Los contribuyentes españoles están pagando impuestos tan altos que la eficiencia de los tributos en vigor empieza a ser decreciente. Tal y como advirtió Arthur B. Laffer, se constata que el aumento reiterado y desproporcionado de la presión fiscal está resultando en unos ingresos públicos por debajo del potencial, puesto que la caída de actividad generada por las subidas tributarias termina haciendo que la base imponible se resienta y los caudales finalmente obtenidos por Hacienda se vean afectados.
A lo largo de los últimos años hemos conocido diversos estudios que avanzan en esta dirección. Quizá el trabajo más completo fue el que elaboró José Félix Sanz, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Complutense, quien ha estimado que la mitad de los contribuyentes españoles estarían pagando un IRPF superior al que recomendaría un modelo de optimización y eficiencia fiscal basado en la Curva de Laffer.
Agotamiento de la capacidad recaudatoria
En línea con este enfoque, el profesor Fernando Pinto, de la Universidad Rey Juan Carlos, está inmerso en una investigación similar, esta vez dedicada al posible agotamiento de los tipos impositivos en términos recaudatorios. El académico constata que, en efecto, los ingresos públicos han ido en aumento a lo largo de las últimas décadas, pero a renglón seguido nos advierte de la importancia de comprobar si esa subida se produce de forma eficiente o no.
Así, cuando Pinto plasma los tipos impositivos que se han pagado de forma efectiva en España y los relaciona con la recaudación fiscal general, encuentra una clara ralentización de la generación de ingresos públicos conforme van subiendo los impuestos. Así, los caudales generados con tipos del 12,6% serían similares a los que se generan con retenciones del 15,3%, de modo que se podrían bajar impuestos casi un 20% sin que la recaudación se viese necesariamente afectada, puesto que el dinamismo económico resultante compensaría la reducción de tipos, como ocurre en Madrid.
En términos cronológicos, la investigación de Fernando Pinto pone de manifiesto que la eficiencia recaudatoria empieza a perderse en torno a 2007 y, desde entonces, describe una curva cada vez menos dinámica. En su punto álgido, el sistema tributario fue capaz general 13.989 millones por cada punto de aumento en el tipo medio de los gravámenes aplicados… pero esa rúbrica ha llegado a caer hasta los 11.000 millones y, en los últimos años, solo se ha corregido al alza a base de aplicar fortísimos aumentos impositivos, como está haciendo el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Según la investigación, esto pondría de manifiesto que "no por incrementar los impuestos se obtienen mayores niveles de ingresos en el futuro".
Tributo por tributo, resulta especialmente interesante comprobar cómo ha caído la eficiencia en la recaudación del IVA, que ha subido del 16% al 21% durante la última década, pero no ha logrado un repunte equiparable en su capacidad de generación de recursos. Escenarios similares se plantearían también en el IRPF, donde solo con fuertes aumentos de los tipos aplicados se logra un impulso significativo de la recaudación.
