitividad de las empresas españolas se verá muy afectada y su capacidad de atracción de talento, mermada; a partir de esta reforma, contratar empleados de alta cualificación será más caro.

Un problema irresoluble

- Subida (dentro de mucho tiempo) de las pensiones máximas. Este destope de las cotizaciones debería ir acompañado de una subida de las prestaciones futuras. El propio Escrivá lo ha dicho en varias ocasiones: las prestaciones máximas son relativamente bajas en nuestro país respecto a lo que suele ser habitual en nuestro entorno. De hecho, la cifra que se da es la misma del 30% que para las bases máximas.

Sin embargo, a partir de aquí comienzan las dudas. Porque se plantea que la subida en las prestaciones será en unos años, para ayudar ahora al sistema, que verá incremento de ingresos sin que los gastos acompañen hasta dentro de un tiempo. ¿Cuántos años de decalaje? Primer interrogante.

El planteamiento sería algo así: que ahora coticen más unos trabajadores no debería implicar una subida de los ya pensionistas. Sino sólo para los que ya hayan cotizado por esas bases máximas destopadas. Parece lógico. Pero, cuidado, esto sería así si sólo destopáramos las bases máximas de los que tienen 25-30 años y no parece que sea la pretensión del ministro. Si desde 2023 empiezan a subir las cotizaciones y no se suben al mismo tiempo las pensiones máximas, habrá muchos trabajadores que pagarán más en los próximos años sin que eso suponga más derechos a futuro. Por ejemplo, alguien que se jubile en 2030, si le han subido la base de cotización pero todavía en ese año no ha comenzado a subir la máxima, habrá estado siete años pagando sin generar ningún derecho.

¿Cómo tiene pensado hacer esto Escrivá? Sería injusto que alguien, sólo por jubilarse un año antes, tuviera una pensión más baja que otro con las mismas cotizaciones, pero que se jubile después. Pero políticamente parece impensable hacer escalas de pensiones máximas en función de cuánto tiempo haya cotizado cada uno por las nuevas bases destopadas.

Hay que reconocer que es un problema irresoluble salvo que uno individualice las reglas, pero entonces entraríamos más en un modelo tipo cuentas nocionales. Ahora mismo, lo que está claro es que destopar desde ya las prestaciones máximas haría que los actuales pensionistas tuviesen un extra que no se han ganado (aunque esto sería discutible, porque la mayoría de los que cobran la máxima han generado más derechos de lo que luego reciben); pero retrasar esa subida dejará detrás una cohorte de perjudicados, que sí habrán pagado la cotización más alta, pero no recibirán la compensación cuando se jubilen.

- Período de cálculo más largo. Es la segunda parte de la reforma y será la más polémica, porque los sindicatos no quieren ni oír hablar de esto. Escrivá asegura que se hará con ajustes (como permitir al trabajador que elimine los peores años), pero incluso así, pasar de 25 a 35 años para el período de cálculo perjudicará al 90% de los trabajadores (o más; aquí, la explicación que dimos en su momento en Libre Mercado sobre lo que supone esta medida).

Por eso a los sindicatos no les gusta. El problema es que es la más efectiva por el lado del gasto. Así que sería una sorpresa que no hubiera alguna medida en este sentido. Eso sí, será costosa políticamente, porque Podemos la usará de ariete contra sus compañeros de Ejecutivo y porque Escrivá ha repetido una y otra vez que no se haría: ¿recuerdan su enfado por lo que decía o no decía una "cajita" en un documento enviado a Bruselas?

Lo que significa

Esta reforma se venderá como necesaria, desde el punto de vista financiero y para contentar a Bruselas. Y puede que sea cierto. Pero todo lo dicho hasta ahora, además, significa:

  • Los costes para las empresas subirán. Y eso no es gratis. También es un recorte: el trabajador pone más y no está nada claro que vaya a recuperar eso a futuro.
  • Tanto por el lado de las cotizaciones como por el de las prestaciones (si se cumple la parte de la ampliación del período de cálculo) esto es una ruptura de la promesa implícita en las condiciones previas a la reforma. O una quiebra, una más, de las pensiones.
  • La tendencia en general en Europa es hacia la claridad. El camino lo marcó Suecia, hace ya casi tres décadas, con las cuentas nocionales. Y luego el resto han mantenido el rumbo: por ejemplo, Italia hace unos años o lo que anunció Macron para Francia en 2019. La clave es que sea más sencillo saber cuánto se cotiza, a qué se tiene derecho, si merece la pena o no trabajar más. En España, no hay nada más que ver lo que hay sobre la mesa, podremos discutir si es más o menos necesario, pero una subida de cotizaciones ahora que implicará subida de prestaciones dentro de muchos años... claro y sencillo para el trabajador medio, no es.
  • José Luis Escrivá lleva desde que llegó al cargo atacando a cualquiera que ponga en duda la sostenibilidad de las pensiones. Pues bien, su reforma no será más que la confirmación de aquellas dudas. Sí, seguirá habiendo pensiones. Y sí, será con condiciones más exigentes y costes más altos que antes. O sea, que con las condiciones actuales no era sostenible. Lo que decían los "listillos".

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