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La marea gris que Elma Saiz no vio venir: ¿tendrá que elevar la edad de jubilación?

La generación del baby-boom comenzará a jubilarse en España este año. ¿Podemos mantener las pensiones sin subir la tasa de actividad de los mayores?

La generación del baby-boom comenzará a jubilarse en España este año. ¿Podemos mantener las pensiones sin subir la tasa de actividad de los mayores?
Elma Saiz, ministra de Seguridad Social, la semana pasada, durante un acto en la embajada de España en EEUU | EFE

Todos tenemos nuestras obsesiones. En el caso de José Luis Escrivá, actual ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública y hasta hace un par de meses titular de la cartera de Seguridad Social, se trata de la edad de jubilación. Y tuvo éxito. En sus años al frente del Ministerio planteó una reforma de la jubilación anticipada que supuso uno de los grandes cambios en el sistema de pensiones español. Al decir "cambio" y "reforma" queremos decir "recortes". Porque eso es lo que implicaron aquellas novedades, aunque pasaron relativamente desapercibidas ante la opinión pública. Quizás porque se consideraron inevitables (en Libre Mercado coincidimos con él en que era algo que iba a llegar antes o después), quizás porque los sindicatos no presionaron tanto a un Gobierno del PSOE como hubieran hecho con uno de derechas.

Ahora le toca a Elma Saiz. No parece que esta cuestión le genere tanto entusiasmo como a Escrivá, pero algunas pistas ya ha deslizado. Esta semana, por ejemplo, ha hablado de cambios en la regulación de la jubilación parcial para fomentar esta figura que permite alargar la vida activa (algo que durante años los sindicatos criticaron con dureza, pues temían que se convertiría en un muro para los más jóvenes). También ha planteado reducir incentivos para la jubilación anticipada involuntaria.

Pero sobre la edad legal de jubilación no hay nada nuevo. Los 67 años que se aprobaron en la reforma de 2011 (también por parte del PSOE y también sin demasiado ruido) seguirán ahí. Entre otras cosas, porque están ofreciendo resultados: la edad efectiva de jubilación ha estado creciendo año a año. De hecho, ya se superan los 65 años y todo apunta a que seguirá esa senda ascendente. De ahí lo que antes decíamos de las reformas-recortes del PSOE en los últimos quince años: si a comienzos de siglo nos jubilábamos a los 61-62 y ahora vamos camino de los 67, con una mensualidad similar... está claro que esto es un tajo de manual. ¿Necesario? Puede, pero tajo.

Imagínense si nos vamos a los 68-69 años de edad de jubilación. Desde el punto de vista financiero, para la Seguridad Social es un enorme alivio. El trabajador cotiza ocho años más y cobra ocho años menos. Le ganas dieciséis años a cada pensionista. Incluso asumiendo que los nuevos jubilados tendrán una esperanza de vida algo superior, el saldo financiero para el sistema es más que beneficioso. Por eso, entre otras cosas, Escrivá siempre afirmó que si se elevaba la edad de jubilación no harían falta más reformas-recortes. Pero elevarla, ¿hasta qué punto?

Envejecimiento

El problema con la situación actual es que incluso ese nivel de los 67, mucho más elevado, si se alcanza en términos reales, que los 61-62 de comienzos de siglo, parece insuficiente. Hace unos días se publicaba un informe muy interesante al respecto: El impacto de la edad en el mercado de trabajo y en la resiliencia de las empresas en España, de Oxford Economics y la Universidad de Salamanca para el Centro Internacional sobre el Envejecimiento (Cenie).

Dos gráficos que definen la situación mejor que 2.000 palabras.

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Este gráfico es diferente a otros que hemos visto sobre el mismo tema. En el eje vertical no está la edad media, ni el porcentaje de población de más de 65 años. En realidad, lo que muestran las líneas es la tendencia. Tenemos seis economías ricas y envejecidas en el año 2000 partiendo del mismo punto (100); lo que nos indica el gráfico es cómo han evolucionado hasta 2020 y las previsiones hasta mediados de siglo. La línea roja es España.

¿Conclusiones? Como ya sabemos, somos un país envejecido y con una elevada esperanza de vida. Pero eso no viene en el gráfico. En realidad, lo que nos dice esa línea roja discontinua es que "todavía" no somos un país tan envejecido como creemos; pero que lo seremos (y mucho) dentro de dos décadas. Si ya tenemos un problema ligado al envejecimiento, a mediados de siglo ese problema será mayúsculo. Nuestro envejecimiento llega más tarde que el de los países con el que nos solemos comparar y se hará efectivo de forma mucho más rápido.

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En el segundo gráfico tenemos el porcentaje de la población de más de 65 años que trabaja en cada país. De nuevo, destacamos, pero en el sentido contrario al del primer gráfico. Somos uno de los países en los que menos personas mayores siguen trabajando más allá de esa edad. Esto no es ninguna sorpresa: según Eurostat, la tasa de actividad entre las personas de 65 y 74 años asciende al 6,8% en España, frente a una media del 11,3% en la Eurozona y superior al 15% en otros miembros de la UE como Alemania, Dinamarca, Países Bajos, Suecia o Irlanda.

La marea gris

Aquí es donde llegamos a esa realidad que no siempre queremos afrontar. Vamos a ser uno de los países del mundo que más rápido envejezca en las próximas dos décadas (quizás el que lo haga a un ritmo más acelerado). No tenemos un mercado de trabajo especialmente eficiente. Los trabajadores de más edad tienen tasas de actividad y empleo muy por debajo de lo habitual en otros países. Y nuestras pensiones son más generosas que las de esos otros países. ¿Es todo esto compatible? Pues parece complicado.

Un último gráfico para ilustrar el endiablado sudoku que tendrán que resolver Saiz y los demás ministros del ramo que vengan después.

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En azul, los años del baby-boom en España. Hemos denominado así a las dos décadas en las que el número de nacimientos superó los 650.000 cada año (ahora mismo estamos en menos de 340.000, pero eso lo dejaremos para otro día). Como vemos, comienzan en 1958 (una década después que en el resto de Europa) y se alarga hasta finales de los 70. El pico se alcanza en 1964, con casi 700.000 nacimientos.

A partir de ahí, caída abrupta: en pocas ocasiones y pocos lugares la natalidad se ha hundido como lo hizo en España entre 1978 y 1990.

Ahora, hagamos una simple resta: 2024 - 1958: 66. Es decir, la jubilación del baby-boom, que en los demás países ricos europeos lleva una década desarrollándose, en España está empezando ahora. Viene una marea gris de nuevos pensionistas que tensionará todavía más las cuentas. Si nos comparamos con Alemania o Francia y vemos que las cifras de nuestro déficit público o el descuadre del gasto en pensiones son peores a las de aquellos países... en realidad deberíamos pensar que todavía no hemos visto nada.

¿Solución obvia para compaginar esta realidad demográfica con el intento de no recortar las prestaciones mensuales? Sólo hay una: alargar la vida laboral. Escrivá lo tenía muy claro. La izquierda y los sindicatos, no tanto. Siempre fue un tema tabú para ellos. Si lo aceptaron sin protestar mucho no fue tanto porque estuvieran de acuerdo, sino porque vieron que no había otro remedio o por no molestar a un Gobierno cercano. Pero sus propuestas siempre fueron en sentido contrario: Podemos, por ejemplo, cuando Yolanda Díaz y Pablo Iglesias todavía trabajaban juntos, pedía ¡adelantar! la jubilación, no atrasarla. Ahora le toca a Saiz decidir. O no hacer nada y dejarle la patata caliente a su sucesor.

Mientras tanto, los que ahora tienen 40-50 años se preguntan si tendrán que trabajar hasta los 67 sean cuáles sean sus circunstancias. Ahora no ocurre así: recordemos que muchos trabajadores con carreras largas de cotización (37 años y nueve meses en 2023) pueden jubilarse todavía a los 65; pues bien, esto también podría estar en peligro. ¿Y llegar a los 69? No sólo no es descartable, sino que cada vez es más probable. ¿Y romper la barrera de los 70? No lo descarten. Escrivá lo apuntó en alguna ocasión. Aunque fue rápidamente llamado al orden del argumentario electoral. Recordemos que (casi) nadie hablaba en 2010 de subir la edad de jubilación a los 67 años...

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