El precio de los combustibles no da tregua en medio de una crisis inflacionista que comenzó en 2021, que tanto el BCE como el Gobierno de Pedro Sánchez se resistieron a reconocer en sus inicios y que todavía está muy lejos de acabar.
Tal y como reflejan los últimos datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea publicado la semana pasada, el litro de gasolina marcó en España la friolera de los 1,710 euros, lo que supone un nuevo máximo anual para este combustible. En cuanto al coste del diésel, las últimas cifras de agosto reflejan un alza hasta los 1,602 euros, su cota más alta desde el pasado mes de febrero.
Así, los incrementos del precio de los carburantes siguen asfixiando el bolsillo de los conductores españoles, aunque parece que han perdido el interés mediático y hasta del Gobierno. Mientras que a finales de marzo de 2022 el Ejecutivo formado por PSOE y Podemos presentó como la salvación de los conductores una subvención al combustible de 15 céntimos en cada litro (las petroleras sufragarían mínimo otros 5), ahora, reina el silencio cuando se están alcanzando precios no tan alejados de los de entonces.
"Podemos prometer desde el Gobierno de España que nos vamos a desvivir por aplacar al máximo los efectos de la Guerra de Ucrania" aseguraba Pedro Sánchez cuando anunció la medida que ha ido prorrogando hasta finales de 2022. Cuando el líder del PSOE presentó su gran "Plan de Choque" (28 de marzo de 2022) la gasolina marcaba 1,818 euros el litro, apenas 10 céntimos más que ahora, y el diésel 1,837 euros (unos 20 céntimos más).
Así, vemos que el problema del precio de los combustibles sigue siendo prácticamente el mismo: se han alejado de la histórica barrera de los 1,5 euros el litro y tendrá que pasar más tiempo si es que vuelven a situarse por debajo. Por tanto, como ya publicamos en Libre Mercado, el tipo de subvenciones como el cheque gasolina no sólo genera distorsiones (como beneficiar más a las rentas altas) sino que es una medida claramente cortoplacista.
La amenaza de más impuestos sobre la gasolina
Además, también hay que tener en cuenta que durante todo el año 2022 Hacienda recaudó por los impuestos a la gasolina y al diésel un total de 11.984 millones de euros, más del doble del coste de la subvención, por lo que las arcas del Estado compensaron sobremanera la medida.
Y el Impuesto Especial sobre Hidrocarburos no es el único tributo que le otorga pingües beneficios a Hacienda cada vez que un conductor se dispone a echar gasolina: el combustible también se grava con el 21% de IVA (que el Ejecutivo de PSOE y Podemos se ha negado a bajar). De hecho, el peso del Estado en la factura de los carburantes es tan elevado, que casi el 50% del precio que paga el consumidor final son impuestos.
Pero para el Gobierno de Pedro Sánchez esta elevada fiscalidad todavía no es suficiente y ha prometido a Bruselas que "se revisarán las bonificaciones de los hidrocarburos utilizados como carburante" que significaría igualar los impuestos de diésel y gasolina, es decir, subir la imposición al diésel.
Además, el "Comité expertos" elegidos por María Jesús Montero planteó en el "Libro Blanco" (en el que el Gobierno se basará para llevar a cabo una reforma fiscal de calado en España) un "aumento general de la fiscalidad de hidrocarburos" que también afectaría a la gasolina y que amenaza todavía más el precio de los carburantes.