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Escrivá fía su reforma de las pensiones a que trabajen el triple de españoles entre los 65 y 74 años

Seguimos entre los países de Europa con una tasa de ocupación más baja para este colectivo, muy lejos de lo que el Ministerio considera necesario.

Seguimos entre los países de Europa con una tasa de ocupación más baja para este colectivo, muy lejos de lo que el Ministerio considera necesario.
José Luis Escrivá, hace unos días en Luxemburgo, con el comisario de Empleo y Derechos Sociales, Nicolas Schmit. | EFE

¿Se imagina usted trabajando hasta los 74 años? ¿Le gustaría? ¿Estaría dispuesto a hacerlo a cambio de una pensión más elevada? Si la respuesta a estas preguntas es afirmativa, llame usted al Ministerio de Seguridad Social. Aunque sólo sea para darles ánimos. Porque sería usted el perfil que José Luis Escrivá y su equipo están buscando: españoles que quieran mantenerse activos más allá de la edad legal de jubilación (65 o 67 años, en función del período cotizado). Por ahora, las señales son mixtas: por un lado, las cifras están creciendo con fuerza en los últimos años. Por el otro, seguimos entre los países de Europa con una tasa de ocupación más baja para las personas de edad avanzada y estamos lejísimos de lo que el Ministerio considera necesario para el sostenimiento de las pensiones.

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Este cuadro está en el documento "Proyecciones del gasto público en pensiones" que el Gobierno publicó la semana pasada. Como ya explicamos hace unos días, se trata de un informe que busca anticipar cuál será la carga que soportaremos para pagar estas prestaciones y cuáles serán los ingresos del sistema. A raíz de su publicación, se ha comentado mucho el optimismo macroeconómico del ministro. Porque todas las cifras oficiales de gastos e ingresos parten de supuestos muy favorables y que ahora mismo están lejos de lograrse: en productividad, empleo, atracción de inmigrantes, natalidad, etc... Sin embargo, nos hemos fijado menos en otra variable que es fundamental para el sostenimiento del actual modelo. Y que, además, es el elemento preferido de Escrivá: la edad de jubilación.

Desde que llegó al Ministerio (en realidad, desde su etapa al frente de la AIReF), la posición de Escrivá siempre ha sido la misma: el gran cambio tiene que venir dado por un giro de 180 grados en nuestra visión del trabajo y la jubilación. Frente al esquema vigente hasta hace unos 15 años en nuestro país: jubilaciones anticipadas bastante incentivadas o, al menos, poco penalizadas; apenas posibilidades de compatibilizar pensión y salario; pocas opciones de seguir trabajando más allá de los 65 años (en ocasiones, era algo casi prohibido o muy desincentivado en los convenios)... decimos que, frente a ese esquema, Escrivá quiere que todos trabajemos más. Al menos, hasta la edad legal de jubilación (y aquí el ministro piensa más en los 67 que en los 65) y, siempre que se pueda, incluso más allá. Por eso, desde que llegó al cargo, puso en marcha una batería de medidas para incidir en el camino emprendido por sus antecesores. Porque esta tendencia ya tiene más de una década de vida, con diferentes partidos y ministros.

¿Qué es lo que ha hecho este Gobierno? En el documento lo resumen bastante bien (pag. 20 y ss):

- Revisar (al alza) los coeficientes reductores de la jubilación anticipada, para que sea más costosa para los que se acojan a la misma

- Nuevo diseño de incentivos a la jubilación demorada: por cada año completo cotizado, un 4% adicional para la pensión (eso sí, sin que el resultado pueda ser superior a la pensión máxima). Además, está la posibilidad de cambiar este extra mensual por una cantidad a tanto alzado, de hasta 12.060 euros al año (la cifra depende de la pensión a la que uno tenga derecho y de los años cotizados). También está la opción de escoger un mix entre ambas medidas.

Junto a estas medidas, Escrivá ha llevado otras adelante, como la prohibición de las cláusulas de jubilación forzosa antes de los 68 años.

Todo esto más o menos ya es conocido. Porque el ministro lleva años avanzando en este camino. Es verdad que sigue habiendo aspectos sorprendentes: el más llamativo, el silencio de la izquierda con unas medidas contra las que siempre se posicionaron con contundencia. Para los sindicatos (al menos hasta la llegada de Pedro Sánchez al poder) cualquier insinuación sobre retrasar la edad de jubilación, penalizar las anticipadas o incluso permitir las demoradas (porque esto impedía la renovación de la mano de obra, según su teoría) era casus belli. En Francia, por mucho menos, le han incendiado las calles a Emmanuel Macron. Porque esto puede ser o no necesario, ése es otro debate, pero lo que está claro es que muchas de estas medidas (por ejemplo, las que tienen que ver con la jubilación anticipada) son un recorte de manual, porque cambian las reglas del juego a mitad de partida, perjudicando a miles de trabajadores que podrían haberse acogido al anterior sistema. Es verdad que los incentivos a trabajar más de forma voluntaria pueden verse como una manera de equilibrar los gastos de forma menos dolorosa, pero buena parte del Gobierno siempre nos aseguró que el objetivo es que trabajásemos menos y cobrásemos pensión más años, no el contrario.

¿Puede lograrse?

Aquí viene la segunda pregunta: ¿es realista el cuadro de la Seguridad Social que veíamos al comienzo el artículo? ¿Puede lograr Escrivá su objetivo? La respuesta final no llegará hasta 2050. Pero, por ahora, lo que tenemos no llama demasiado al optimismo. Estas son las cifras:

  • La tasa de empleo en España, entre los 55 y los 64 años, ascendía a finales del año pasado al 57,7%, según Eurostat
  • Entre los 65 y los 74 años, la tasa de empleo se queda en el 6,1% (finales de 2022, de nuevo según Eurostat)

Como vemos, para 2030 (que en términos económicos es pasado mañana), Escrivá anticipa una subida muy importante en ambos indicadores. Hablamos de doce puntos de subida para los de 55-64 años y de casi multiplicar por cuatro (hasta el 22,6%) la tasa de los que tienen entre 65 y 74 años.

Aquí hay dos derivadas: la primera tiene que ver con el mercado laboral español y su capacidad para generar empleo y condiciones atractivas para estos trabajadores. La segunda, con el deseo de estos trabajadores a seguir en el tajo más años sólo para cobrar un poco más de pensión (o ese incentivo a tanto alzado que ha diseñado el Ministerio). Deben darse las dos condiciones para que las cuentas salgan.

Para los que quieran ver el vaso medio lleno, lo cierto es que las cifras están mejorando en los últimos años. Así, el secretario de Estado de la Seguridad Social, Borja Suárez, publicaba hace unos días en X (antiguo Twitter) algunos datos que pueden alentar el optimismo: más del 8,3% de trabajadores optan por la jubilación demorada (antes de la reforma eran menos del 5%) y la proporción de jubilaciones anticipadas ha caído diez puntos (del 45 al 35% desde 2016). Así, la edad media efectiva de jubilación se ha situado en los 65 años por primera vez en la historia.

Desde el lado pesimista, hay muchos peros que poner al discurso del Gobierno. El primero tiene que ver con la magnitud del movimiento requerido. Aquí no hablamos de un pequeño cambio de tendencia o de que nos jubilemos algo más tarde, algo que ya estaba en marcha desde hace años. De lo que hablamos es de que el triple de españoles de 65 a 74 años trabajen en 2030 (del 7,6% que el Gobierno asegura que es la cifra para este año al 22,6% que prevé en su documento). Esto no es tan sencillo de lograr en tan poco tiempo. Porque sí, la jubilación demorada tiene un pequeño incentivo (que no puede ser muy elevado porque, si lo fuera, se perdería el objetivo final: ahorro) pero jubilarte a la edad que te toca te garantiza la pensión a la que tuvieras derecho: ¿vamos a trabajar más sólo por ese premio? ¿De forma tan masiva como anticipa Escrivá?

En este punto, miramos siempre al mercado laboral, pero hay también un factor cultural relevante. Escrivá lo sabe y ha hablado a menudo del tema. Lo explicábamos en este artículo, en el que comparábamos cifras en España y Europa. Las cifras de Eurostat nos ofrecen una imagen muy clara: tasa de empleo de 55 a 64 años del 57% en España a finales de 2022 frente al 77% en Suecia, y el 73% en Alemania, Suecia u Holanda (por citar sólo algunos otros países de la UE). Más del 14% de los suecos, daneses, alemanes y holandeses de 65 a 74 años tenían un empleo a finales del pasado año; en nuestro país, la cifra era de 6,1%.

En este sentido, hay dos apuntes que hacer. Desde hace décadas, la posición de España no ha cambiado demasiado en estas estadísticas. Y no es algo que sólo ocurra en nuestro país: en este punto, nos parecemos mucho a Francia o Italia. Mientras en los países del norte de Europa trabajar hasta los 65 y más allá es algo relativamente normal, en el sur es una circunstancia relativamente excepcional. Pero los datos de Eurostat nos indican también que el objetivo de Escrivá es muy complicado de alcanzar. En 2022, sólo dos países bálticos (Estonia y Letonia) tenían una tasa de empleo para el rango 65-74 superior al 22% que el Ministerio tiene como objetivo para España en 2030. Incluso en países con una mayor tradición de empleo a estas edades, la tasa era inferior: Suecia (19,2%), Dinamarca (17,1%), Holanda (16,2%). Lo que plantea ahora el informe de Seguridad Social es que en siete años España tendrá una tasa de empleo en esta franja de edad bastante superior a la que presentan ahora mismo suecos, daneses u holandeses. Y que en 2040 tendremos el doble (rondando el 30%) de lo que presentan en la actualidad algunos de los que tienen una tasa más elevada.

Es cierto que esto no implica que uno de cada cuatro españoles tenga un empleo a los 74. Porque cuando vemos esta tabla, se nos va la vista a la parte superior del rango. Y (casi) nadie se imagina trabajando hasta esa edad. Pero en cualquier caso, supone un cambio sustancial: para lograr que, de media, el 22,6% de los españoles entre 65 y 74 años tenga un empleo, y asumiendo que a partir de los 70 esta tasa va a desplomarse, necesitaríamos que un porcentaje muy elevado (40-50-60%) de los que tienen entre 65 y 69 años siguiera en activo. ¿Es realista todo esto? Porque, además, no hablamos de una discusión estadísticas: los cálculos sobre la sostenibilidad del sistema se sustentan en este tipo de indicadores. Para el ministro es muy importante, porque cada año en el que alarguemos nuestra vida laboral es un año más de ingresos por cotizaciones y uno menos de gasto en pensiones (en este caso, compensado en parte por el extra que cobraremos). Parece complicado alcanzar esas cifras. En siete años, la respuesta.

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